ABUELA

Perdóname por no haberte conocido. Perdóname por ser tan cobarde en permitir que mis excusas de tiempos y distancias hayan forrado la simple presencia de ir a buscarte para salir a caminar un rato por el parque. Créeme si te digo que todavía sigo teniendo en mi pecho esa daga cuando te fui a visitar y me doy con la sorpresa que ya no podías ver. Ver más allá y mirar todo el espacio natural donde vivías. No sabes cómo me sentí cuando me enteré de tu partida, abuela mía. Todavía no he llorado por ti, y quizás no lo haga, por miedo a no seguir con esta pena y con todo el dolor que llevo ahora y que llevaré siempre por no tener los cojones necesarios de ir por lo menos a visitar el lugar donde ahora descansas en paz. Me acuerdo que un día me arreglaste mi rompecabezas, le pusiste plataforma nueva, porque ya la otra plataforma estaba deteriorada, y bajo la almohada yo esperaba el arreglo que habías hecho con tus tiernas manos. También recuerdo que un día me preguntaste, cuando yo tenía siet...