CAPÍTULO 14 (Último)
INOCENCIA Y TERNURA AZUL.

14
FINAL.
Y así fueron pasando los años, ahora ya tengo veintinueve años; exactamente un año y un mes de haber iniciado éste libro titulado: Inocencia y ternura azul. Vaya que sí pasa el tiempo muy rápido, ah. Vaya que sí. En fin señores, un libro donde he podido llegar a sumergirme en lo más profundo de mí ser, llegando así a excavar muy hondo hasta llegar a aflorar mis más bellos y eternos recuerdos con total libertad y con total felicidad, gracias a mi madre, a mi padre y a mis hermanos (amigos) y gracias a Dios.
Como se han podido dar cuenta en cada una de las digresiones que he tenido, que dicho sea de paso, quiero aprovechar la ocasión del final de éste libro para pedirles disculpas por todos los desvíos de mi memoria que ahora yo quiero disfrazarlas llamándolas “digresiones”. Pero dichas “digresiones”, no han sido por voluntad propia, sino más bien, por una dictadura voluntaria de aquel bendito recuerdo de mi vida infantil. Años de total libertad, años de mi vida, benditos años, en fin.
Mi modesta pluma, a cada rato de escritura, se iba perdiendo por el sendero de la nostalgia y por la ternura de saber que aquellos años de sentirme completamente libre ya nunca volverán, quizás en esos momentos me aferré a no aceptar que ya había cambiado y que ya no era un niño de cuatro o cinco años. Y, sobre todo, de seguir pensando si algún día llegaré a sentirme igual, o al menos, sentir algo parecido. Dicen que volvemos a ser niños otra vez cuando somos abuelos… Pero si Dios lo permite, primero tengo que llegar a ser padre para entender y caminar por ese camino lógico y real de la vida.
Quisiera seguir contando muchas cosas eternas, alegrías, vivencias de aquellos años de mi vida, pero primero necesité cerrar mis años de nido, mis años de jardín, mis primeros años con mis padres, con mis eternas mascotas y con mi vida y con mi “novia” Roxana.
Más adelante y, ojalá si Dios quiere, cuente las vivencias de mis épocas del colegio (primaria y secundaria), porque vaya que hay muchas cosas que contar ahí, también, mis épocas de universidad, en fin señores, hay muchas cosas por hacer y hay muchas cosas por contar. Pero eso ya será en otro libro o en otros libros, tampoco no sé si será de tipo autobiográfico o mediante una buena historia. Ahora yo necesito un respiro total, conocer más gente, conocer más ciudades, descansar, llorar, reír y amar. Hasta colocar la maqueta en mi cabeza y cuando el “niño del cuento del pasado” esté por salir, ponerme otra vez a escribir. Y claro está, sobre todo, a mejorar, también.
Ahora que he escrito la palabra amar, justo en este momento me están tocando la puerta de mi departamento, debe de ser mi novia Claudia Aliaga Solís. Sí, ella es. Acierto por su forma de tocar el timbre. Me mato de la risa, porque Claudia siempre se olvida que tiene un duplicado de la llave de mi departamento. Seguro ya se habrá acostumbrado a que yo le abra la puerta ¿orgullo de mujer…? qué será amigos, qué será señores. Bueno, con su permiso señores, voy a abrirle la puerta a mi novia y dejo éste libro abierto también…
-¿Claudia qué pasó con tu llave…? No me digas… ¿Otra vez se te ha olvidado?
-Sorry Santiago, sorry amor, es que siempre se me olvida… sorry amor…
-Ya, está bien, no hay problema.
-¿Amor estás molesto?
-No, para nada, lo que pasa es que estaba terminando la novela… y bueno, me interrumpiste, para variar…
-Sorry amor… ¿Te puedo dar un beso…?
-Claro tontita… eso es lo que falta para poder perdonarte jajajaja…
-Entonces Santiago te voy a dar muchos besos…
-Adelante señorita Aliaga.
-… Espera Santiago, ahora no amor, tengo que dictar… he venido sólo porque ayer no pude venir y hoy me moría de las ganas de verte, aunque sólo un ratito.
-Ah verdad que hoy es lunes… tienes que dictar las clases de inglés y después por la tarde las clases de francés.
-Sí amor… pero nos vemos en la noche… ahí sí continuamos jajajaja…
-Mi pequeña coqueta… Está bien Claudia, bueno, así me dejas terminar la novela.
-Sí, mejor amor y hoy por la noche vamos a hablar sobre cómo vamos a hacer para traducir tus novelas al inglés y al francés.
-Mmmmmm primero Claudia hay que hablar con la editorial que me representa.
-De eso yo me encargo amor, déjamelo a mí.
-¿Y cuánto me va a costar tus honorarios?
-Jajajaja eso ya veremos amor… Tú sabes Santiago que business son business jaja.
-Bueno, con tal que la gracias no me salga tan caro…
-Jajajaja para nada amor…
-Entonces Claudia cuando regreses hablaremos de eso.
-Ok amor… Entonces así quedamos Santiago, me voy, se me hace tarde, te quiero mucho, te amo.
-Yo igual Claudia, que tengas un día maravilloso y recuerda llevar la llave, ¿ah?…
-Sí Santiago, no te preocupes esta vez no se me olvida, te quiero.
-Igual Claudia… espera, te acompaño a la puerta.
-No amor, termina con tu novela, conozco el camino.
-Bueno, entonces hasta la noche.
-Ok amor, hasta la noche.
Claudia ya había cerrado la puerta de mi cuarto cuando quise mirarla otra vez, otra vez a mi muy bella Claudia. Bueno señores, les voy a contar cómo conocí a mi eterna novia, y de paso contarles cómo eché a volar a mi eterna soledad, mi más fiel compañera y mi más fiel traicionera.
A ver señores cómo fue, bueno: a Claudia la conocí en un salón de clases. Yo me había matriculado en una academia de idiomas, lógicamente que la prioridad era el idioma inglés. Yo quería aprender aquel idioma que todos en éste mundo tratan de hablar, y vaya que ese “quería” resultó muy cierto, porque al final del curso fui un corcho total. No aprendí casi nada, mejor dicho, nada de nada, y eso no fue culpa de la academia, sino, de mi retardo para con los idiomas, en fin señores, vayamos al asunto que nos interesa.
Cuando entré por primera vez a esa academia llamada “Ciudad de idiomas” me dije a mí mismo que algo me iba a pasar en ese lugar, y efectivamente, pasó algo, conocí el amor, y ese amor también me conoció a mí.
Cuando entré al salón donde me tocaba estar, ya todos estaban en mitad de la clase de inglés. Vaya que llegué tarde ese día. Es que resulta que yo siempre fui un partidario de la “hora peruana”, una mala costumbre de mi país, mala costumbre a la que yo nunca fui ajeno; pero ahora me pregunto: ¿Quién no ha pasado por una tardanza involuntaria? Creo que todos ¿no?... yo creo que por lo menos alguna vez a todos los que habitamos en éste mundo mediático (me incluyo) se nos ha pasado el tren de la puntualidad, es inevitable señores llegar tarde, ya sea a una cita, o a una reunión, o a un evento importante o quizás menos importante, o tal vez siempre llegar tarde a la cotidiana vida en general. Y bueno señores como dicen por ahí:
“Al mejor cazador se le escapa la paloma”
Pero el motivo de mi tardanza de aquel día, no fue por la bendita costumbre de la “hora peruana”, sino, porque el día anterior de aquel lunes, me metí una borrachera del demonio con mis amigos de mi infancia (colegio), ¿Motivo principal? fue el onomástico de uno de ellos y cuando desperté no saben señores cómo la cabeza me daba vueltas. Las clases eran a las diez de la mañana, de lunes a viernes, imagínense señores qué pereza levantarse a esas horas cuando Lima está de invierno, vaya que cuesta ah, y ustedes se estarán preguntando:
¿Quién te mandó hijito a escoger ese bendito horario?
Les respondo de inmediato: Escogí aquel horario porque todas las tardes y todas las noches las gano escribiendo, costumbre de mi padre, y ahora mía también. “Lo que se hereda no se hurta señores”
Bueno, toqué la puerta de aquel salón de idiomas, cuando se abrió la puerta el profesor del curso me dijo: Very late, very late, take seat… Para esto yo no entendía nada de nada y el teacher al señalarme el asiento de adelante, sólo atiné, claro por lógica, que me estaba invitando a sentarme.
Claudia estaba sentada adelante y justo había a su costado un asiento vació, y yo ni corto ni perezoso me senté a su lado. Yo estaba perdido, así como ahora estoy perdido por el amor de Claudia. Y a ella se le notaba que estaba muy feliz por aprender el idioma inglés, a ella las ganas de superarse se le notaba a simple vista. El primer básico lo pasé con las justas, setenta y cinco de nota, como dicen los adolescentes, “lo justo”. Ella había pasado con noventa y ocho, su primer básico y ya tenía una beca completa. El segundo básico otra vez llegué tarde, pero esta vez sí fue, lo juro, “la hora peruana”, en fin señores, cuando toqué la puerta ya no me recibió un teacher sino una teacher. No me dijo nada, sólo pasé desapercibido, como siempre. Para mi mala suerte Claudia ya se había sentado con otra amiga, que por cierto era muy linda. Y yo me senté atrás, otra vez atrás. Casi todo el segundo básico no nos sentamos juntos, y otra vez Claudia sacó beca completa y yo otra vez pasé con setenta y cinco. Qué tal diferencia ¿no?… hay que confesar que ya Claudia me gustaba mucho, me gustaban y me gustan sus ojos eternos, reales, lindos, tiernos, transparentes su boca es sensacional, sus pómulos bien formados, su sonrisa de fantasía, lo único malo que se había engordado un poco; bueno, eso nunca fue un problema para ella, porque Claudia siempre fue de contextura gruesa, lo sé por sus fotos que un día me enseño en plena clase, pero todavía no éramos enamorados.
Y llegó el básico tres. Es ahí donde me propuse de la mejor manera, sana, a conquistarla, a ganarme su amor. Su bello amor. Me estoy acordando que un día ella me comentó que no le gustaba ir al cine, le pregunté el motivo, sólo me dijo que se le era muy aburrido ver una película con tanta gente sentada, prefiere la televisión y ver una película por el reproductor DVD. Y hasta ahora señores la trato de convencer para ver una película extranjera en la pantalla grande, y se sigue rehusando, tanto así, que me empieza a hablar en francés o en inglés, sólo me habla así cuando está molesta. ¡Qué miedo señores! Pero Claudia es un amor de gente, la más bella mujer que he conocido, la que me puede ordenar mi vida y mi cuarto, la que con una sola palabra me cambia por completo, cuando la luna no está ella cumple ese rol, para cuidarme por las noches, para iluminarme con su verdadera luz y, sobre todo, para que a la hora de escribir no escriba con las tripas, como escribe Alfredo Bryce, sino, para escribir con el corazón. Un corazón que acelera cada vez que la ve, cada vez que estamos juntos, cada vez que hacemos el amor, cada vez que la espero, cada vez que la sueño y cada vez que se ilumina el infinito, mí infinito y cada vez, y cada vez…
Precisamente ahora, en estos momentos, estoy mirando aquel cuadro que me regaló Claudia por el día de mi cumpleaños. Claudia sabe pintar muy lindo, tomó clases rigurosas con un pintor francés, un gran pintor bohemio francés, que por cierto fue su novio, es por eso que no le costó a ella nada aprender aquel idioma que ya domina a la perfección y vaya que lo domina ah. En ese cuadro Claudia me retrató, me pintó, que bien le salió, aunque yo no soy muy bien parecido, Claudia hizo el milagro e hizo la luz. Y debajo de mi retrató un ángel que representa la insignia de un grupo de rock muy antiguo que a ella le gusta mucho, SERU GIRAN y, que por cierto, a mí también me gusta mucho. Hacemos el amor escuchando esa música, siempre nos casamos escuchando esa música y nos enamoramos escuchando esa música. Claudia me dedicó un tema de SERU GIRAN, se llama “Seminaré” y yo le dediqué un tema llamado “Nos veremos otra vez” también de SERU GIRAN. A mi bella Claudia le gusta mucho la música, más si es la música antigua, el rock de los setentas, ochentas y parte de los noventas. Y para bailar sólo baila la música de Juan Luís Guerra y su Cuatro Cuarenta. Es lo único que baila, y que bien se mueve, que bien lleva el ritmo ¡caray! Como suele decir mi madre Liz. Es por eso que Claudia siempre me suele decir:
“Sin buena música no puede existir el amor”.
Y yo le doy toda la razón. Mil veces la razón. Porque la música va de la mano del amor, va de la mano del son, del rock, en fin señores, va de la mano de un sinfín de ritmos, tomen ustedes de cualquiera de ellos y aprendan a sentir aquella música que los hace sentir que son amados y que aman también. “La música va de la mano del amor” así que señores tarea para su casa, disfruten de su oído al compás de la música de amor.
Y sigo pensando que es un placer infinito ver a Claudia molesta, eternamente un placer infinito. Me acuerdo que cuando la estaba cortejando, siempre le quise robar un beso, porque tenerla tan cerca sentada a mi costado en plena clases de inglés, provocaba eso, sí, robarle un beso. Hasta que lo hice, y se molestó mucho conmigo, mucho señores. No me habló por dos semanas, pero después me perdonó, después todo fue de maravilla, porque un día la cité en el parque del amor, y ahí fue donde me declaré. Primero le escribí en un papel lo que yo sentía y siento por ella, justo, aquí tengo el papel, está al frente de mi ordenador, en él dice:
“Claudia Aliaga Solís, dime cómo hago para decirte que te quiero”
Ella al leerlo se puso nerviosa, roja total, y yo pensé que era el momento preciso para robarle otro beso y así lo hice, le robé el beso soñado. Claudia me correspondió eternamente, tanto así, que ya son siete meses que estamos juntos, felices y enamorados. Cada vez que hacemos el amor nos entregamos con todas nuestras fuerzas, dejando el alma en varios suspiros, ella en cada te quiero llora yo en cada te amo me muero. Porque ahora somos uno, respiramos juntos, sentimos juntos y vaya que lo hacemos bien, porque estamos enamorados, porque creemos en el amor y porque hay algo más, más y más…
Claudia, acaba de cumplir veinticuatro años, su cumpleaños acaba de pasar, claro que fui, conocí a su padre el chef, a su madre la psicóloga y también conocí a sus dos bellas y adoradas hermanitas: Celeste y María. Yo las quiero mucho, son como si fueran mis hijas. A María la más pequeña llora cuando me voy, quiere que la lleve a pasear y a jugar. Y a mí se me parte el corazón dejarla solita llorando, ay mi pequeña María, no sabes cuánto te quiero, mataría por verte siempre feliz, con esa sonrisa tan parecida a mi pequeña Claudia, a tu bella hermana. ¿Y Celeste? Ella ya está más grande, ya está a punto de terminar la primaria, y es muy inteligente. Claudia me dice que Celeste es la más guapa de las tres, bueno, sacando mis líneas, yo pienso que sí, pero las tres tienen lo suyo. Celeste conmigo es más reservada, lacónica, y está bien que sea así. Me gusta su sinceridad. Tiene carácter, una niña con personalidad, me saluda en término medio, ni alegre ni molesta, yo la saludo con mucha alegría, sí, con mucha alegría porque me siento feliz de verla y feliz de saber que está bien y contenta. Sólo quiero aprovechar la ocasión para decirles a las dos, que se cuiden mucho, que aprendan mucho de la vida, que sigan el ejemplo de su hermana la mayor y que cuentan conmigo incondicionalmente, porque las quiero mucho y deseo con muchas fuerzas que sean felices para toda la vida. Y así va a ser señores, se los juro. Que Dios siempre me escuche. Amén.
Claudia, insiste con la idea que yo aprenda francés, me dice que es más fácil que el inglés yo le digo que no tengo cerebro para los idiomas y ella me dice: terco, eres muy terco. Tanto fue su insistencia, que bueno acepté y dejé que me enseñara aquel idioma tan elegante y fino. Dejé que me enseñara al mejor estilo europeo, esto quiere decir, a leerlo y por supuesto a escribirlo también. Y en eso estamos señores, vamos a recordar algunas clases particulares de la profesora Claudia Aliaga Solís, sí, vamos:
-A ver mi amor… en esta clase te voy a enseñar algunas palabras importantes y frases más comunes… Vas a hacer de cuenta que estás en Francia, exactamente en la ciudad de Paris… y bueno, se te ocurre saludar a alguien…
-Sí yo quiero saludar a alguien sólo levanto la mano y digo hola aja.
-No pues Santiago, esto no es un juego.
-Ya, está bien, Claudia, discúlpame… ¿Cómo se saluda en francés…?
-Ya, escucha amor… así: Buenos días – bonjour/ bonjú…
-Bonjour… Buenos días.
-Sí amor pero se pronuncia bonjú… mira te lo escribo…
-¿Bonjú…?
-Eso Santiago, así.
-Ah, así no más, suena bien… ¿Y buenas noches?
-Ya, buenas noches se dice: bonsoir / bonsuá…
-Bonsuá… ¿así está bien…?
-¡Eso mi amor…! Ya ves que es muy fácil el idioma…
-Bueno, así parece.
-Ahora te voy a enseñar a decir: Gracias y muchas Gracias.
-De nada señorita cuando usted quiera jaja.
-¡Santiago…!
-Ya, está bien, disculpa, continúa Claudia.
-Se dice: Gracias – merci / megsí…
-Ah ¿mecsí…?
-No, vamos amor esa lengua, así: megsí…
-Megsí…
-¡Eso amor…! ¡Claro así se dice!
-¡Me está gustando ah! ¿Y muchas gracias…?
-A ver amor, vamos con algo más complicado…
Muchas gracias se dice: mercibeaucoup / megsíbocú…
-Pucha, Claudia lo haces complicado, todo iba tan bien.
-Vamos Santiago tú puedes…
-Ya, a ver… mecsibócu…
-Esa lengua amor, desenrédala… megsíbocú…
-Megsíbocú…
-¡Eso es amor…! Un beso de premio…
-Merci amor… jajajaja
-Jajajaja eso es amor, ya ves que sí puedes.
-Sí ya veo…
-Ya otra más amor.
-No Claudia, suficiente por esta noche, no seas mala.
-Jajajajaja ya la última, esta es más fácil…
-Ya, está bien, ¿cuál?
-Adiós: au revoir / ogvuá…
-Ogvuá…
-¡Sí! Eso es amor, otro beso y final de la clase por hoy…
-¡Lo hice bien…! ¡Vaya que sí…!
-Sí amor, ahora, mañana sin papel y sin nada de ayuda, quiero que me digas lo que hoy hemos aprendido ya, así avanzaremos muy rápido.
-Eso creo.
-Pero todo depende de ti, ah…
-Sí, lo sé… pero con tal que no lleguemos a los verbos todo irá bien…
-Je t’aime Santiago… Je t’aime…
-¿Qué…?
-Jajajaja que te amo Santiago… Te amo…
-I love you Claudia… forever…
Siempre, después de terminar las clases de francés y de inglés terminamos en la cama, hablando otro idioma, el mejor de todos los idiomas, el idioma del amor, del más tierno amor, del más sublime amor y los: Je t’aime… Y los I love you, afortunadamente no existen, porque simple y llanamente sobran.
Cuando hablamos de matrimonio, la más emocionada es ella. A mí me resulta muy interesante el matrimonio pero tengo que confesar que no mucho me convence. A pesar que he crecido dentro de un núcleo familiar muy formado y muy sólido (ésta novela da fe de lo que digo). Pero por Claudia, soy capaz de hacer cualquier cosa, dejar mi estúpida ideología anticonvencional para otro momento y firmar esos papeles que significaría el ligamiento legal de mi vida conyugal con mi bella Claudia. ¿Y por qué no señores…? Las fotos, los videos, la ceremonia, cumplir con el sueño más soñado de una mujer, ¿Por qué no amigos…? si está en nuestras manos ¿por qué no? Si hay amor… y el amor todo lo puede, todo lo hace. Y sí, Claudia, si todo va de maravilla, me caso contigo, primero le pido tu mano a tu padre el chef, después a tu madre la psicóloga y por último a tus dos hermanas y listo, nos casamos, cuando tú quieras mi amor, cuando yo quiera mi vida. Bueno, cuando se nos antoje hacer la última locura de nuestras vidas. Hoy mismo te lo digo, cuando regreses de tus clases, te lo juro Claudia, la editorial me acaba de hacer una buena propuesta, la casa de playa de mis abuelos está a mi nombre, tú con tus clases de idiomas y, sobre todo, con todo el amor que sentimos, creo yo, que es más que suficiente para empezar una vida juntos, creo que, basta y sobra. Seremos muy felices mi amor, empezaremos desde abajo, y lucharemos juntos, un solo puño. Nadie nos va a separar, nadie, te lo juro Claudia.
Estoy enamorado, no hay nada más que decir, estoy hecho de amor. Me acuerdo que un día después de hacer el amor con mi bella Claudia, ella me dijo que se quería casar conmigo, yo le tuve que decir que no ¿Por qué? Bueno, porque al decir verdad, me tomó por sorpresa aquella prueba de amor, quizás no entendí o quizás no quise entender; le tuve que mentir, usar la mentira para escapar de la pregunta, la peor salida, que horrible recurso:
-Claudia, mira, todavía es muy pronto, tengo problemas con la editorial y no sé si el próximo año seguirá apoyándome y bueno mi amor, tú sabes que siempre hay que pensar con un pie en el cielo y el otro en el tierra…
-Pero Santiago yo te amo…
No saben cómo se me rompió el corazón cuando me dijo aquella palabra. Claudia casi me lo dijo llorando.
-Claudia, escúchame, yo también te amo ¿Pero no crees que estamos corriendo?
-… Ya está bien… no dije nada…
-¿Te vas?
-Sí… ya es tarde…
-Te acompaño…
-No, duerme, y por favor olvida lo que te dije…
-No lo voy a olvidar, porque es lo más hermoso que me han dicho hace veintinueve años…
-¡Ya te dije que lo olvides…! ¡Adiós…!
Cerró la puerta de mi cuarto casi llorando, seguro habrá llorado, pero no en mi presencia, mi bella Claudia es muy fuerte, en cambio yo soy un cobarde, no merecía esas lágrimas, me odié tanto esa noche, me sentí como una basura, un perro sarnoso, una porquería, fui un maricón, tuve miedo, el miedo a no dejar mi soledad, mi más fiel compañera, mi más fiel traicionera ¡Maldita sea, qué cobarde que fui ese día…! Claudia no me vino a visitar por varios días, y estuvo bien, yo la extrañé a mares, le envié un mensaje de texto al su celular diciéndole:
“Eres lo más importante, hoy y siempre”
Santiago.
Y en un abrir y cerrar de ojos ya me estaba tocando la puerta de mi casa, la puerta de mi cuarto, volvimos a amarnos como siempre, como ahora, como a futuro y nunca más me tocó el tema. Ese mismo tema que hoy mismo por la noche le voy a tocar. Ya estoy en sus manos, ella puede hacer conmigo todo lo que se le antoje, incluso, decirme que no se quiere casarse conmigo, y bien merecido. Entonces, vamos a ver qué pasa esta noche amigos, vamos a ver, que por cierto ya se está oscureciendo, Lima de noche, Lima de negro. Mi bella Lima.
Claudia, sabe cocinar muy bien, su especialidad las pastas. Y es lógico señores, si es hija de un chef a carta cabal, el mejor chef del mundo. Como ya dije antes:
“Lo que se hereda no se hurta”
¿Y a mí que no me gustan las pastas…? ¡Dios mío, ahora mismo mataría por una Lasaña…!
Todos los domingos cenamos lo que Claudia cocina, y es un placer comer de su mano, de su sazón. Cenamos y vemos una película por el productor DVD y después nos matamos de risa con el terrible escritor y conductor de televisión: Jaime Bayly. Nos hace matar de risa, mejor dicho, lloramos de la risa. A Claudia le gusta mucho como escribe Bayly, creo que se ha leído todas sus novelas, desde: “No se lo digas a nadie” hasta “Y de repente un ángel” incluso ella me molesta mucho diciéndome que nunca me voy a igualar a él como escritor. Claudia tiene mucha razón, Jaime Bayly es una de las voces más talentosas de la nueva literatura universal, sus premios lo avalan, a mí también me gusta mucho como escritor, es muy inteligente, es muy directo al escribir. Pero muero de celos porque también siento que a Claudia le gusta como hombre, no, es increíble eso, a pesar de que él ha confesado su bisexualidad a los cuatro vientos; pero Claudia muere por él, y creo que no sólo ella, sino muchas mujeres de aquí de mi país y del mundo entero.
Y así pasamos los días ella y yo, juntos y felices. Los sábados nos ponemos a hacer nuestras cosas, yo sigo escribiendo sin parar y ella en el otro cuarto prepara sus clases de idiomas de la mejor manera. Por la noche, nos vamos a pasear, nos gusta mucho ir al Parque del amor, será porque allí nos hicimos enamorados o porque queremos ver el mar en esa oscuridad latente a nuestros ojos. También nos gusta ir a las librerías viejas, porque en ellas siempre encontramos libros viejos e interesantes. Claudia busca libros en francés y libros en inglés, originales por supuesto, yo por lógica, busco libros en español, aunque sea extranjeros, traducidos al español, aunque debo confesar que no es igual, eso siempre me dice Claudia y eso mismo pienso yo. Eso de las compras de los libros lo hacemos terminada la tarde, y más noche se nos antoja ir a bailar, ya sea en una discoteca o en mi departamento alquilado, siempre bailamos pegaditos, muy pocas veces separados, bailamos mirándonos sin desviar las miradas de seducción, las miradas de coqueteo, sabemos jugar y sí que lo hacemos bien, ah. También nos gusta mucho ir al Parque de las Leyendas, tanto mi madre Liz y mi bella Claudia aman a los animales, ah, yo también los amo y las amo para siempre.
Un día cualquiera, Claudia me trajo a mi departamento un perrito chusquito, lo había recogido de la calle casi moribundo de frió y de hambre. Tenía la patita muy dañada, creo que otro perro más grande le había mordido. Y mi bella veterinaria supo lo que tenía que hacer, lo bañó, lo abrigó y lo curó y hasta nombre le puso: “Patita” original y muy lindo el nombre del perrito. Hasta para eso es buena mi bella Claudia, hasta para eso señores. Te amo Claudia.
“Patita” se instalo un buen tiempo en mi departamento. Yo estaba feliz, porque ya tenía con quien conversar en mis noches de soledad. A “Patita” le contaba de mis novelas, de mis amores, de Claudia y de mi triste soledad. “Patita” me escuchaba muy atentamente, creo en cada movía de cola me respondía, pero a veces cuando volteaba a verlo ya no estaba en mi cuarto escuchándome, seguro se habrá aburrido de mis problemas, de mis amores, en fin señores, de todo. Claudia siempre le traía sus huesitos frescos y siempre le contaba cuentos, y también le hablaba en inglés y en francés. “Patita” creo que le entendía, saltaba con ella, movía la cola, y ladraba en inglés y en francés.
“Patita fue como nuestro primer hijo, yo también saltaba de alegría y Claudia igual, todo fue maravilloso por aquellos días, pero lamentablemente “Patita” murió.
Fue mi culpa. Cuando salí a comprar hojas para imprimir mis borradores, al regresar dejé la puerta abierta de mi departamento, que por cierto queda en el primer piso de un edificio muy bonito (Siempre en Magdalena) y bueno, “Patita” salió de mi departamento sin que yo me diera cuenta, y como el perrito no sabía nada de nada, se fue sin nada de nada a cruzar la pista y lo envistió un auto. Se había salvado de las dos primeras llantas, pero al final lo cogió la llanta de atrás, exactamente la llanta derecha. Creo que yo me di cuenta después de dos horas, justo cuando le iba a dar de comer a “Patita”, porque lo busqué por todo el departamento, por todo el edificio, hasta que salí a la calle y lo encontré pegadito sobre el andén de la calle, totalmente destruido. No lo podía creer, el perrito de mi bella Claudia ya era cadáver, nuestro primer hijo había muerto. Con mucha pena lo tuve que recoger de ese lugar e ir al parque más cercano de mi casa para enterrar a “Patita”. Cuando llegó Claudia de sus clases le tuve que decir la verdad, y toda la verdad se la dije. ¿Y qué genio me sacó? No era para menos.
-Hola amor… ¿todo bien…? Aquí le traigo huesos frescos a mi perrito tan bonito, peshosho… ¡Patita…! ¡Patita…! ¡Mira quien llegó… tu mamá! ¡Patita tu comida…!
-Claudia puedes venir, por favor…
-Sí ya voy amor… ¡Patita…!
-…
-Sí dime Santiago…
-Claudia, perdóname, fue mi culpa…
-¿Pero de qué te voy a perdonar amor…? ¡Patita…!
-Patita, está muerto…
-…
-Sí, Claudia, lo envistió un auto, fue mi culpa, yo dejé la puerta abierta…
-¡Qué! No te pases pues Santiago… ¡Eres un distraído, tonto…! ¡Eres un niño que no se puede hacer cargo de nada…! ¡Tienes que volver a tierra cuando no estás escribiendo…!
-Está bien, dime todo lo que quieras, tienes razón, pero fue sin querer…
-¿Cuando te dejen el departamento vació, también va a ser sin querer…? ¡Ay, pobre mi perrito…!
-…
-¿Donde está…? ¿Quiero verlo…?
-Está enterrado en el parque de al lado.
-Voy a verlo y a despedirme de él y no me esperes, no regresaré.
-Yo siempre te voy a esperar Claudia…
-¡Adiós…!
Claudia regresó a la media hora. Regreso para disculparse. Yo la perdoné, como siempre. Pero nunca me perdonaré la muerte de “Patita”, nunca.
-Santiago todo lo que te dije fue por cólera ¿pero sabes?
-¿Qué Claudia?
-Te amo Santiago, y así distraído te quiero, así me gustas, no cambies, eh…
-Yo también te amo Claudia… “Patita perdóname”.
Nunca me voy a olvidar que esa noche lloramos mucho por “Patita” hasta le hicimos una misa casera, le rezamos y le lloramos. Todos los domingos a nuestro angelito lo vamos a visitar a su santa sepultura, Claudia siempre le lleva flores, y yo agua para mojar la tierra de su tumba. Nos prometimos que nunca nos olvidaríamos de “Patita”, y que siempre lo iríamos a visitar, y en eso estamos amigos, Claudia y yo. Yo y Claudia, aunque el burro vaya por delante, pero juntos, porque simple y llanamente somos uno. Por fin mi vida tiene sentido, y eso creo yo, es madurar. El amor sí que cambia a las personas ¿o no es amor señores?, ¿ustedes qué dicen?…
Cuando recién nuestra relación de pareja se iniciaba, a Claudia siempre la notaba triste, sobre todo los días de la última semana de cada mes. Nunca quise meterme en su vida personal, bueno, porque pensé que tenía que ser así, cada uno con su espacio y su tiempo. Claudia y yo Somos uno, pero con mucha independencia de criterios y cambios culturales. Pero una noche de lluvia después de hacer el amor, Claudia se quebró por completo y empezó a llorar de tristeza. ¡Ahí sí señores!, supe que tenía que estar ahí, y saber qué es lo que le afligía tanto a mi bella Claudia. Y eso hice. Les cuento:
-Ya, ahora que ya has desfogado, me vas a contar qué te pasa. Yo no te he dicho nada hasta hora, porque creo que cada uno tiene que resolver sus problemas por muy enamorados que estamos. Pero ahora veo que necesitas ayuda, porque si estás llorando, algo te debe estar pasando, ¿no?… ven chiquita, cuéntame, y quiero que sepas una cosa: ya no estás sola…
-Santiago, no me hagas caso… no pasa nada.
-Vamos Claudia…
Claudia no sabía mentir, nunca lo supo hacer bien. Y siempre con ella llegué a la verdad, así como mamá Liz, a la verdad señores, su verdad. Cuando se dio cuenta que ya estaba acorralada con mis interrogantes, Claudia por fin me dijo lo que le pasaba:
-Es por mi Padre Santiago.
-¿Y qué tiene tu padre Claudia?
-No, nada malo a Dios gracias…
-¿Entonces…?
-Sólo que lo extraño, bueno, lo extrañamos.
-Ah pequeña… ya caigo…
-Lo extraño mucho… no es justo que sólo lo pueda ver una semana de cada mes, no es justo…
-Sí pues Claudia, pero es su trabajo. Cuando uno es bueno en lo que hace siempre van a abundar las ofertas de trabajo y tu padre es un gran chef internacional...
-Sí lo sé, yo estoy muy orgullosa de él, muy orgullosa…
-¿Entonces mi amor…? Ya no te aflijas más pequeña.
-No puedo, soy muy sensible. Más ahora que sé que mañana mi padre va a firmar un contrato importante.
-¿Un contrato?
-Sí Santiago, le están ofreciendo un puesto en un barco, como jefe de cocina internacional…
-Caramba, ni el mismo Gastón Acurio, ah… ¿Tú sabes lo que significa eso Claudia…?
-Sí, sé que le van a pagar muy bien, roce internacional, experiencia en fin, pero nosotras qué Santiago, nosotras qué…
-Vamos chiquita… Piensa en la educación de Celeste y en la de educación María.
-Claro que pienso en ellas amor, quizás eso sea el motivo principal para que mi padre mañana firme ese contrato.
-¿Y no Sabes por cuánto tiempo…?
-Dos años Santiago, con derecho a renovar.
-Dios, vaya que sí es tiempo ah.
-Por eso estoy así muy triste Santiago, porque sé que cuando mi padre parta en ese barco a la mar, ya no será un mes sino varios meses que no lo voy a ver y no sabes cómo me duele eso…
-Te entiendo Claudia, pero te vuelvo a repetir, Celeste sueña con ser Doctora en medicina, y a María le encanta los números, es una niña muy hábil, y hoy en día Claudia, déjame decirte que para todo eso necesitas una inversión muy grande, dinero amor, todo lo hace el dinero Claudia. Gracias a tu padre, eres lo que eres, una chica de bien, así que tranquilízate y vamos amor… ¡ánimos…!
-Sí, sí, sí, sí… pero me duele amor, yo a mis padres los amo, daría la vida por ellos.
-Lo sé. Pero no llores Claudia, ya lloraste mucho, vamos ven aquí…
-Quizás tengas razón, quizás.
-Es la verdad, pequeña.
-Está bien Santiago, mi padre hace eso por nosotros y por mi madre. Así tengo que pensar.
-Eso es amor, así me gusta que hables.
-Mi padre el Chef, el mejor, el más guapo, el más bueno, el más respetado… el más…
Ahora el padre de Claudia viaja en un barco llamado “INTERSEA” haciendo de su arte culinario el mejor despertar de un nuevo día para toda la gente importante que viaja a bordo en aquel barco tan famoso y lujoso. Se comunican a diario, tanto ella como su familia. Su madre, que por cierto es muy bella, siempre lo espera, con todo el amor del mundo, me hace acordar a Penélope, aquella mujer de la Odisea de Homero, y del gran amor de Odiseo, hay amores que nunca mueren, éste es un ejemplo. Desde aquí, bendiciones para aquella linda familia, por siempre y para siempre.
Y bueno señores… ¡No, otra vez!, me están tocando la puerta, otra vez, por la forma de tocar creo que otra vez es Claudia. Jajajaja otra vez se ha olvidó la llave jajajajaja, ay mi Claudia. Bueno amigos, ya es de noche, y lamento decirles que ya no dejaré éste libro abierto, por fin se terminó, ya es de noche en Lima y, hoy, le diré a Claudia que se case conmigo ¿Qué pasará? Nadie sabe, ni yo mismo. Ha sido un gusto eterno estar con ustedes todo éste tiempo, de verdad señores un gusto, un placer, cuídense mucho, cuídense por favor amigos. Y vivan el presente con mucha intensidad, porque lamentablemente, nadie nos asegura un mañana, nadie, señores.
-¡Ya Claudia, ya te voy abrir…!.
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Fin.
Fin.
Hola Iván, leí el sábado rapídisimo el capítulo final, y hoy con más calma puedo leer con más tranquilidad, estoy enla espera de tu próxima novela, ó quizás alguna historia urbana. ¡Buen Capítulo!!!. y los videos también...particularmente me encanta las canciones de Juan Luis Guerra.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Campo de Almas, gracias y de todas maneras la prox novela va dar de qué hablar. Un fuerte abrazo y mucha suerto.
ResponderEliminarIván.