ELLA Y LA CERVEZA.


Iván Luis Sánchez Córdova.

I

Querida amiga, amiga bella:

-¿Cuéntame si te sigue gustando la cerveza?
A mí sí me sigue gustando, me sigue fascinando, me sigue deprimiendo y me sigue emborrachando. Te acuerdas cuando éramos adolescentes, solíamos encerrarnos en cualquier lugar a beber a escondidas un par de botellas de cerveza. Siempre llevábamos chicles, esos grandes, para que a la hora de regresar a nuestras casas nuestros padres no nos sintieran el olor a cerveza ya súper fermentada en nuestras barrigas. ¿Sabes?, ahora que me acuerdo se te vía hermosa con el vaso en la mano discutiendo de cualquier tema, las controversias eran tu fuerte. En cambio yo, era un mamarracho con el vaso en la mano, me acuerdo que después de romper tantos vasos de vidrio de tu lindo bazar de la sala de tu casa, un día saliste con un vaso de plástico para que ya no ocurrieran las mismas estupideces que yo hacía. O sea romper los vasos de vidrio de tu madre que ella tanto cuidaba y amaba.

-¡Tonto, ahora qué le digo a mamá!...
-Yo… lo siento.
-¡Eres un pollo!...

Y así, de esa manera, me que quedé con ese sobrenombre, pollo, gracias a ti y gracias a mis estupideces.
Te acuerdas que siempre cuando la cerveza ya me hacía efecto era el hazmerreír de todos y sobre todo de ti. –Ya estás borracho Pollo- solías siempre decirme. Hay que confesar que yo no tenía cerebro para tomar, y hay que confesar también que todavía sigo teniendo problemas con la cerveza. Eso no quita que me siga gustando la espuma. En cambio tú sí tenías buena mocha y una garganta de lata para esa cebada amarillenta y espumosa.
Ahora, mi muy amiga bella, déjame confesarte algo, déjame decirte que cuando bebíamos ese “líquido elemento”, siempre me provocó robarte un beso. Un beso de verdad, siempre, siempre un beso. Perdóname por confesarte esto ahora, en esta carta, pero te lo tenía que decir. Me acuerdo que tú me contabas, ya sintiéndote afectaba por la cerveza, que si tuvieras poderes sobrenaturales cambiarías el sexo de todas las mujeres y de todos los varones.

-Sí Pollo, por qué a nosotras las mujeres no nos pusieron un pene… y a ustedes una vagina jajajajaja alucina Pollo…
-¿Qué dices bella?… estás loca…
-Yo pienso que todos los varones y eso te incluye Pollo, se sienten invulnerables porque llevan entre sus piernas un pene. Eso ya es por naturaleza creo yo. En cambio nosotras por qué tenemos que tener una vagina, ¡qué tal raza!, si a la larga nosotras somos las que soportamos el más grande dolor que puede soportar un ser humano, sí Pollo, ya no puedes ni hablar de lo borracho que estás, sí Pollo, el dolor de tener un hijo… entonces pollo, nosotras, las mujeres somos más fuertes que ustedes, y es un mito eso de que la mujer es un sexo frágil… ¡Pollo, te estoy hablando!...
-Sí bella, te estoy escuchando…
-Ya ves Pollo, eres un cobarde cómo todos los varones… ¡todos son iguales!...
-¡Salud bella!...
-Sí, salud Pollo, ya no puedes ni hablar… eres un Pollo feo, pero igual, ¡salud!...

Y así mi bella, así me hablabas pegadita muy cerquita a mi boca. Yo te quería robar un beso, un piquito, un roce, una lengua… y nada. Nunca me atreví, nunca mezclé la amistad con eso a eso que yo le llamo un beso. Y eso que tú siempre te me insinuabas. Cómo olvidar cuando fuimos a ver en concierto a Alejandra Guzmán en la Feria del Hogar, con todo ese tumulto que hizo la gente preferiste que yo te frotara por atrás en vez que otro mañoso lo hiciera. Yo nunca tuve esos pecados contigo, yo siempre fui un tonto para eso, o quizás soy un tonto que no se da cuenta de nada ni de nadie. Pero sentí tu aroma que ya era conocido, el olor de tu cabello fresco, puede ver tus pequitas de tu espalda que salían a flote por tus hombros bien formados. Ay bella, ya llevábamos encima cada uno en ese concierto cuatro botellas de cerveza. Y yo nada, cómo un témpano de hielo, incluso cuando Alejandra cantó: Toda la mitad, que para mí esa canción y todo ese disco es el más trabajado y el más musical (letras y melodías) que tiene hasta hora la bella Alejandra Guzmán, yo seguía igual, nada por arriba, y nada por abajo. Eras y eres mi amiga, y como tal te tenía que respetar. Será porque quizás crecimos juntos, desde niños nos comíamos las tortas a escondidas que mi mamá hacía para vender. Hay una foto donde aparezco junto a ti desnudo, teníamos dos años, y nuestras madres aprovecharon el momento antes de bañarnos para tomarnos una foto. Sí mi amiga bella, mi bella soñadora, mi bella borracha, mi bella sonrisa. Ahora, déjame dormir y mañana te sigo contando, te sigo refrescando la memoria, confesándote cosas y mintiéndote. Mi eterna amiga bella, bella amiga de cervezas y pecados sanos.



II




Cuando me dijo mi madre que tus padres ya tenían un buen dinero para comprarse una casa más grande pero muy lejos del barrio, se me vino el mundo abajo mi amiga bella. No te lo voy a negar, quise que algo malo pasara, por ejemplo, que les roben la plata a tus padres, esa plata que con tanto sacrificio pudieron ahorrar. No soy hipócrita mi bella amiga, y muchos menos cuando te escribo. Cuando te fuiste del barrio ya teníamos diecinueve años, un año antes ya sin escondernos nos emborrachábamos en cualquier lugar, en cualquier pollada familiar, en cada fiesta, en cada disco y en cada evento estúpido y tonto. ¿Te acuerdas?...

-Pollo, hoy es el diablo de Laura… ¿Cómo es?… ¿Vamos?...
-Estoy misio bella amiga… no la hago.
-Pero déjamelo a mí. Tú sólo lleva para una oferta…
-¿No me digas amiga bella que vas a hacer lo mismo que hiciste ese día?
-¿Tú que crees?
-No, no hay que ser conchudos…
-Y bien que te gusta ser camarón Pollo feo… Vamos a la fiesta Pollo, yo me pego a unos chicos y bueno les doy bola y así tomamos toda la noche…
-¿Y yo con qué pretexto me acerco amiga bella?
-Con el pretexto de siempre, Pollo feo, que eres mi hermano…

Cuantas veces hicimos esa locura mi bella amiga, siempre de camarones, siempre de gorriones. Todo era tan fácil, eso se debía a tu belleza intacta, alucinante, esotérica y enigmática. Todos se volvían locos por ti, y me envidiaban a morir. Pero lo triste era que algunas veces me tenías que dejar varado en un rincón porque por ahí se aparecía un chico cuero, así es como ustedes llaman a un chico simpático, y con la cerveza en la cabeza y con las ganas naturales de besar a alguien, no perdías la oportunidad de hacerlo. Siempre tú buscabas la mirada, y después de un buen rato de seducción y coquetería, esperabas que el chico simpático te sacara a bailar. Y sin querer queriendo ya estabas en onda y en contacto con él. La cosa que cuando por ratos te perdías de mi vista, ya estabas con él en cualquier rincón besándolo muy apasionadamente, muy calurosamente, y, para variar, muy extrañamente.

-Pollo si quieres vete a tu casa, yo me quedo con él…
-¿Estás segura bella?...
-Sí Pollo feo, qué cuero que está éste pata… mañana te cuento todo, ya.
-Está bien amiga bella, cuídate…

Sabes ahora amiga bella, nunca te hice caso, nunca me iba a mi casa, siempre me quedaba espiándote, esperándote, a ver que pasaba con el chico de turno, lo hacía porque simple y llanamente me preocupabas mucho mi amiga bella. Te tengo que confesar algo bella amiga, algo que seguro te va a molestar, pero sé que me perdonarás, sé que me odiarás, sé que lloraras de risa y de pena, en fin… pero algo vas a sentir. Cuando te solía esperar a escondidas en todas esas salidas con esos chicos simpáticos, observé, miré, te vi, siempre atrás de un árbol o de una pared, también atrás de un coche, o también atrás de un puesto de abarrotes, en fin, en cualquier lugar donde no me pudieras ver, observé, miré y te vi que tan sólo con tres chicos simpáticos te fuiste a instalar a un hostal (explicación: tres chicos por separado, ah), sí amiga bella, un hostal de mala muerte. Bueno, me imagino que con todo ese calor hormonal, ¿a quién le importaría estar en un hostal de lujo?, eso es lo que menos importa en esas situaciones comprometedoras ¿no?
Nunca te dije nada porque no soy quién para meterme en tu vida, claro está, hasta hora. Cuando leas esto mi amiga bella te apuesto que sonará mi celular, yo lo voy a tener prendido, y estaré dispuesto a recibir un montón de carajos y de mierdas por doquier… me lo merezco, por ti, y por mí. Perdóname amiga bella, amiga del tiempo y del espacio y del lugar.

Ya lejos del barrio seguíamos frecuentándonos. No tan seguido, era lógico, ya vivías a una hora de tu ex casa y por ahí que la pereza siempre fue fuerte. Cómo renegabas cuando te levantaban muy temprano para ir al colegio, es por eso que los dos últimos años de colegio lo hiciste en la tarde. Dormilona, malgeniada y coqueta. Ahora me pregunto: ¿Seguirás siendo dormilona?.. .
Un día me llamaste después de tiempo, ya teníamos veinticinco años, y si nos veíamos ya era por casualidad. En esa llamada hablamos como dos horas, la primera hora tú la gastaste y la otra hora yo. Estabas tan feliz porque habías conocido a Gustavo, el amor de tu vida, ya habías madurado, hablabas y se te escuchaba madura, siempre con la misma voz relajada, pero ya cambiada en todo el sentido de tus palabras. Vivías para Gustavo, incluso hablabas de matrimonio, algo que nunca te gustó, siempre estabas en contra del matrimonio –Pollo feo, eso es para huachafos- me solías decir siempre, sana y borracha. Mas en esa llamada, eras otra, y eso me gustó mucho. Tanto así que yo también quería cambiar…

-Pollo, ¿y tú cuándo me vas a presentar una novia, ah…?
-Mi única novia fiel creo yo a estas alturas es mi mano derecha…
-Jajajaja Pollo mañoso, no vaya a ser que contigo caiga a pelo ese dicho que: “hombre maduro….
-Maricón seguro…
-Sí, eso mismo Pollo…
-Bueno, puede ser amiga bella, puede ser… ¡Estás loca!...
-Cambiando te tema Pollo, leí tu novela, mira que a mi no me gusta leer eso, pero para qué ah, me gustó mucho.
-Gracias amiga bella, vamos a ver que pasa pues con mi vida de escritor.
-Suerte Pollo, que todo te vaya bien, yo soy otra mujer y soy feliz, y también espero que tú mi Pollo feo también sea feliz, mi hermano del alma, mi Pollo…
-Gracias por tus palabras amiga bella, espero verte pronto y así poder tomarnos unas chelitas como antes lo hacíamos, como siempre.
-Sí Pollo feo, pero ahora será con Gustavo. Yo le he hablado mucho de ti. Cuando lo conozcas te apuesto que se van a llevar muy bien.
-Eso espero amiga bella.

Me había alegrado mucho por tu gran cambio amiga bella, pero no sabía que ya estabas esperando un bebito de Gustavo. De aquello me vine a enterar después, cuando me invitaste a tu boda. Ya había nacido Nicolás. Así le pusiste a tu primer hijo. Si supiera Gustavo que ese nombre se te vino a la mente en unas de esas borracheras que tanto hicimos y tuvimos, donde ya borrachos nos alucinábamos padres.

-Pollo, ¿qué nombre le pondrás a tu primer hijo?…
-A ver bella, si es mujer: Abril.
-Jajajaja y por qué no mayo o enero, Pollo feo…
-Abril me suena a ternura, no lo mires, ni lo alucines, como un mes del calendario.
-Mmmm bueno, si tú lo dices. ¿Y si es hombre?
-Si es hombre: Santiago…
-¿Santiago?, sí, es lindo, así se llamaba mi abuelo…
-A ya, entonces me olvido de ese nombre jajajaja ¡Salud!.
-Feo, pollo feo… ¡Salud!.
-¿Y tú amiga bella?...
-A ver yo, si mi hija es mujer le pondría: Luciana.
-Suena bonito amiga… ¿y si es hombre?
-Si es hombre: Nicolás…
-También suena bonito…
-Pero Pollo para eso falta mucho ¡salud carajo!, hoy quiero bailar toda la noche…
-Entonces vamos bella, a bailar y a seguir tomando…

Era la clásica empilada antes de irnos a una discoteca. Y siempre lo hacíamos en tu casa amiga bella. Cerveza de la buena y cigarrillos de marca. Teníamos nuestro propio “país de las maravillas”. Ay, ¡Te extraño vieja amiga!... de verdad que sí.
Bueno, volviendo a tu boda, que dicho sea de paso, me invitaste tarde, un día antes de tus nupcias. Sabes muy bien que no soy de esos chicos que se fijan en tonterías, pero lamentablemente la invitación la recibió mi madre, y ella sí, puso el grito en el cielo. Me acuerdo que me dijo que no vaya, que es de mala educación invitar a un amigo un día antes de su boda. Yo no le hice caso amiga bella, porque como ya te dije antes, no soy en fijarme en tonterías. Aparte que, ya tú me habías dicho que yo no necesitaba invitación para tu boda. Sí ó sí, tenía que estar en ese día tan especial para ti y para Gustavo ¡cómo crees que te iba a fallar amiga bella!, ¡cómo crees!. Ahora bien, mi tristeza fue otra, y esto te lo confieso con una lágrima guardada ya desde hace tiempo en mi corazón. Déjame decirte primero que se te veía linda en tu matrimonio, en tu boda, y, a Gustavo también se le veía apuesto muy digno de ti. Yo me senté en los asientos de atrás de la iglesia, me senté allí porque quise tener un mejor panorama de las cosas, a pesar que se te veía lejos, pero igual podía ver todo esa escena tan romántica que algunas vez tanto odiaste (admítelo bella: ¡cómo odiabas el matrimonio!) , en fin, la recepción la hiciste en la misma iglesia, la clásica colita para saludarlos a los dos y saludar a tus padres y a los padres de Gustavo. Qué cantidad de gente amiga bella, aunque fui solo, para variar, pero no pude con tanta gente. La mayor parte de los invitados eran por parte de Gustavo. Sí, sí recuerdo que alguna vez me contaste que Gustavo es el cuarto de nueve hermanos, en ese día tan especial para ti, me acordé de eso y lo pude comprobar con mis propios ojos. Hay que reconocer que fue un matrimonio masivo y hermoso.
Y ahora vamos con lo segundo. Solo ya en un rincón, esperando mi turno, me pude dar cuenta que de haber sido tu mejor amigo por varios años, de haber sido prácticamente tú único amigo, pasaba a ser uno más de tus amistades. Ya tu círculo de amistades había crecido y me acuerdo que cuando te saludé, mejor dicho, cuando los saludé, no pasé de dos abrazos tan simples, tan comunes y tan fríos, porque atrás de mí ya había otra amistad de turno, que era quizás, seguro, una amistad reciente o el presente de tu nuevo mundo, el que ahora estás viviendo mi querida amiga bella. No sabes cómo me sentí, triste es poco, y más aún, el champagne ayudó a deprimirme más. Aluciné otra cosa amiga bella, aluciné que iba a ser el primer invitado, el más importante, el que se llevaría todas las miradas, todas las alegrías, todas las fotos. Por qué tengo que vivir siempre en el pasado amiga bella, siempre soy él que se queda en el tiempo y no se da cuenta que ya estamos en el año 2008. ¡Dios mío, por qué seré un hombre tan feeling, por qué!... Ya en la fiesta, que fue en la casa de tu novio, ahora tu esposo, me encontré con un amigo en común, David, menos mal, porque, sí que la iba a pasar pensando en el recuerdo, y ese recuerdo con el whisky, me iban a poner a llorar como una María Magdalena. No quiero que tomes esto como un resentimiento de tu Pollo feo, desde el principió yo lo entendí así, pero me dolió saber que ya no era tu primicia, tu amigo fiel, tu Pollo feo y tu pañuelo de lágrimas. Te quiero mucho amiga bella, mucho amiga, eso nunca lo olvides.
David conocía a las primas de Gustavo, en especial a dos: Mónica y Maru con ellas hicimos mesa y nos tuvimos que soplar dos horas de ritual matrimonial. Esas benditas palabras de los padrinos, de la novia (tú), del novio, en fin… de ahí el baile que le hace el novio a la novia, después la flor (bouquet) que tuviste que tirar de espaldas hacia tus invitadas mujeres. Menos mal que había sobre cada mesa un whisky de cortesía, porque aguantar dos horas de ritual matrimonial, más, mi tristeza amical, iba a ser para mí el fin del mundo mi amiga bella. Y bueno, terminadas las dos horas, empezó el baile, y la prima de Gustavo no esperó más tiempo, seguro porque se pasó de whisky que, en un abrir y cerrar de ojos y de un tirón, me sacó a la pista de baile, y a bailar se ha dicho, así fue mi amiga bella. Tú sabes que bailar no fue mi fuerte. Pero a tu lado era la excepción. Nunca voy a olvidar que una vez en un cumpleaños tuyo bailamos en una disco toda la noche sin haber bebido una sola gota de alcohol. Simplemente porque no teníamos plata para tomar. Pero fue una experiencia maravillosa, porque nunca en mi vida me había quedado bailando tantas horas hasta que caiga el amanecer. Y en tu fiesta de matrimonio, créeme amiga bella, quise durar bailando toda la noche hasta el amanecer, pero fue inútil, aunque puse todas las ganas del mundo, lo juro, para durar y no defraudar a Mónica que bailaba como nunca, como lo dioses. Yo ya había bebido demasiado que preferí plantarme como un árbol para seguir tomando con todos los invitados (Borrachos) que querían estar como yo. Mónica se buscó otro bailarín y lo consiguió. Después no se los vio más. Buen provecho. Y Maru, sin saber nada yo, se le había declarado a David, que ya borrachos se acercaron a mí para decirme: -Pollo, la próxima boda será la de nosotros- y así fue, se casarón a los pocos meses de tu matrimonio, aunque por ahí me enteré que estaban apunto de divorciarse, si es así, lo siento por ellos. Pido disculpas a David (padrino de Nicolás) y a Maru por no asistir a su boda. A pesar que la invitación cayó por mi casa un mes antes, y otra vez mamá recibió el parte de matrimonio: -Ya ves hijito, así pues sí, así se invita a un matrimonio-, pero lo siento, no pude ir, se me olvidó y cuando me di cuenta ya era domingo. A veces soy tan despistado amiga bella, incluso en tu matrimonio no perdí la costumbre de romper algunos vasos de vidrio (cinco), sí, lo sé amiga bella, soy un Pollo torpe. A estas alturas una pluma más o menos al pollo, no le hace… así que mil disculpas amiga bella, mil vasos de vidrio, y uno de plástico, para variar.



III




-¿Aló?...
-Hola, Pollo feo…
-¡Amiga bella, qué sorpresa!
-A los años Pollo, si yo no te llamo, tú no llamas.
-No, nada que ver amiga bella, cosas que pasan…
-Bueno Pollo ingrato, ¿te creo o no?
-Sí, está bien amiga bella, es verdad, soy un ingrato…
-Eso me gusta, que lo reconozcas Pollo… ¡Ingrato!
-Vamos, sigue, dale, me lo merezco…
-Bueno, cambiando de tema, Pollo leí tu segunda novela.
-¿Y qué te pareció?
-Es maravillosa amigo… no sabes cómo me ha tocado… has contado varias cosas nuestras, ah… de verdad no sabes cómo la he disfrutado…
-Gracias, sabía que te iba a gustar.
-No, te juro que Gustavo me ha dicho que tienes que publicar, invertir en eso Pollo…
-Déjame encontrar un trabajo para así ahorrar y poder mandarla a corregirla y después poder publicarla amiga.
-Ojalá Pollo, porque me muero por ver tu libro atrás de un vidrio, ojalá pollo.
-Y cuéntame ya se acerca tu cumpleaños bella… ¿Qué vas a hacer?...
-Creo que nada, seguro con la familia… Oye Pollo feo, todavía no conoces a Luciana, no conoces a mi hija bella.
-Perdóname bella. Ahora sí, soy un ingrato total.
-Espero entonces verte en el día de mi cumpleaños… ¿A ver cuando es Pollo?.
-Mmmm once de diciembre…
-Tramposo, ahora que me acuerdo, ese día es el mismo día del cumpleaños de tu hermana… ¡tramposo!
-Jajajaja es difícil amiga bella que me olvide de ti…
-Sí, ya veo. ¿Pero vas a ir, no?
-Claro que sí. Tengo unas ganas de ver a Nicolás y conocer a Luciana.
-No es porque sean mis hijos, pero, están lindos mis chiquitos…
-Me imagino bella, tienen a quien salir ¿no?…
-Gracias Pollo feo…
-De qué amiga bella…
-¡Pollo son treinta años que voy a cumplir…! ¡No!… ¡Ya estoy vieja!…
-Viejo es el mar y todavía se mueve amiga bella. Es la ley de la vida.
-Todo porque tú ya tienes treinta, mi Pollo viejo…
-Y bien que te acordaste de mí cumple, ah…
-Sorry Pollo, te mandé una postal… un poco tarde, pero te llegó.
-No te preocupes, sabes muy bien que no me gusta celebrar mi cumpleaños, desde chiquito siempre fui así, un chuncho feo.
-Sí me acuerdo. Además yo estaba en Brasil acompañando a Gustavo, lo mandaron hasta allá por trabajo… ni modo pues Pollo feo. Pero dentro de mi corazón, éste pechito, en ese día, cinco de noviembre, te estuvo extrañando y saludando a la distancia, y siempre será así. Siempre serás mi amigo, mi Pollo feo, aunque ya no nos veamos, aunque ya no nos acordemos de nada. Siempre serás mi amigo, siempre.
-Gracias, gracias bella…
-¿Y cuéntame Pollo, ahora qué estás haciendo?
-Bueno… yo sigo en lo mismo, buscando chamba, escribiendo, enamorado y…
-¡Que!... ¿Escuché bien…?
-Nada. Hago lo mismo…
-No, espera pollo feo. ¿Escuché bien?... ¿enamorado?.. .
-¡No, te voy a contar nada!…
-Vamos Pollo cuéntamelo todo… vamos Pollo loco.
-No insistas bella, déjame ser…
-¿Y qué tal si te invito unas chelitas bien heladas?… y ahí vas a ver que así se te sale todo jajajajaja, Pollo enamorado…
-No insistas bella, no te voy a contar nada…
-No me jorobes Pollo. Cuando estés en mi cumpleaños te voy a sacar todo, vas a ver…
-Está bien, ese día te contaré todo…
-Eso es mi Pollo lindo. Bueno, te tengo que colgar porque mi Luciana ya tiene hambre…
-Sí, de aquí la escucho gritar, llora de hambre…
-Así es, bueno, te cuidas Pollo. Mi pollo. Mi hermano lindo.
-Igual amiga bella, te quiero mucho.
-Yo igual… chau.
-Chau…

Lamentablemente amiga bella no pude ir a tu cumpleaños número treinta. Y créeme bella que no fue porque no quería contarte de la mujer de quién me había enamorado. No, nada que ver, no fue por eso. Al contrario, tenía unas ganas de contarte todo sobre ella. Pero otra vez me fui del tiempo, incluso cometí el mismo error de siempre, el de saludar a mi hermana al día siguiente de su cumpleaños, y lo peor de todo, sin acordarme del tuyo. Cuando me acordé de tu cumpleaños, automáticamente marqué tu número desde mi celular, pero me contestó la grabadora. Llamé a tu casa y nada. Así estuve una semana tratándote de ubicar y nada amiga bella, no te hallaba por ningún lado. Hasta que un día, vísperas de año nuevo, me encontré con David en un bar recién inaugurado. Allí él me contó que ya se había divorciado de Maru, y que estaba comenzando otra relación con una mujer maravillosa, que era diseñadora gráfica, y que era la horma de su zapato. Lo pude comprobar con mis propios ojos, porque al rato ella se apareció, y es verdad que era hermosa y con muy buenos atributos. Se tomaron unas copas conmigo y de ahí se fueron a otro lugar (tú ya sabes ¿no?). En ese compartir me contó que tú, sí, tú amiga bella, ya estabas radicando en San Pablo (Brasil), Gustavo se había ganado un puesto mediante un concurso donde lo catalogaban como un empresario sin techo. Desde allí, en ese país, empezarías una nueva vida, junto con Gustavo y tus dos hijos, Nicolás y Luciana. Y claro, como es lógico, los ingresos económicos iban en aumento. Cuando pude aprender a usar el hi5, entonces desde ahí pude ver tus fotos en Brasil y, dicho sea de paso, conocer a Lucina. Es lindísima, tiene tus ojos… gracias de antemano por tus comentarios, y espero a prender más cosas en hi5 para hacerte muchos saludos o para escribirte. Sabes muy bien que el Internet y yo somos de hace mucho tiempo, enemigos. Pero no te preocupes ya aprenderé. Recién hoy me van a enseñar a colgar una foto a mi hi5. Ahí me verás más gordo, más viejo, más canoso en fin… verás a tu Pollo feo… a tu Pollo amigo y a tu Pollo feliz… porque colgaré también la foto de ella, sí, la de ella amiga bella, la de ella que es el amor de vida, y si algún día nos veremos otra vez, ya no seremos dos (tú y yo), ni tres (Gustavo, tú y yo), ni cuatro (Gustavo, Nicolás, tú y yo), ni cinco (Gustavo, Nicolás, Luciana, tú y yo), ni seis (Gustavo, Nicolás, Luciana, ella, tú y yo), sino siete… porque ella, sí, el amor de mi vida, dentro de su vientre, ya se está formando un varoncito que se llamará Santiago… y yo vuelvo a nacer y vuelvo a escribir… ahora ya sin romper vasos de vidrio y sin tener que emborracharme para acordarme de ti. Mi amiga bella, mi bella amiga, mi bella a la distancia, la vida con penas y alegrías, estas últimas van en aumento, se despide con mucho amor, con ganas de volverte a ver,

Tu Pollo feo, tu Pollo amigo.

Posdata: No vale llorar, deja que yo llore por ti.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CAPÍTULO 12

CAPÍTULO FINAL