PARTE CUATRO (4)
NUNCA TE OLVIDARÉ ABRIL
-Espérame, ya falta poco para que termine la práctica.
-Ya, está bien, te espero…
Él, estacionó el coche en todo el frontis de la universidad del Callao. Prendió un cigarro, fue el último de la cajetilla, y con toda la paciencia del mundo, esperó sentado a su prima Diana.
Diana, aduras penas pudo hablar con su primo por el celular, porque estaba en plena práctica, estaba pasando a limpio el último ejercicio que Abril le había pasado. Diana, con todo lo que ella había hecho en su examen, le bastaba para salir aprobada. En cambio, Abril, quería más, llenar el examen, completar las cinco preguntas, hasta la pregunta opcional. Andrés, le faltaba resolver esa pregunta opcional, y se demoraba mucho porque no le salía coherente el resultado final.
-Abril, ya me voy… mi primo me está esperando…
-Espérate un toque, ahorita, Andrés, me pasa la cinco…
-No, ya con lo que tengo me basta y sobra, ¡no seas conchuda!...
-Mira quien habla. Vete pues, tú te lo pierdes… ah, y salúdame a tu primito… y usa… ya sabes qué, ah…
-Eso haré, amiga, no te preocupes, Chau…
Diana, se paró, recogió todas sus cosas, y caminó hacia donde estaba el profesor y le entregó el examen. El profesor, la felicitó, por ser la primera, y avisó en voz alta a todos los universitarios que sólo faltaban cinco minutos para acabar la dichosa práctica.
Andrés, encontró la respuesta coherente a la pregunta cinco. Y de inmediato copió la pregunta en otro papel. Abril, recibió la pregunta muy tarde, ya el profesor estaba recogiendo los exámenes y el fastidio por parte de ella fue duro hacia el pobre de Andrés.
-No jodas, Andrés. Mucho te has demorado.
-No fue mi culpa, Abril, no me salía la cinco…
-Hubieras estudiado más…
-Pero, Abril… has hecho casi todo el examen…
-No pues, quería hacer todo y así poder asegurar este horrible curso…
-Ah, bueno, lo siento…
-Sí, ya veo… entonces, yo también lo siento, éste sábado no podré salir contigo…
-Pero, así no era el trato…
-Ah, bueno, lo siento…
En eso, Cielo, los interrumpió, nunca le gustó cómo Abril lo trataba a Andrés.
-Oye, conchuda… ¡todavía te molestas! ¡qué conchuda me resultaste!.
-Tú no te metas, no es tu problema, chata flacuchenta.
-Me meto del todo, porque no soporto, no aguanto, cómo tratas así a Andrés. No tienes sangre en la cara, conchuda.
-Cielo, no te metas, por favor.-Intervino Andrés.-
-¡Carajo, Andrés!, no te das cuenta que ésta loca de mierda te está utilizando, abre los ojos… mírate, y todavía se molesta contigo porque no le has pasado la cinco, ¡Abre los ojos, idiota!.
-Cielo, no te metas…
-Estúpida, ya escuchaste, no te metas… y aliméntate más, ya, mírate cómo estás, como un alfiler, chata flacuchenta…seguro tienes una tenia muy grande…
-Oye regala, no te metas conmigo, vas a salir perdiendo.
-¿Sabes qué?, me voy, no me voy a rebajar a discutir con una chata flacuchenta insignificante… Chau Andrés, y ya sabes, no hay salida para este sábado, adiós chata insignificante.
-Abril, espera… te acompaño.
-No, quédate con tu amiguita…
-Déjala, Andrés, déjala que se vaya- terminó Cielo-
Abril, no volteó más. Se fue, y se perdió por todo ese campo universitario. Andrés, no le quedó más remedio que desquitársela con Cielo. Aplacó toda su ira con la bella Cielo.
-No pues, Cielo, no te das cuenta lo que has hecho, iba a salir con Abril, pero por intervenir, lo has echado todo a perder.
-¿Ibas a salir con ella o le estabas rogando para salir?
-Eso, no te importa, Cielo. Pero lo has echado todo a perder, todo por tu culpa.
-A mí no me eches la culpa. Es tu problema. Pero, Andrés, abre los ojos… dónde está quedando tu dignidad… en fin, eso ya es tu problema…
-Sí, déjame tranquilo, yo resuelvo mis problemas… vete, déjame sólo.
-Está bien, te dejo solo. Sólo quiero que sepas una cosa…
-Qué cosa, mierda.
-Te quiero mucho, Andrés… mientras yo esté aquí viva y mirándote, nunca voy a dejar que te hagan daño… grábatelo bien, nunca, nunca, hasta pronto.
Andrés, ya no le dijo nada a Cielo. Sólo miró como se iba ella para perderse por todo ese tumulto de universitarios buscando un lugar y ubicación. Cielo, al caminar rápidamente, no soportó aguantar las lágrimas, y en el silencio comenzó a llorar. “llora Cielo, algún día esas lágrimas se convertirán en dicha y amor, llora, llora”. Así pensó, Cielo, después, se calmó y en el paradero, alzó la mano derecha, avisando que iba a subir a la Custer para así retornar a su casa.
…
Marisol, caminó hacia las cabinas donde estaban los teléfonos públicos. Sacó una moneda y el papel donde tenía apuntado el número de la persona a quien tenía que llamar. Descolgó el auricular y empezó a digitar el teclado numérico, al terminar, espero la recepción de la otra línea. Marisol, ese día estuvo cansada para ir a trabajar. Pero lamentablemente para ella tuvo que cumplir con su trabajo ese día. Supo desde el principio que ese nuevo cliente era un pez gordo. En la cuarta timbrada escuchó la voz de su receptor:
-¿Aló?...
-Sí, aló, con el señor Sánchez.
-Sí, soy yo…
-Cómo está señor Sánchez, soy Marisol.
-A ya, Marisol, estaba esperando tu llamada. Me han hablado muy bien de ti…
-Espero que esos comentarios hayan sido muy buenos…
-Claro que sí, hija. Bueno, ¿conoces mi departamento?...
-Sí, acá tengo la dirección…
-Qué bien, entonces te espero.
-En veinte minutos estoy en su departamento, solamente le estoy llamando para cerciorarme si el número que me dieron era el suyo.
-Entonces, ni modo, ya sabes que es el mío.
-Sí, ya me dí cuenta…
-Hija, acá te voy a estar esperando.
-Ok, estoy en camino.
…
-Tanto te has demorado, Diana. Qué chancona me resultaste.
-Sorry primo, me dio unas ganas de ir al baño, que ya no pude aguantarme, ni loca llegaba al hostal.
-Bueno, ustedes las mujeres se arreglan para todo. Hasta para tirar.
-Bueno, eso sí. Somos más preocupadas que ustedes. Más aseadas que ustedes, en fin…
-Y no sé por qué se arreglan tanto, si al final acabamos desnudos en la cama, sin ropa ni maquillaje, a lo natural…
-¿Sabes?, eso sí, es verdad.
-Ya ves, por fin me das la razón…
-Hablando de lo natural… ¿has comprado condones, no?
-No, pero en el hostal venden…
-No primo, vamos a una farmacia. Esos condones de los hostales, quien sabe dónde estarán puestos o expuestos. Ni loca, no friegues… así que vamos a una farmacia…
-Ya, está bien, ponte el cinturón.
-Así me gusta, primito… así me das tranquilidad, seguridad y, sobre todo, me cuidadas.
-Eso sí, Dianita, yo siempre te voy a cuidar.
-Ya vamos primo, lento ah, cuidado que atropellas a alguien…
-No te preocupes… ¡hey!, ¡mira!, conoces esa chica.
-¿A quién, primo?...
-A esa huevona, que está saliendo apurada… mira.
-Ah, la monja…
-¿Qué, es monja?...
-No tonto, así le decimos todos en el salón, porque nunca le hemos conocido enamorado alguno, y mira cómo se viste, como una monja, pero se llama, Paloma.
-Aunque hace un frío de mierda, pero al decir verdad, la monja exagera, ah…
-¿Pero, tú la conoces?...
-Me late que sí, no sé, no sé en dónde la he visto, no recuerdo muy bien, pero su cara se me es conocida.
-No sabía que frecuentabas conventos, primito…
-No, en serio… creo que la he visto ah, pero no sé en dónde.
-Suele pasar primito. Vámonos, ya me dio ganas de estar contigo…
-Bueno, ya me acordaré. Pero ahora sí, vámonos, ¿sabes, Diana?
-Qué primo…
-Hoy tengo una nueva pose.
-¿Sí?...
-Sí, pero tienes que poner de tu parte…
-Bueno, eso haré, hoy estoy inspirada…
-Que bueno, entonces, no perdamos más tiempo y a volar se ha dicho.
-Maneja despacio, primo...Vamos a ver, sorpréndeme. Eso me gusta.
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-Espérame, ya falta poco para que termine la práctica.
-Ya, está bien, te espero…
Él, estacionó el coche en todo el frontis de la universidad del Callao. Prendió un cigarro, fue el último de la cajetilla, y con toda la paciencia del mundo, esperó sentado a su prima Diana.
Diana, aduras penas pudo hablar con su primo por el celular, porque estaba en plena práctica, estaba pasando a limpio el último ejercicio que Abril le había pasado. Diana, con todo lo que ella había hecho en su examen, le bastaba para salir aprobada. En cambio, Abril, quería más, llenar el examen, completar las cinco preguntas, hasta la pregunta opcional. Andrés, le faltaba resolver esa pregunta opcional, y se demoraba mucho porque no le salía coherente el resultado final.
-Abril, ya me voy… mi primo me está esperando…
-Espérate un toque, ahorita, Andrés, me pasa la cinco…
-No, ya con lo que tengo me basta y sobra, ¡no seas conchuda!...
-Mira quien habla. Vete pues, tú te lo pierdes… ah, y salúdame a tu primito… y usa… ya sabes qué, ah…
-Eso haré, amiga, no te preocupes, Chau…
Diana, se paró, recogió todas sus cosas, y caminó hacia donde estaba el profesor y le entregó el examen. El profesor, la felicitó, por ser la primera, y avisó en voz alta a todos los universitarios que sólo faltaban cinco minutos para acabar la dichosa práctica.
Andrés, encontró la respuesta coherente a la pregunta cinco. Y de inmediato copió la pregunta en otro papel. Abril, recibió la pregunta muy tarde, ya el profesor estaba recogiendo los exámenes y el fastidio por parte de ella fue duro hacia el pobre de Andrés.
-No jodas, Andrés. Mucho te has demorado.
-No fue mi culpa, Abril, no me salía la cinco…
-Hubieras estudiado más…
-Pero, Abril… has hecho casi todo el examen…
-No pues, quería hacer todo y así poder asegurar este horrible curso…
-Ah, bueno, lo siento…
-Sí, ya veo… entonces, yo también lo siento, éste sábado no podré salir contigo…
-Pero, así no era el trato…
-Ah, bueno, lo siento…
En eso, Cielo, los interrumpió, nunca le gustó cómo Abril lo trataba a Andrés.
-Oye, conchuda… ¡todavía te molestas! ¡qué conchuda me resultaste!.
-Tú no te metas, no es tu problema, chata flacuchenta.
-Me meto del todo, porque no soporto, no aguanto, cómo tratas así a Andrés. No tienes sangre en la cara, conchuda.
-Cielo, no te metas, por favor.-Intervino Andrés.-
-¡Carajo, Andrés!, no te das cuenta que ésta loca de mierda te está utilizando, abre los ojos… mírate, y todavía se molesta contigo porque no le has pasado la cinco, ¡Abre los ojos, idiota!.
-Cielo, no te metas…
-Estúpida, ya escuchaste, no te metas… y aliméntate más, ya, mírate cómo estás, como un alfiler, chata flacuchenta…seguro tienes una tenia muy grande…
-Oye regala, no te metas conmigo, vas a salir perdiendo.
-¿Sabes qué?, me voy, no me voy a rebajar a discutir con una chata flacuchenta insignificante… Chau Andrés, y ya sabes, no hay salida para este sábado, adiós chata insignificante.
-Abril, espera… te acompaño.
-No, quédate con tu amiguita…
-Déjala, Andrés, déjala que se vaya- terminó Cielo-
Abril, no volteó más. Se fue, y se perdió por todo ese campo universitario. Andrés, no le quedó más remedio que desquitársela con Cielo. Aplacó toda su ira con la bella Cielo.
-No pues, Cielo, no te das cuenta lo que has hecho, iba a salir con Abril, pero por intervenir, lo has echado todo a perder.
-¿Ibas a salir con ella o le estabas rogando para salir?
-Eso, no te importa, Cielo. Pero lo has echado todo a perder, todo por tu culpa.
-A mí no me eches la culpa. Es tu problema. Pero, Andrés, abre los ojos… dónde está quedando tu dignidad… en fin, eso ya es tu problema…
-Sí, déjame tranquilo, yo resuelvo mis problemas… vete, déjame sólo.
-Está bien, te dejo solo. Sólo quiero que sepas una cosa…
-Qué cosa, mierda.
-Te quiero mucho, Andrés… mientras yo esté aquí viva y mirándote, nunca voy a dejar que te hagan daño… grábatelo bien, nunca, nunca, hasta pronto.
Andrés, ya no le dijo nada a Cielo. Sólo miró como se iba ella para perderse por todo ese tumulto de universitarios buscando un lugar y ubicación. Cielo, al caminar rápidamente, no soportó aguantar las lágrimas, y en el silencio comenzó a llorar. “llora Cielo, algún día esas lágrimas se convertirán en dicha y amor, llora, llora”. Así pensó, Cielo, después, se calmó y en el paradero, alzó la mano derecha, avisando que iba a subir a la Custer para así retornar a su casa.
…
Marisol, caminó hacia las cabinas donde estaban los teléfonos públicos. Sacó una moneda y el papel donde tenía apuntado el número de la persona a quien tenía que llamar. Descolgó el auricular y empezó a digitar el teclado numérico, al terminar, espero la recepción de la otra línea. Marisol, ese día estuvo cansada para ir a trabajar. Pero lamentablemente para ella tuvo que cumplir con su trabajo ese día. Supo desde el principio que ese nuevo cliente era un pez gordo. En la cuarta timbrada escuchó la voz de su receptor:
-¿Aló?...
-Sí, aló, con el señor Sánchez.
-Sí, soy yo…
-Cómo está señor Sánchez, soy Marisol.
-A ya, Marisol, estaba esperando tu llamada. Me han hablado muy bien de ti…
-Espero que esos comentarios hayan sido muy buenos…
-Claro que sí, hija. Bueno, ¿conoces mi departamento?...
-Sí, acá tengo la dirección…
-Qué bien, entonces te espero.
-En veinte minutos estoy en su departamento, solamente le estoy llamando para cerciorarme si el número que me dieron era el suyo.
-Entonces, ni modo, ya sabes que es el mío.
-Sí, ya me dí cuenta…
-Hija, acá te voy a estar esperando.
-Ok, estoy en camino.
…
-Tanto te has demorado, Diana. Qué chancona me resultaste.
-Sorry primo, me dio unas ganas de ir al baño, que ya no pude aguantarme, ni loca llegaba al hostal.
-Bueno, ustedes las mujeres se arreglan para todo. Hasta para tirar.
-Bueno, eso sí. Somos más preocupadas que ustedes. Más aseadas que ustedes, en fin…
-Y no sé por qué se arreglan tanto, si al final acabamos desnudos en la cama, sin ropa ni maquillaje, a lo natural…
-¿Sabes?, eso sí, es verdad.
-Ya ves, por fin me das la razón…
-Hablando de lo natural… ¿has comprado condones, no?
-No, pero en el hostal venden…
-No primo, vamos a una farmacia. Esos condones de los hostales, quien sabe dónde estarán puestos o expuestos. Ni loca, no friegues… así que vamos a una farmacia…
-Ya, está bien, ponte el cinturón.
-Así me gusta, primito… así me das tranquilidad, seguridad y, sobre todo, me cuidadas.
-Eso sí, Dianita, yo siempre te voy a cuidar.
-Ya vamos primo, lento ah, cuidado que atropellas a alguien…
-No te preocupes… ¡hey!, ¡mira!, conoces esa chica.
-¿A quién, primo?...
-A esa huevona, que está saliendo apurada… mira.
-Ah, la monja…
-¿Qué, es monja?...
-No tonto, así le decimos todos en el salón, porque nunca le hemos conocido enamorado alguno, y mira cómo se viste, como una monja, pero se llama, Paloma.
-Aunque hace un frío de mierda, pero al decir verdad, la monja exagera, ah…
-¿Pero, tú la conoces?...
-Me late que sí, no sé, no sé en dónde la he visto, no recuerdo muy bien, pero su cara se me es conocida.
-No sabía que frecuentabas conventos, primito…
-No, en serio… creo que la he visto ah, pero no sé en dónde.
-Suele pasar primito. Vámonos, ya me dio ganas de estar contigo…
-Bueno, ya me acordaré. Pero ahora sí, vámonos, ¿sabes, Diana?
-Qué primo…
-Hoy tengo una nueva pose.
-¿Sí?...
-Sí, pero tienes que poner de tu parte…
-Bueno, eso haré, hoy estoy inspirada…
-Que bueno, entonces, no perdamos más tiempo y a volar se ha dicho.
-Maneja despacio, primo...Vamos a ver, sorpréndeme. Eso me gusta.
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