CAPITULO V

EN LA MISMA VEREDA.


V
Felipe, estaba en su casa sentado en su sillón favorito. Esperaba a Lorena muy relajado dejándose llevar por la música clásica que había puesto en su equipo de sonido: Ludwig Van Beethoven era el único que le podía alimentar los sentidos. “No hay como Beethoven, sinfonía número nueve”. Felipe esperaba a su novia para ir al cumpleaños de su madre. La música siguió su camino y Felipe se asomó por la ventana y se percató que ya era de noche. “Vaya, que en ésta ciudad pasan las horas muy rápido, hace poco era de día y ahora todo está oscuro”…
Felipe escuchó el timbre de su casa, abrió la puerta sin mirar por el ojo mágico, porque ya sabía que era su novia Lorena.
Lorena había planificado todo. Una linda cena. Con la complicidad de Doña Catalina la madre de Felipe. Ambas estaban de acuerdo que la familia tenía que estar unida pase lo que pase; que, de una buena vez, ya era hora, que padre e hijo, limaran asperezas. Lorena pensaba que el onomástico de su futura suegra era la oportunidad perfecta para la unión de su novio y su suegro. Que tanto Felipe y Don Ernesto dejaran a un lado el escudo del orgullo que los había tenido separados por varios años.
Felipe, se imaginaba lo que le esperaba aquella noche. Estaba muy contento por el cumpleaños de su madre; pero, sabía muy bien que su padre siempre tenía un motivo para hacerlo sentir mal. Y él más que nadie no se iba a quedar callado, estaba preparado para cualquier indirecta, canallada y ofensa que proviniera de su padre. “Ay papá cuando te enteres que voy a comprar la casa donde ahora estoy viviendo vas a querer que la tierra te trague. Pensaste que nunca lo iba a lograr y que algún día retornaría a tu casa mutilando mi orgullo y pidiéndote ayuda para comenzar de nuevo. Pero te equivocaste de nuevo, seguro te olvidaste que soy tu hijo, que llevo tu sangre y que soy un ganador. Bueno querido papi, si sigues con ese afán de hacerme sentir mal atente a las consecuencias.” Se decía a sí mismo Felipe manejando su coche en toda la oscuridad limeña. Lorena “presa” a su lado en ese instante se acordó de algo muy importante:

-¡Mi amor nos estamos olvidando la torta!... ¿Amor?
-Sí Lore, disculpa... ¿Me decías?...
-Que nos estamos olvidando comprar la torta de tu madre.
-Ah verdad, bueno vamos a comprarla, conozco un lugar donde preparan unas tortas estupendas.
-Yo también conozco uno mi amor pero mejor vamos a la pastelería que conoces...
-Bueno, vamos…

Felipe, estacionó su coche en la pastelería más cara de lima y Lorena muy conciente se aliviaba por no convencer a su novio en ir donde la pastelería que ella conocía. “Menos mal que no me hizo caso Felipe, porque el lugar donde lo iba a llevar a comparación con éste no le iba a gustar para nada. Pero eso sí, doña Meche la dueña de la pastelería que yo conozco; prepara unas tortas que son mejores que estas pitucas tortas que con tan sólo mirarlas no me provocan nada, ni siquiera probarlas”. Así pensaba Lorena ya adentro de la pastelería.

-¿Cuál te parece más sabrosa Lore?...
-Cualquiera mi amor, yo sé que a tu madre le va a gustar cualquiera que elijas.
-Muy bien me llevo ésta, señorita por favor...
-¿Señor, a nombre de quién?...
-Ah, le pone feliz cumpleaños mamá Catalina...

Después de cinco minutos le trajeron la torta a Felipe con el nombre de su madre encima de la misma. Lorena recibió la torta, se cercioró de que todo estuviera bien, en orden; mientras Felipe se dirigió a la caja y pagó con efectivo la dichosa torta.

-Lore, nos olvidamos de algo...
-¿De qué amor?...
-De las velas... Adelántate al coche con la torta que yo me encargo de eso.
-Muy bien mi amor dame las llaves del auto...

Felipe, compró dos velas en forma de incógnita. Preguntó si eran estas las que se apagaban y se volvían a encender. La persona encargada le respondió afirmativamente y, haciendo una broma de mal gusto, Felipe salió de la pastelería muy afanoso, ya con todas las ganas de ver a su madre.

-Bueno Lore, llevamos la torta, las velas y el vino... Espero que todo salga bien...
-Si cada uno pone de su parte mi amor todo saldrá bien...
-Eso espero...

Felipe, acompañado de su novia Lorena llegó a la gran casona, la casa donde pasó varios años de felicidad. Manejó lento como recordando cada lugar, cada espacio y los recuerdos lo empezaron a vulnerar. Estacionó su coche en el mismo lugar de siempre, dejando bien en claro que su presencia y la de su novia era sólo por el cumpleaños de su madre Doña Catalina. Felipe hizo un alto, salió del coche y caminó hacia la piscina donde tanto le gustaba estar cuando era niño, cuando era adolescente y, entre risas vagas y miradas perdidas, se dejó llevar por la nave del recuerdo.

-Lore, me podrás creer que ésta piscina fue mi refugio cuando me sentía solo. Cuando sientes que nadie te comprende o nadie te escucha y quieres escapar corriendo para que ya no te lastimen más. En este caso yo escapaba nadando alucinando que era un delfín porque quería ser libre, libre de todo lo que me rodeaba. De niño me gustaba mucho estar aquí en esta piscina y me tenían que sacar porque pasaba horas y horas. De adolescente ya no era mi diversión sino mi refugio, mi gran cuartel, un cuartel de rebeldía, interrogantes y respuestas...

Lorena, abrazó a Felipe, le besó tiernamente al compás del sonido de los grillos del jardín.

-Felipe, mi amor, no sabes cómo me gusta verte así... Dejando a un costado al abogado calculador y abriendo tu corazón sin importarle lo que pueda pasar... Si todos los días fueran así mi amor, estaríamos mucho mejor ¿no crees?
-Tal vez Lore, pero ante todo soy un abogado y por ende tengo que ser fuerte y no dejarme doblegar e intimidar por nadie.
-Mi intención no es hacerte cambiar Felipe, mi intención es mejorar nuestra relación, hacerla más fuerte, más madura y, sobre todo, llegar al punto donde podamos llegar a ser uno, solamente uno.
-También son mis deseos Lore, créeme de verdad que lo son, pero vamos a darle al tiempo un reloj de arena sin llegar a desesperarnos...

Lorena, abrazó de nuevo a Felipe muy fuerte, sintió mucho miedo de algún día perderlo. Si por ella fuera cambiaria ese reloj de arena por un cronometro, mas, es consciente que su novio tenía razón y no era prudente apresurar las cosas.

-Bueno Lore voy por la torta y el vino que está en el coche. Y entremos a festejar el cumpleaños de mi madre...
-Vamos juntos amor... Tú lleva el vino que yo llevo la torta...

Felipe tocó el timbre de la gran casona de sus padres, le abrió el ama de llaves que automáticamente los reconoció. Felipe con un gesto de seriedad le entregó la botella de vino y Lore la torta a las sirvientas dirigidas por el ama de llaves. Las sirvientas y el ama de llaves se dirigieron por la casona hacia la cocina, para poner todo en orden. Mientras tanto los novios ya adentro de la mansión escuchaban el sonido del piano que provenía del pequeño e improvisado auditorio de la casa.

-Lore, escucha, esa es mamá... No te conté ¿no?, está tomando clases de piano... Estoy impresionado, no pensaba que tan rápido iba a aprender...
-Sí Felipe, tu madre me comentó de las clases... Las mujeres aprendemos muy rápido mi amor.
-Ya veo... Vamos a acercarnos sin que ella se de cuenta...
-Sí vamos amor...

Felipe y Lorena se acercaron muy sigilosamente llegando al pequeño auditorio, Felipe se emocionó mucho de ver a su madre tocar el piano, recordando que los lindos cuentos que ella le contaba cuándo era niño ahora se convertían en dulces melodías de un piano antiguo. Terminó Doña Catalina con la dulce melodía, mientras Felipe y Lorena aplaudieron muy efusivamente.

-¡Bravo, bravo mamá, bravo!... ¡Feliz cumpleaños¡…

Felipe abrazó a su madre muy tiernamente.

-Felipe hijo a que hora llegaste, no me gusta hacerlos esperar...
-Cómo está señora Catalina, feliz cumpleaños...

Hizo lo propio Lorena con respeto y admiración...

-Gracias hija, muchas gracias.
-Veo señora que aprende muy rápido -dijo Lorena-
-Jajajaja hija…
-Sí mamá de la noche a la mañana has aprendido a tocar ese piano que tiene años sin que nadie lo toque...
-Sí hija, alguien tenía que hacerlo, tu novio y tu suegro ni por aquí con la música, ignoraban al pobre piano.
-Mamá ahora que mencionas mis dotes artísticas, ¿cuál es el origen de éste piano?
-Ah... Éste piano tu padre lo compró en una subasta... Tú sabes como es tu padre no quiso quedarse atrás y por ganarle a todos lo compró por simple monería.
-El viejo, siempre el viejo... Nunca quedándose atrás.
-No sé por que Doña Catalina mi futuro suegro me recuerda a una persona jajajaja...
-Sí hija, tal para cual, padre e hijo...
-Por cierto mamá dónde esta él...
-Se está bañando, hace un momento estuvo aquí... Regresaba de jugar golf.
-Ya veo que sigue practicando ese deporte... Me acuerdo que era muy afanoso para que yo aprendiera a jugar al golf, nunca me gustó, pero al final tuve que aprender; prefiero mil veces el tenis.
-Mi amor nunca me dijiste que te gustaba el tenis –dijo Lorena sorprendida- ¿Llegaste a practicarlo...?
-Claro, me acuerdo que era muy bueno pero siempre quedaba en segundo lugar nunca ganaba nada, así que dejé de entrenar; para esto ya me había enamorado de mi carrera y, ya ves, ahora soy un ganador.
-Sí hija, ven, vamos a mi cuarto ahí tengo fotos donde Felipe nos hace gala de su destreza de tenista.
-Mamá que no se te ocurra mostrar más fotos de las debidas; no me comprometas mamá... Recuerda que soy tu hijo.
-No, qué va… sígueme hija.
-Vamos…

Lorena y Doña Catalina se perdieron por la casona mientras Felipe salió del auditorio para ir al living y cerciorarse de cuánto había cambiado su antigua habita desde que se fue a vivir solo. En eso escuchó los pasos que solía escuchar de niño cuando su padre bajaba las escaleras. Era Don Ernesto Córdova con paso firme acompañado de una lentitud de firmeza.

-Hola Felipe...
-Hola papá... ¿Cómo estás?...
-Muy bien... ¿Y tú?...
-También igual, muy bien... Dice mi madre que sigues jugando golf...
-Sí, tú sabes que el golf siempre me ha gustado, es mi deporte favorito, sobre todo, cuando tenía un caso difícil, era ahí donde analizaba mejor las cosas...
-Me parece muy bien papá... Siempre es bueno entretenerse en algo.
-Así es Felipe... ¿Y tú madre?...
-Está con Lorena... ¿Te acuerdas de ella no?
-Lorena... Tú novia...
-Sí, mi madre le está enseñando unas fotos cuando era niño y jugaba al tenis.
-Tú madre, siempre dejándose llevar por el recuerdo...

Don Ernesto hablaba con su hijo sin mirarlo, caminó hacia al bar y se sirvió un whisky preguntándole a Felipe si quería uno. Felipe aceptó sin ningún problema...

-¿Ya te contó tu madre que está estudiando piano?.
-Sí... Justamente la sorprendimos tocando uno de sus repertorios, para qué ah, está aprendiendo muy rápido.
-Tú madre insistió tanto que le ponga un profesor de piano, que tuve que ceder... Y, es más, ya me había olvidado que existía un piano en la casa.
-Hiciste bien papá... Así se entretiene en algo bueno.
-Con tal que no me moleste con otro capricho, todo está bien...

Felipe tomó esas palabras de muy mala manera, su padre hablaba como si su madre fuera un estorbo, “Viejo ridículo, mi madre puede tener cualquier capricho porque también ésta es su casa, si vienes a jactarte que tú eres el único que hace bien las cosas entonces eres un estúpido. Mi madre puede hacer lo que se le antoje y si no tiene tu ayuda entonces para qué estoy yo carajo.” Pensaba así Felipe cada vez que miraba a su padre hablar y cuando estaba a punto de mandarle una indirecta, Doña Catalina y Lorena aparecieron.

-Mi amor el cuarto de Doña catalina parece un departamento y que lindas fotos, se te veía muy bien jugar al tenis...

Lorena no se había dado cuenta que Don Ernesto Córdova estaba detrás de ella.

-Disculpe Don Ernesto no lo había visto... ¿Qué tal, cómo le va?
-Bien muchacha, muy bien.

En eso apareció el ama de llaves haciendo el saludo adecuado y le preguntó a la señora de la casa si ya era hora de ordenar la cena...

-Sí Magnolia, encárgate de que todo salga bien, por favor... –dijo Doña Catalina-
-Sí señora., como usted diga...
-Mamá, qué solamente somos los cuatro, ¿Y tus grandes invitados?...
-Ay hijo, sabes muy bien que no me gusta celebrar mi cumpleaños, solamente con ustedes, bueno ahora con Lorena que ya es parte de la familia.
-Gracias Doña Catalina...-dijo Lorena-

Don Ernesto miraba a su futura hija política con mucha atención, sobre todo, miraba el vestido negro que llevaba puesto y las curvas que sobresalían a dicha prenda elegante. Tuvo que reconocer en el silencio que Lorena tenía presencia y clase. “Vaya hay que reconocer que mi hijo tiene buen gusto con las mujeres, es lamentable que ésta muchacha le guste escribir, bueno eso seguramente es y será el calvario de mi hijo, y ya sé por dónde atacarlo al muy ingrato y mal agradecido.”

-Bueno pasemos al comedor, –dijo Don Ernesto- adelante muchacha... Felipe hazme un favor...
-Sí papá, dime...
-Puedes poner música de fondo para digerir mejor los alimentos.
-Claro papá, como hacía antes.
-Sí Felipe, cuando vivías aquí... De preferencia Beethoven por favor...
-Sí papá...
-Hija siéntate aquí. –dijo Doña Catalina-
-Gracias Doña Catalina...
En eso don Ernesto se dio cuenta que se había olvidado su pipa en su despacho y se dirigió a la búsqueda de ella. Mientras tanto Dona catalina aprovechó en poner su plan en marcha para la reconciliación.
-Hija, cómo ves las cosas, hasta hora creo que ambos van bien.
-Así parece Doña Catalina, parece que sí...
-Bueno hija el plan es este... Cuando terminemos de cenar siempre acostumbramos a tomar conciencia de todo lo malo que hemos hecho. Cada uno hace su mea culpa y promete que tratará de cambiar para bien de todos.
-Felipe nunca me había contado de eso, y por qué en el año pasado no se hizo... Ah ya recuerdo... En la misma cena empezó la discusión y nos tuvimos que ir.
-Claro, pero esta vez, espero que sea distinto, cuando te toque a ti hija hacer tu mea culpa; haces tu mea culpa, y pides un deseo. Y ya sabes cuál es el plan. Que tu deseo, a voz fuerte en delante de todos nosotros, sea que tanto padre e hijo se amisten... Igual yo haré mi mea culpa y también pediré que se amisten padre e hijo. ¿Estás de acuerdo?...
-Me parece genial Doña Catalina.
-Hija dejemos los formalismos, para ti que ya te considero una hija soy Catalina...
-Está bien Catalina...
-No ves, así esta mejor...

Don Ernesto retornó con su pipa en la boca a gusto, Felipe regresó de poner música de fondo y los cuatro ya estaban sentados en una mesa que parecía la mesa de un palacio en apogeo. Doña Catalina y Lorena tenían mucha fe de que todo saliera a la medida de sus deseos. Las múltiples sirvientas empezaron a poner las dos tortas para la homenajeada y Felipe no pudo contener su desatino ceño. “El viejo sabía muy bien que yo iba a traer la torta para mamá, pero él como siempre jugando al quién puede más, está bien papá vamos a darte gusto por ahora.” Con las dos tortas en la mesa, la suculenta y etiqueta cena en la misma, Don Ernesto miró a su futura hija política y le dijo:

-¿Cuéntame muchacha cómo van los estudios?...
-Bien, muy bien Don Ernesto... Sólo me falta este ciclo y ya estoy ad portas de egresar.
-Que bien muchacha... ¿Cuéntame cómo está mi digna facultad?... Hace tiempo que no voy a visitar mi alma matear... ¿Catalina me alcanzas la ensalada?...
-Sí amor... Toma...
-Siempre paso por la facultad de derecho, porque al frente está la mía... Que le puedo decir Don Ernesto sigue igualita...
-Jajajaja como se nota que tienes buen sentido del humor... Te cuento muchacha que yo fui unas de las primeras promociones, la más recordada porque varios amigos y colegas ahora hacen de su fortuna un imperio. Así como yo... Eran otros tiempos muchacha... Un egresado salía con las condiciones de trabajar y desenvolverse como tal en cualquier lugar del país... Incluso fuera del mismo...
-Sí Don Ernesto tiene mucha razón... Ahora las universidades estatales dejan mucho que desear...
Lorena se acordó que Felipe no había estudiado en la misma universidad donde había estudiado Don Ernesto.
-¿Don Ernesto y por qué Felipe no estudio en nuestra universidad?...
-No muchacha... Para nada... Lo metí a estudiar en la mejor universidad de Lima, quería que acabara rápido su carrera además no quería que saliera todo hecho un mediocre...
-Papá no exageres... Hay que reconocer que hay una diferencia entre una universidad particular y una estatal, pero no mucha. La universidad no hace al estudiante, uno mismo es el que se forma... Ay papá si te contara la gente que he conocido gracias a la dichosa universidad que me pusiste... Además yo postulé a la universidad donde tú estudiaste y donde estudia Lorena. Y tuve uno de los mejores puntajes... Sólo que no estudie ahí por tu capricho.

Doña catalina se sintió mortificada por el mal comienzo de la cena. Atinaba que la conversación estaba yendo por un mal camino, tuvo que intervenir y cambiar de tema para que la “sangre” no llegara al río.

-Hijo, Lorena me comentó que tan elegido hace poco el mejor abogado del año en el despacho... Me haces sentir muy orgullosa y créeme que mejor regalo una madre no puede recibir.
-Gracias mamá para eso se trabaja muy fuerte... Además creo que lo merecía, por todos los casos ganados en lo que va de este año.
-Felipe mi amor cuéntales a tus padres que vas a comprar la casa –dijo Lorena-

Felipe miró a su padre comer, él no le daba cara y se dijo a sí mismo, “gracias Lorena eso estaba esperando para este viejo, que me viene a presumir que me puso en la universidad más cara de Lima. Como si yo fuera una máquina, una lotería, o tal vez su comidilla de algún tema de camarería entre sus dichosos amigos exitosos.” Felipe dejó el cuchillo y el tenedor descansar y dijo:
-Es un hecho mamá, voy a comprar la casa donde estoy viviendo... Ya llegué a un acuerdo con el dueño y será mi futura casa que compartiré con Lorena y mis futuros hijos.
-Me sorprendes hijo mío, esa casa es hermosa... Felicidades a ambos, que la boda sea pronto y que vengan los nietos...-dijo Doña Catalina muy emocionada-

Don Ernesto sin mirar a nadie cortaba el rico lomo fino de su plato con una furia de loco, “éste mal agradecido carajo, no se da cuenta que si no fuera por mí nada hubiese conseguido, cría cuervos y te sacaran los ojos. Esa casa no se compara para nada a mí casa; ya te quiero ver cuando Lorena de haga la vida de cuadritos. Hay un proverbio chino que siempre aplicaba en mis casos difíciles. “Divide y vencerás” Bueno hijito ahora me toca a mí.”

-Muy bien, felicidades a ambos... Esa casa también me parece bonita –dijo Don Ernesto-
¿Muchacha, pero no crees que una futura escritora como tú se pueda acostumbrar a una casa donde la vida es tan vertiginosa y rutinaria?...
-Tiene mucha razón Don Ernesto, pero hay una parte de la casa que me gusta mucho y ahí pienso desarrollarme como tal.
-Ah... Muy bien muchacha y que piensas hacer cuando la inspiración no te visite... Al comienzo tienes la lucidez y las ideas bien claras, pero cuando hayas escrito varias cosas tus horizontes y tu creatividad te van a pedir emigrar buscando un panorama nuevo... Te digo esto porque tengo muchos amigos escritores que viajan constantemente buscando a la muy ingrata inspiración.
-Sí lo entiendo muy bien Don Ernesto. Yo tengo familiares en España y también mis sueños es escribir en tan prestigioso país, además ahí están las grandes editoriales... Pero eso seguro será más adelante...
Don Ernesto ahora empezaba a cortar su fino lomo con delicadeza, sabía que a Felipe no le gustaba para nada la idea de que su futura esposa escribiera novelas. Claro a él tampoco le gustaba la idea, pero en este caso la que se iba a casar con Lorena era su hijo, mas no él.
En cambio Felipe estaba reventando de cólera, tenía que mantener la compostura y no desfogar con su novia Lorena, sabía muy bien que si hacía eso era darle gusto a su padre. Por el otro lado estaba su madre que no le había guardado el secreto de que no le gustaba que Lorena fuera escritora, pero ella no tenía la culpa eso pensaba Felipe. “El viejo sabe poner la sal a la herida, pero no creas que te saldrás con la tuya viejo verde.”
La cena transcurrió con sus altibajos, pero terminaron bien. Los cuatro por momentos se sintieron en familia y dejaron las indirectas a un lado. Hay que reconocer que la cena estuvo muy sabrosa, requisito fundamental para que todo saliera bien, sin dificultades, bueno con sus cositas pero de alguna manera los cuatro cenaron en paz.
Doña Catalina miró muy discretamente a su hijo y esposo, se dio cuenta que era el momento preciso para poner a funcionar el plan que se había trazado con Lorena, rompiendo el silencio le guiñó el ojo a su hija política y dijo:

-Bueno ahora que ya hemos terminado de cenar y estamos todos satisfechos... Quiero pedir a Lorena la nueva integrante de la familia que haga su mea culpa y al final pida un deseo. Pero primero hija déjame darte la bienvenida junto a mi querido esposo: Lorena estamos muy contentos que seas la compañera de nuestro único hijo y eso nos llena de felicidad. Bienvenida a la familia hija...

Don Ernesto también se unió a las palabras de su esposa.

-Me uno a las palabras de Catalina y de verdad muchacha bienvenida a la familia...

Lorena agradeció muy emocionada y mediante un prolongado discurso de agradecimiento hizo su mea culpa. Felipe presintió que algo malo iba a pasar, pero se dejó llevar por las palabras de su novia.

-Quiero reflexionar y a la vez flagelar algunos demonios que sin querer salen de mi cuerpo... Estoy pasando por el mejor momento de mi vida, tengo unos padres estupendos y un hermanito de maravilla. Estoy a punto de terminar la carrera que me apasiona y que me gusta tanto. Y lo más grande aún, es que tengo el amor correspondido, que es Felipe, junto a su familia que me abren las puertas de su casa y de su corazón... Tengo que darle gracias a Dios por eso y por muchas cosas más. De verdad me siento muy bien de estar aquí con ustedes, muy feliz y de verdad, muchas gracias...
Los pensamientos no se hicieron de esperar en la familia Córdova, Doña Catalina, Don Ernesto y Felipe en el silencio dentro de sus corazones pensaron así:

-Esta es la mujer que quiero para mí Felipe, una mujer con sentimientos, dispuesta a amar sin medidas. Sin importarle nada sólo mí hijo. Captaste bien la idea hijo mío, una mujer que sea igual que tu madre, que se de su lugar... No como esa Susana aprovechada donde todo le apestaba, hasta ella misma. Esa mujer te hizo sufrir tanto mi pequeño, pero ahora es diferente una madre nunca se equivoca, porque Lorena sí te ama de verdad...

-Que muchacha tan cursi, es una lastima que tanta belleza desparramada acabe en unas simples letras de un librito seguramente tan cursi como sus palabras... Le da gracias a Dios, si Dios no existe, eso es una estupidez, uno se hace solo, triunfa solo y muere solo. Qué voy hacer, qué me queda hacer, nada, es la mujer que eligió mí hijo, no se le puede negar su belleza y su buen cuerpo. Ahí tienes tu castigo mal agradecido porque quieras o no, llevas mi sangre y piensas igual que yo...

-Ay Lorena todo está bien pequeña, pero, quieras o no quieras, tienes que elegir entre tu carrera y la vida que te ofrezco... Me da mucha pena, pero soy muy terco y obstinado... Me gustan tus palabras pero no me convencen...

Lorena siguió con sus reflexiones y ahora le tocaba hacer su mea culpa:

...Por otro lado, tratar de cambiar mi conducta y carácter. Sé que a veces soy muy impulsiva y arrastro todo lo que está alrededor mío. Por eso trataré de cambiar porque ya no soy una niña ni una adolescente estoy a punto de ser la señora de Córdova y eso merece respeto y dedicación...
Agradecerles a ustedes nuevamente, a mí novio Felipe por todo lo que me ha enseñado y de verdad soy feliz, me siento muy feliz...

-Hija me emocionan tus palabras, hay mucha sinceridad en ellas; soy una madre muy sensible... Creo que voy a llorar, pero no... Ahora te toca pedir tu deseo...

-Bueno, con todo respeto a esta familia y tomándome algunas retribuciones que creo merezco... Por la unión familiar y para el bien de ambos, deseo muy enfáticamente que tanto padre e hijo se amisten, que dejen las peleas y resentimientos. No quiero ver que el día de mi boda usted Don Ernesto no esté presente y no lo hago por mí, sino por su hijo. Ese día es, para ambos el mejor día de nuestras vidas. Tanto Catalina y yo haremos lo imposible para que todos estemos juntos, felices y en paz...

Hubo un silencio en la mesa, pero Lorena siguió hablando.

-Es normal que en una familia exista los problemas y los malos entendidos... Pero lo que no puedo aceptar es, que exista rivalidad entre padre e hijo... No se dan cuenta que pierden el tiempo peleando... En mi familia existe una frase que sobrepasa los limites y ya es una oración para nosotros: “La familia es tu fortaleza permanente, nunca llegues a pensar que serás feliz sin ella.”
Mi familia no es la mejor familia del mundo pero siempre estamos unidos, aunque algún día la vida nos separe, siempre estaremos juntos, porque la fortaleza que hay en nuestros corazones es tan fuerte, como la ola de un tsunami. Creo que no es mucho pedir... Felipe mi amor, Don Ernesto dejen el orgullo a un lado y sean como antes, amigos...
-Hija estoy totalmente de acuerdo contigo, no es justo que una familia como la de nosotros tenga estos problemas –dijo Doña Catalina- Querido esposo te he amado y te seguiré amando toda la vida, incluso hasta que me muera... Mí querido hijo, tu sabes que mi amor por ti es eterno e incondicional, eres mi único hijo y por nada en el mundo pediría a Dios que cambie las cosas... Estoy feliz desde el principio con lo que tengo, y si volviera a nacer pediría lo mismo... No saben cómo sufro verlos así a los dos con resentimientos, como si fueran dos desconocidos... No, por favor no me hagan esto, soy demasiado vulnerable, se los pido en delante de Lorena que ya es parte de la familia, que se amisten y, volvamos a ser otra vez, esa familia feliz que tanto nos costó construir...
Magnolia quería preguntar a Doña Catalina si podía servir el postre, pero se contuvo porque era obvio que ese silencio no era un silencio de paz sino de tensiones y peticiones.
Felipe sólo miraba su copa lleno de vino muy reflexivo, no quería dar el primer paso, pues no le nacía, además pensaba él que no tenía la culpa de nada, que él sólo actuaba de la mejor manera posible. “Por qué yo tengo que dar el primer paso, si mi padre es aquí el orgulloso... El siempre me saca en cara que si no fuera por él no estaría donde estoy ahora... Quizás tenga razón, pero yo me hice solo... Y le demostré que sin su ayuda, ahora, soy el mejor...”
Don Ernesto aprovechó el silencio para fumar su pipa marrón, él sí quería decir algo, se notaba en su mirada la de un zorro viejo, actuó como si fuera un caso en la corte... Los años que le daba la vida junto con la experiencia lo hacían invulnerable a cualquier obstáculo. Muy placentero sacaba el humo de su boca mientras pensaba en lo que iba a decir. “Como odio la cursilería, Lorena y Catalina son tal para cual. Pierden el tiempo si piensan que yo voy a dar el primer paso... Yo soy el creador de todo este imperio que me rodea y como tal tengo que mantenerme así, pero algo tengo que decir, no soy ese hijo malcriado y mal agradecido que se queda mudo mirando su copa lleno de vino, esperando que yo le pida disculpas jaja”…

-Yo como jefe de familia quiero agradecerles por sus confesiones y deseos mutuos. Tanto a
Lorena y a mí esposa... Si ustedes dicen que algo malo pasa en la familia... Y coinciden con eso... Entonces debe de estar pasando algo, yo no tengo nada que ocultar, estoy tranquilo con mi vida, no estoy preocupado... Mí conciencia me deja dormir todas las noches y bueno el único problema que puede haber es la terquedad de mi hijo Felipe presente en esta casa y sentado aquí en esta mesa...
Felipe alzó la mirada hacia su padre, pero se aguantó, esperó que Don Ernesto termine de echar el primer veneno.
-Yo simplemente estoy haciendo lo que un padre debe de hacer... Heredarlo como único hijo de todo esto, de mis bienes y de todo el dinero que he conseguido con mi trabajo. Yo no entiendo cómo se puede comprar una casa si esta casa donde está sentado ahora, alcanza para diez familias... acá muchacha puedes vivir muy feliz y está muy lejos de la rutinaria vida Limeña... Y eso le puede ser muy bien a tu futura carrera como escritora... ¿No crees?...
Lorena no pudo negar que la idea le parecía fabulosa, pero sabía muy bien cómo pensaba Felipe y ante todo tenía que estar con él. Porque el plan que había hecho con Dona Catalina se estaba yendo al agua.
-Gracias Don Ernesto, de verdad gracias –dijo Lorena-
-Yo nunca estuve de acuerdo que Felipe que se vaya de la casa –continuo hablando Don Ernesto- a mí me pareció y no es nuevo que diga esto, me pareció una chiquillada... En esta casa Felipe ha tenido todo lo que ha querido, pero no sé que será, orgullo o todavía no ha dejado de ser un niño...
Felipe se rió de las palabras de su padre. Y sin pedir permiso le interrumpió.
-Madre lamento que pase esto de nuevo, pero éste señor que dice ser mi padre está totalmente loco... loco…
-¡Ahora yo soy el loco mal agradecido!...
-¡Yo seré un mal agradecido!... ¡Pero tú eres el padre que por nada en el mundo hubiese querido tener!... ¡Me das lastima!… porque sigues pensando igual, piensas que puedes comprar todo lo que se te antoje, hasta los pobres corazones... Te equivocas Don Ernesto a mí nunca me vas a comprar y aunque te duela, no quieres reconocer que éste mal agradecido está a punto de alcanzarte y ese es el fantasma que no te deja dormir en paz todas las noches...
-¡Respeta a tu padre hijo del demonio!... ¡Si no fuera por mí no estarías donde estás ahora, mal agradecido!...
-Primero respétame a mí y a los demás, si quieren que te respeten... Lo único que me da pena es mi novia y mi madre que está sentada, ahora, llorando... Es por ellas que yo estoy aquí en tu casa papito, porque si ellas no estuvieran aquí tenlo por seguro que nunca más pisaría tu elegante casa...
-¡Entonces lárgate mal agradecido!... ¡Vete de aquí con tu novia que yo me encargo de tu madre!....
-Como te duelen las verdades papá... Cómo te duelen. Y anda buscando a otro heredero porque yo no pienso tomar nada de esa maldita fortuna... Y es más, quiero que me pases la cuenta de todo lo que has invertido en mí... Te lo pienso pagar hasta el último centavo...
-Jajajaja no me hagas reír hijito, creo que tu dinero no te va a servir para nada...
-Jaja de verdad piensas que no me va alcanzar papá... jaja
-¡Basta! ¡Basta! por favor... ¡basta!... creo que se están olvidando de mí...
Doña Catalina empezó a llorar de dolor y sufrimiento.
-¡Por lo que más quieran, basta por favor!, se olvidan que hoy es mi cumpleaños... De nada sirvió preparar esta cena, de nada sirvió los buenos deseos, ¡basta por favor!...
Lorena abrazó a su futura suegra y la consoló en el llanto...
-Cállense de una vez por todas, no se dan cuenta que Doña Catalina está sufriendo al ver como padre hijo se matan... Por favor Felipe es tu madre si realmente la quieres, no discutas más con tu padre –dijo Lorena-
Felipe se acercó a su madre le pidió perdón. Esas palabras de perdón para Lorena ya eran conocidas.
-Madre lo lamento, créame, fue mala idea venir, pero bueno en fin, quiero que sepas que eres la única que mi importa, te quiero mucho madre... Pero no podía quedarme callado...
¡Lorena!... te espero en el coche... Y apúrate que me asfixio con el aire que respiro aquí
-Sí, mejor Felipe espérame ahí –dijo Lorena sin mirar a su novio-
-¡Vete mal agradecido!... mira como has puesto a tu madre por tus caprichos de niñito triunfador –dijo Don Ernesto-
-Jajajaja... Adiós papá y espero que no te de vergüenza cuando tus amigos te pregunten a quién vas a dejar todo el legado que tienes... ¿A tu perro?... Jajajaja
-¡Vete!... ¡Lárgate!...
Don Ernesto se agarraba el pecho de la cólera y con un golpe en la mesa “despidió” a su hijo...
Lorena se dio cuenta que ese arranque de cólera se le era muy parecido a su novio. “Tal para cual, tal para cual, padre e hijo...”
Felipe en su coche desesperado golpeaba el timón una y otra vez. “Por qué tiene que pasar esto... Pobre mi madre carajo... No se merecía esto.”
Felipe se quiso quitar la ropa, quería meterse a la piscina como hacía antes cuando tenía problemas... Pero sabía muy bien que era imposible, aquella casa ya no le pertenecía.”De todas maneras construiré una piscina en mi nueva casa, la más bonita y la más grande... ¡Carajo! tanto se demora Lorena...”
Lorena siguió consolando a Doña Catalina y Don Ernesto hizo un gesto evasivo, retirándose como si no le importara el sufrimiento de su esposa...
-Gracias muchacha por tu presencia pero me voy a mi cuarto, es suficiente por hoy...
-Perdóneme Don Ernesto, pero no sé, si enojarme con usted o quedarme callada, tanto Felipe como usted me han decepcionado... Pero bueno, esta es su casa y no quiero faltarle el respeto...
-Haz lo que quieras muchacha, de verdad, haz lo que quieras, yo me voy a dormir... Hasta pronto...

Don Ernesto se retiró subiendo las escaleras con su pipa, como si fuera un tren en marcha.
Mientras tanto Lorena siguió consolando a Doña Catalina.

-Catalina, no se aflija, aunque sea lo hemos intentado, ya no es culpa de nosotras que sucedan las cosas de otra manera, yo sé que es difícil para usted, porque se trata de su esposo y su hijo. Pero créame, yo también me siento desconcertada… al mal tiempo buena cara... Ya no llore más por favor...

Doña Catalina agradeció las palabras de Lorena, pero ella no se iba a dejar vencer tan fácilmente, seguiría insistiendo hasta el final, para que padre e hijo se lleguen a amistar.

-Lorena, hija, insiste con Felipe, hazle entender que está equivocado con su padre... Reconozco que Ernesto también lo está, pero eso déjamelo a mí... Insiste hija por favor... Sería muy triste que algo malo le pase a ambos, Dios no quiera, y no hayan podido decirse ni siquiera perdón...
-Eso es lo que yo temo Catalina, no se preocupe que yo insistiré... Es algo que siempre lo tengo presente...
-Bueno hija déjame aquí, ya estoy mejor, anda con mi hijo que te está esperando, y gracias por todo...
-No tiene por qué agradecerme, estamos unidas en esto y venceremos...

Lorena, le dio un beso a Doña Catalina como si fuera su madre, y salió de la casona al encuentro de su novio. Al salir sintió como algo ajeno a todo esto, sintió que nada le pertenecía o que estaba ubicada en otro lugar que no era el suyo. “Que rara me siento, debe ser por el bochornoso espectáculo... Que raro, nunca me había pasado esto”…

Lorena, llegó al coche de su novio, abrió la puerta sin mirarlo, no quiso decir nada, sobraban las palabras. Felipe también estaba enmudecido, solamente hizo contacto sin mirar a Lorena y salió de la casona como si nada hubiese pasado. Felipe manejaba mudo de expresión, no pensaba en nada, a veces no se daba cuenta de las luces del semáforo. Lorena había notado su problema de daltonismo cuando un día hacían el amor y Felipe llevaba puestas las medias de diferente color. Pero nunca le dijo nada porque sabía que le iba a molestar. Felipe manejaba sin saber a donde ir, solamente manejaba, no quería hablar, porque no le provocaba hacerlo. Tampoco sabía si quería estar solo o acompañado. Todo su cuerpo estaba lleno de “explosivos” y no le importaba “explotar” en cualquier momento.
Lorena, en cambio, no quería apartarse de él. Quería estar con su novio. Ella sabía como actuar, estar en las buenas y en las malas. Sabía muy bien que tanto padre e hijo se habían portado muy mal con Doña Catalina en la bochornosa cena. Pero Lorena estaba con Felipe, y ya no le importaba si estaba bien o si estaba mal darle la razón. Ahora, a estas alturas Lorena sentía más que nadie que estaba ligada por siempre a su novio. Mirándolo tiernamente, no encontró respuestas, Felipe no quería hablar. Ella hizo lo que una mujer en estos casos por amor hace. Le acarició el cabello y le dijo:
-Felipe vamos a nuestra futura casa… amor, quiero estar contigo, olvidémonos de todo... Si realmente quieres olvidarlo todo...

Felipe, bajó la velocidad, y aprovechó la luz roja para mirar a su novia. De lo perdido que estaba se encontró por fin en la mirada de su novia. Todos los “explosivos” que llevaba Felipe ahora se convertían en deseos. Felipe no dijo nada, pero ahora reía, en el cambio de luz ya sabía adonde tenía que ir, era obvio, era Lorena la única que le podía cambiar todo el panorama. Así se fueron en el silencio en busca de respuestas pero no de preguntas, porque hay momentos donde no te importa las razones ni el porqué de las cosas, sino, las respuestas y esas respuestas sólo el tiempo sabe como dártelas. Tanto Lorena como Felipe se dejaron llevar por ese silencio inesperado que te regala de vez en cuando la vida.
Llegaron a la casa de siempre, Felipe seguía totalmente mudo, pero besó a Lorena. Salieron del coche muy deprisa agarrados de la mano, símbolo fundamental de protección. No le hicieron caso al guardián Fermín que los saludaba, hasta que él mismo, se dio cuenta de su impertinente saludo.
Felipe, abrió la puerta, tiró la llave sobre la mesa. Lorena hizo lo propio con su cartera, y de paso cerró la puerta de su futura casa. Felipe no pudo esperar más y la besó de nuevo. Ella se dejó besar con pasión. Felipe le quitó el vestido negro y ella lo empezó a desabotonarle la camisa no sin antes quitarle el saco. Felipe seguía sin hablar, totalmente mudo, en cambio ella se dejó llevar por la palabra amor, como si fueran burbujas en primavera. Felipe seguía mudo, pero ahora “aniquilaba” de besos el vulnerable cuello de su novia, se apoderó de ella llevándola al mueble más grande de la casa; Lorena sólo abrió los brazos y se dejó vencer como una gaviota herida en el mar. Felipe acarició los senos de Lorena, un ritual conocido antes de empezar la “batalla” y ya desnudos empezaron a entregarse el uno al otro. Felipe se detuvo por un momento y recordó la pelea con su padre, Lorena se dio cuenta y le pidió que no se detenga, alcanzó a decirle al oído esas vulnerables palabras que un hombre no puede resistir:

-Nada importa mi amor, sólo nosotros, estás dentro de mí Felipe, no puedes escaparte... sigue…

Felipe hizo caso a las arrolladoras palabras de su novia y siguió haciéndole el amor con locura... Felipe terminó la “batalla” cayendo sobre los pechos de su novia como pidiendo protección. Lorena ya había entregado el corazón y el alma en un suspiro. No le importaba el mutismo de su novio, era ella la que se sentía feliz estando con él. “Ay Felipe si supieras cuanto te amo, eres el primer hombre de mi vida y, si hay que cambiarte, entonces prefiero la muerte, porque las últimas palabras las escribes tú con mi sangre”… Lorena se dio cuenta que su pecho estaba mojado y no era el sudor. Le alzó la cabeza a Felipe y confirmó lo que estaba pensando... Felipe estaba llorando en su pecho, Lorena no podía contener la emoción porque era la primera vez que le pasaba esto. “Felipe me quiere también con la misma intensidad como lo quiero yo, parece un niño botando sus lágrimas de castigo, voy a dejar que desahogue todo lo que lleva por dentro, sé que ha sido muy duro para él. No es fácil estar en su pellejo.”

-Mi amor acá estoy contigo, acá estoy Felipe, llora todo lo que puedas que siempre estaré ahí...
Es entonces donde Felipe rompió el hielo y se decidió hablar entre lágrimas serenas.
-Lorena, perdóname, mi madre y tú no merecían esto otra vez... Aquella pelea con mi padre sí que pasó los límites, no queda duda que nunca más mi padre y yo volveremos a ser lo que algún día fuimos, padre e hijo...
-Mi amor en esta vida todo puede pasar, para todo existe una solución... No voy a negar tu mal comportamiento, pero ahora fue diferente, creo que sólo te defendiste, pero de verdad mi amor no sabes cómo me duele verlos así peleados... Quiero que sepas que estoy contigo en las buenas y en las malas eso que nunca se te olvide... Te amo Felipe...
-Lorena yo quiero a mi padre... Y no sabes cómo me duele haberle dicho que es el padre que nunca hubiese querido tener... Fui un tonto al expresarme así... ¿Qué quería demostrarle?...
-Mi amor fue la cólera, en ese momento salían las palabras de cólera mas no de sentimientos... tienes que poner de tu parte Felipe, nada es fácil en esta vida, esas son tus palabras... Tarde o temprano tendrán que hablar... Dale al tiempo un reloj de arena mi amor...
-Jaja... Dale al tiempo un reloj de arena... Aprendes rápido Lorena igual que mamá...
-Te vuelvo a repetir mi amor, las mujeres aprendemos muy rápido... Ya ves amor, te hice reír mi vida...
-Necesitaba llorar, desahogar todo lo que llevaba por dentro... Espero que exista una solución, por más rivalidad que pueda existir entre mi padre y yo no es correcto seguir así...
-Eso quería escuchar de ti mi amor, primero antes del perdón está reconocer nuestras faltas... Y ya ves, has dado tú el primer paso... Te quiero mucho Felipe...
-Sí, tienes razón Lorena, bueno dejemos que el tiempo haga su parte... Lorena quédate conmigo esta noche, quiero dormir contigo una vez más... No quiero estar solo...
-Le dije a mamá que iba a regresar de todas maneras a casa... Ahora si tú me pides que me quede, con mucho gusto mi amor, hay que acostumbrarse a dormir contigo ya que muy pronto seremos marido y mujer...
-Eso me gusta mucho de ti Lore... Siempre buscando una razón a toda las cosas...

Lorena y Felipe se levantaron del caluroso sofá. Abrazados caminaron hacia el cuarto, felices y casi desnudos se echaron en la cama, cerraron los ojos muy abrazados y pegaditos. Protegiéndose el uno al otro. Lorena con los ojos cerrados empezó a pensar en el nuevo capítulo de su primera novela sin dejar de emocionarse por la cantidad ideas que tenía en mente. “No veo la hora de llegar a casa y ponerme a escribir todo lo acumulado hasta hora. De alguna manera estoy viviendo y todo lo que transcurre alrededor mío, sea bueno o malo, como escritora, me debe importar. Mas bien enriquece mi vida y me ayuda mucho a crear las historias, personajes que tengo en mente para mi primera novela.” pensaba a sí Lorena quedándose dormida...
En cambio Felipe con los ojos cerrados y abrazando muy fuerte a su novia, pensaba que Lorena sería una estupenda señora de casa, como su madre Doña Catalina. “Lorena apenas nos casemos, te pongo a estudiar piano, a que tomes cursos de etiqueta social, y también a estudiar varios idiomas… así con la mente ocupada desistirás de la idea de escribir y eso será mejor para ti y, claro, para mí también. Total lo hago por tu bien”...

-Y así sin saber que piensan ambos, se quedaron dormidos con la serenidad que la vida les ofrecía, pero con un conflicto de pensamientos. Es peligroso decir que conoces bien a tu pareja, es mejor intentar de nuevo conocerla, porque vas a tener la seguridad infinita, que siempre vas a encontrar algo nuevo por conocer-.




(Quizás SERU GIRAN, se inspiró en Felipe para hacer ésta canción)




(Cuando Felipe y Lorena hacian el amor, esta canción ya estaba sonando en el sur, otra vez Rata Blanca, Blanca Rata)


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