MI PAREJA DE PROMOCIÓN


MI PAREJA DE PROMOCIÓN
 
 

MARTES

Armando quiere que Vanesa sea su pareja para la fiesta de graduación de su colegio. Su temor está latente por el miedo de ser rechazado; si eso sucede, Armando se sumergiría en la profunda pena. Y no sólo en la pena; si Armando no consigue pareja más pronto que tarde, se va a quedar solo mirando cómo bailan sus amigos con sus respectivas musas en la gran fiesta de promoción. La fiesta es el viernes, y hoy martes Él cae en la desesperación por conseguir a una linda chica, más aún, una linda chica que a Armando le guste mucho. Esa linda muchacha se llama Vanesa. Una niña hermosa con quince años acuestas, lamentablemente para variar, ahora último, años más amargos que dulces, por un amor no correspondido. Vanesa es una niña de ojos cafés y de tez canela. Que sólo sale a la calle para ir al colegio, sin dejar, claro está, de asistir todos los domingos a misa de diez de la mañana y siempre acompañada de su madre Matilde viuda de López y amiga del enojo y del carácter pasivo de la mañana. El optimismo de Armando es único, todos los vecinos del barrio lo admiran mucho por su gran entusiasmo, algunos lo ironizan con ternura, pues, es difícil, complicado que la señora viuda de López deje salir el viernes por la noche a su única hija Vanesa para la gran fiesta de promoción. Vanesa sabe muy bien de la fiesta de promoción de Armando. Pero, a ella le gusta Pedro, el mejor amigo de Armando. Lamentablemente Pedro está de novio con Adriana y ella sufre en silencio, llora por dentro, utiliza con la mirada a Armando, le finge interés, sólo con el propósito de que Armando la elija a ser su pareja e ir a la fiesta de promoción y así poder ver a Pedro bailar, alucinando que ella es Adriana que va de la mano para todas partes con Él.

La única dificultad que tiene Vanesa es su madre, la enemiga de cualquier situación sentimental y de la impaciencia de que todo transcurra de lo más normal. Vanesa es capaz de ponerle ese día viernes en el café que toma su madre todos los días y que toma todas las noches, unas pastillitas que producen somnolencia. Por nada se perdería esa fiesta, por nada se perdería ver a Pedro bailar. Armando prepara su mejor discurso, lo decora con canciones de amor. La trayectoria musical es la misma que escucha su padre, las canciones de Ricardo Montaner y de Guillermo Dávila. Lamentablemente Armando no se decide por ningún discurso o canción que lo ayude con la intención. Él sabe que el único momento de decirle a Vanesa para que lo acompañe a la gran fiesta de su salón, es en el momento de la hora de salida. Vanesa estudia a quince minutos a pie del colegio de Armando, es por eso que hoy martes Él está decidido en ir a buscarla a Vanesa a la hora de la salida. Necesita salir del colegio media hora antes de lo habitual para llegar justo a la hora que sale Vanesa.

La señora Matilde viuda de López sabe muy bien con calendario en mano que, hoy martes a su hija Vanesa le toca ir al dentista. No se lo había hecho recordar a su hija para tomarla por sorpresa y ver si es verdad que Vanesa se regresa con sus amigas sin distraerse con alguien por ahí o por allá. Ellos no saben nada de nada: Vanesa no sabe que Armando la va ir a buscar al colegio, tampoco sabe que a esa hora su madre la va ir a recoger para llevarla al odontólogo. Y ni qué decirlo, ni se imagina, qué pasaría, si su madre la encuentra con Armando conversando, claro está, si Armando se adelanta a la improvisada cita. Porque si Armando llega después que la señora Matilde viuda de Pérez, por lógica y respeto y temor, Armando no se acercaría ni de a palos y clavos.

Continuará…

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