LAS MALETAS EN MI CASA.

LAS MALETAS EN MI CASA.
Isabella, lloró mucho cuando se enteró de la verdad. Me abandonó. Aunque no vivíamos juntos, pero terminó conmigo en un dos por tres y se fue a vivir a otra parte. Yo le dije la verdad. Fui honesto con ella. Bueno, no se lo dije en su momento, o sea, no se lo dije en el medio de nuestra corta relación, sino, ya cuando Isabella miró las maletas de Mar en mi casa. Tengo que reconocer que esa “honestidad” fue más una traición que una digna sinceridad de mi parte. Isabella lloró mucho, y al decir verdad, yo también lloré por ella, porque Isabella no se merecía esta traición por parte mía o, para salir del paso, por parte del destino o, para no tener sangre en la cara, por parte de Mar. En fin.
-¿No entiendo Iván, qué pasó?...
-Yo tampoco lo sé…
-¿Por qué no me dijiste que en tu vida hay otra mujer?...
-Porque pensé que Mar nunca iba a regresar…
-Pero te das cuenta Iván, ella está aquí…
-Yo también estoy sacado de cuadro…
-Nunca te voy a perdonar esta… de verdad, nunca.
-Lo siento.
-Yo te amo, Iván.
-Yo te quiero, Isabella…
-¿Me quieres?, ja…
-De verdad Isa, te quiero…
-No Iván… ya lo dijiste todo, ya me lo dijiste, ¿estás enamorado de ella, no?…
-Quizás Isa, no lo sé…
-¡Entonces, cómo tomo esto!, de lo más normal…
-Entiéndeme Isabella, yo nunca te quise hacer daño.
-Pero lo hiciste, Iván.
-¿Y si yo te hablaba de Mar, iba a cambiar las cosas?...
-Sí… porque hubiese tomado distancia y no me hubiese enamorado de ti así como lo estoy ahora…
-Pero yo te quiero…
-Sí, lo sé. Pero no me amas…
-Y eso es casi igual.
-Me voy Iván. Sólo he venido a recoger lo que me pertenece y te juro que te voy a olvidar…
-Lo siento Isabella… de verdad lo siento.
Efectivamente, Isabella, recogió algunas cosas que había dejado en mi casa, cosméticos, ropa, y su Lap Top. Una moderna portátil, que era utilizada como descanso; los descansos que nos dábamos, Isa y yo, después de hacernos el amor, porque solíamos humedecernos desnudos sobre mi cama mirando en el Facebook las fotos digitales de todas las personas de nuestro entorno. Yo seguía en la sala sin saber qué hacer, bueno, sí sabía lo que quería hacer: quería matarme. Nunca voy a olvidar la cara de Isabella cuando se fue de mi casa, nunca.
Por favor Iván, déjame salir. Isa, no quiero que te vayas así… ¿así?... pretendes seguir jugando conmigo, por favor, Iván, déjame salir…
Me hice a un lado, y ella salió como un rayo de lluvia de invierno. Sólo dijo sin mirarme: “adiós, cuídate”.
…
A Mar, estando en mi casa se le veía más bella que nunca. Su divorcio la había puesto más bella y más mujer. Yo estaba seguro que, la felicidad había llegado a mi vida y que el amor sólo tenía un nombre, Mar. Tanta felicidad que al día siguiente ya Isabella era el pasado, un pasado eterno, mas no, olvidado. Con Mar, solíamos caminar por todo el Jirón de la Unión, a ella le gustaba mucho caminar por ese lugar, yo siempre la encontraba encantada y feliz. Después ella siempre terminaba su encanto mirando el mar. La Costa Verde, era buen lugar para eso. Es por eso que siempre terminábamos el día mirando el mar. Ya, después, nos recogíamos, para descansar. Mar estuvo buscando trabajo, la cosa estuvo muy difícil. Pero ahora trabaja en un canal de televisión tomando fotos a todos las modelos y aunque tengo que aceptar mis celos, también a modelos varones. Mar, le gusta leer lo que escribo, suele decirme, que al leerme piensa en varias fotos, las graba en su mente y busca la realidad para encontrar la paz y tenerla muy cerca de ella; así no tener miedo que yo la deje sola, tirando cintura. Ella suele siempre confesarme que tiene miedo en que algún día pierda ese espíritu triunfador y las ganas que le echa a su carrera de fotografía. Ella se considera y es una fotógrafa profesional a carta cabal. Yo siempre le suelo subir el ego y con muchos besos en la frente le hago sentir que ya no está sola, compromiso infinito que me hace sentir el hombre más feliz del mundo.
Yo le pregunté a Mar por qué no me contestaba mis correos electrónicos. Ella me dijo que necesitaba respirar un poco y pensar realmente que era lo que quería para su presente y futuro. Pero también me dijo que siempre releía a cada rato mis correos impresos en sus manos. Hasta que se decidió en dejarlo todo por mí. Bueno, casi todo…
Cada vez que terminábamos de hacernos el amor, me suele decir al oído derecho: chico, vaya que dejé todo por usted, no me juegue, todo…
Mar, visita tres veces por semana a Giga. Siempre regresa contenta y muy feliz, porque ve a su hermana recuperada y controlada de su adicción a las drogas. Lucha constante y heroica que Giga está ganando con éxito. Giga está muy contenta con nuestra relación, ya las peleas, las rencillas y la cólera pasó para el pasado. Puedo decir que ahora somos una familia recupera y unida. Sólo faltan los hijos. Hablamos mucho de eso, Mar y yo, sobre la cama, mirando el techo de mi cuarto. Ella quiere tener una niña y yo quiero tener un niño. Mar quiere, sueña, que nuestra niña se parezca a mí. Que tenga mis ojos y mi mirada triste. En cambio yo quiero que nuestro hijo se parezca a ella. Que tenga esa bella mirada tierna y a la vez picara. La sonrisa eterna que la caracteriza a ella y su cuerpo que es un lugar perfecto para encontrar la vida y, sobre todo, encontrar amor, mucho amor. Nunca nos vamos a poner de acuerdo con respecto a los nombres que le vamos a poner a nuestro primer bebé. Me refiero a los dos nombres que va a llevar nuestro primer hijo. A Mar le encanta el nombre de Fernando Matías y a mi me encanta el nombre de Andrés Luis. A Mar, le encanta el nombre de Lilibeth Avril, ella me cuenta que en la otra época, La reina Lilibeth Avril fue una reina justa y eminente. Que siempre se preocupó por los más pobres y los más desamparados. Que se enamoró en el bello lugar de Constantinopla, de un vasallo, un carpintero humilde que sólo hacía trabajos de madera fina a la reina, o sea, a la misma reina de la que estamos hablando. Al final de cuentas tengo que admitir, con amor, con mucho amor que, también me gustan esos dos bellos nombres y, claro está, la idea de que mi hija se llame así.
Una tarde de estar juntos, a la bella Mar le pregunté, por qué le pusieron ese bello nombre:
-¿Cómo así te pusieron ese bello nombre?...
-Se le ocurrió a mamá, chico.
-Qué lindo.
-Cuenta ella que, cuando estaba en su vientre los tres últimos meses de su embarazo, le entró unas ganas de observar el mar, las olas, la orilla y los muelles. Papá antes de morir siempre la llevaba a ver el Mar…
-Con razón, tú también sueñas con el Mar…
-Sí, debe de ser chamo, no sabes, encuentro una paz eterna cuando respiro su aliento, cuando escucho el sonido de las olas, cuando siento su corazón en la arena… chamo juntemos lana para comprar una casa de playa…
-Ja, la idea no está mal.
-Sí, chamo…
-¿Te hace feliz la idea no?...
-¡Muy feliz!, chico…
-Bueno, a trabajar duro para eso.
-Vas a ver que si se puede, mi chamo bello.
-Sí, Mar, ojalá se pueda…
Y seguimos ahorrando para la casita de playa. Casita por el norte, por Piura o Tumbes. Yo tengo una prima que se llama Alejandra, es mi prima hermana, y ella me esta buscando un terrenito o algo que se le parezca por las olas del norte de nuestro país. Todavía, Mar no conoce a Alejandra, pero siempre hablan por el celular, siempre quedan en resolver las noticias de los terrenos y casitas para calcular cuánto nos faltaría para la gran compra de nuestras vidas. Alejandra es natural de Piura, tiene tres años ya de casada con Dayler, un holandés que lo dejo todo por el amor de mi prima. Ellos viven en Máncora, y tienes dos hijas bellísimas. Alejandra, me cuenta que Lupita, así llama su primera hija, se pone la gorra de policía de su abuelo, papá de Alejandra y hermano de mamá. Mi tío es un gran policía. Ya retirado, pero cada vez que hablo con Él, por el celular, me suele contar con pasión de lo que fue su vida de policía y de cuánto extraña ponerse el uniforme y salir por la calles de Piura a meter el orden y la protección en esa bella ciudad.
-No qué va sobrino. Yo siempre me mantengo en forma… salgo a correr y siempre al tanto de cualquier problema. Aunque ya esté retirado, para mí todo sigue igual…
-Haces bien tío. Usted siempre estuvo activo y siempre en forma…
-Claro sobrino. Ahora me da mucha pena algunos amigos de mi promoción. Ellos están descuidados y sin liderazgo en la cara. No, caray… yo soy un Coronel y lo seguiré siendo…
-Sabes tío, me siento un viejo a tu lado. Tú sigues teniendo el espíritu ganador y yo sigo engordando de flojera…
-Sobrino, no me diga eso… usted es un joven que tiene todo el futuro por delante. Por favor.
-Un futuro a Dios gracias con una gran mujer.
-Sí, siempre se tiene que uno acompañar… siempre. La soledad no sirve, no es buena consejera y es muy traicionera.
-Eso es una gran verdad tío. Dímelo a mí que he convivido con ella por mucho tiempo…
-Por eso me alegro mucho Ivancito, que estés acompañado. Mira el amor pasa, la pasión, también y la costumbre es sólo eso, costumbre. Pero, el sentirse acompañado con alguien, es insuperable. La vida es tan corta hijo, que das cuenta que vale la pena luchar por alguien, vale la pena decirle a alguien: TE NECESITO, vale la pena decirle a alguien: quédate a dormir esta noche, vale la pena decirle: quédate conmigo toda mi vida.
-Vaya tío, no sólo es usted un gran policía, sino, todo un sociólogo…
-Gracias hijo…
-Cambiando de tema, tío, Alejandra, me ha contado que Lupita se ha puesto su gorra…
-Sí, hijo. Mi nieta querida, me ha sacado mi temperamento. Y si le sigue gustando el oficio, no te quepa la menor duda que, será un buen chaleco. Mi nieta querida, como busca mi gorra y se la pone y marcha… jajaja
-Lo que se hereda no se hurta, tío.
-Así parece. Bueno hijo, ahora me toca correr por media hora… te dejo y estamos hablando.
-Claro tío, vaya… y saludos por casa.
-Gracias, hijo. Saludos.
-Chau tío.
(Isabella, escucha esta canción cada vez que ve las fotos de Iván en el facebook)
(Homenaje al Maestro por su cumple)
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