CAPÍTULO 11

INOCENCIA Y TERNURA AZUL


11
Mis pesadillas no eran frecuentes, pero sí muy crueles. Siempre se repetían y cada vez eran más fuertes, más terroríficas. Soñaba que un remolino aparecía de la nada, para elevarme junto a él muy lentamente sin control y cada vez se hacía más fuerte, más invulnerable, quedando yo atrapado en un sinfín de vueltas que no me dejaban respirar. Siempre despertaba llorando y siempre mamá acudía a rescatarme de mis terroríficas pesadillas.

-Ya pasó mi vida... ya pasó... ¿Otra vez el remolino...?
-Sí mami... no te vayas, tengo miedo...
-No mi vida, me quedaré contigo...

Mi madre Liz siempre ahí. Siempre. Cada vez que tenía una pesadilla se quedaba conmigo, protegiéndome y defendiéndome de todas mis pesadillas y de aquel remolino que aparecía de la nada en mis sueños. Bueno, ahora ya de adulto tengo pesadillas, pero ya no con aquel remolino abusivo, sino, con otras cosas o personajes, que en fin señores, recordarlas, sería otra vez, faltarle el respeto a Santiago.
Pero un día, un verano, una noche, una madrugada de mis cinco años, volvió a interrumpir mi sueño aquel remolino abusivo. Pero en este caso, me agarró semidormido, y pude despertarme a tiempo. No me fijé de la hora, mas, era muy tarde y de noche. Y como hacía un bochorno endemoniado, no podía dormir, quería ir donde mis padres y contarles que por primera vez aquel remolino abusivo no me había asustado. Y eso hice. Caminé muy sigilosamente hasta voltear donde quedaba el cuarto de mis padres, casi cerca de la sala. Me fijé al pasar por la cocina que Pelona dormía y que Amanda también. –Sólo en verano Pelona y Amanda dormían juntas- Ya, faltando unos pasos para llegar al cuarto de mis padres y contarles lo sucedido, me doy con la sorpresa de que el cuarto matrimonial estaba con la puerta abierta. ¿Motivo? seguro por el sofocante calor que hacía... Me contuve por un instante. Algo me decía que no debía entrar. Para esto todo estaba oscuro, y a duras penas, se podía ver. En esa duda de entrar y no entrar escuché unas voces entrecortadas que provenían desde adentro del cuarto matrimonial. Y relacioné esas voces con mis pesadillas, porque en la televisión había visto una película donde la actriz principal, dormía muy serena, pero de pronto se desesperaba a raíz que ya estaba atrapada y poseída por una de esas pesadillas. Y yo pensé en ese momento que mi madre Liz también estaba atrapada y poseída por alguna pesadilla. Fue entonces donde asomé mi cabeza muy sigilosamente sin hacer bulla y al mirar observé que mi padre estaba encima de mi madre diciéndole constantemente que la amaba, y mi madre a la vez lo abrazaba, cortándole las palabras con eternos suspiros. También escuché que mi madre le decía a mi padre susurrándole al oído que lo amaba. Yo recordé lo que me dijo mi madre cuando le pregunté de mi existencia y el porqué no tengo un hermanito... En ese momento caí en una sola verdad, quedándome totalmente claro que ellos estaban besándose mucho, para que Dios, así les pudiera mandar, otro niño o niña.
Dejé de mirar. En silencio, sin que ellos se dieran cuenta, regresé a mi cuarto. Ya echado al conciliar otra vez el sueño me sentía extraño. Ya nada me podía asustar. Volví a tener muchas pesadillas. Pero al despertarme sabía que era un mal sueño y nada era real. Cuando entendí lo que realmente había hecho, ya después de saber la gran verdad de verdades, del sexo en sí. Siempre me quedará claro que, en toda mi vida, mi bella madre Liz nunca me mintió, que de cierta manera y con palabras de amor me dijo siempre la verdad. Porque mi inocencia de cinco años se vio reflejada al acecho de muchas pesadillas que al despertar no eran reales, sino, purita mentira.

-¡Qué pasó amor...! ¿Otra pesadilla...?
-Sí mami, pero ya no le tengo miedo... ya no mami...

(...)

-Así que te vas a Huancayo negrito...
-Eso parece Lucho.
-Vaya hombre, veo que usted es muy solicitado por todas partes.
-Jajajaja eso parece... qué voy a hacer Lucho, el deber me llama... son gajes del oficio.
-¿Y cuándo partes...?
-Mañana mismo, por eso hoy he venido a despedirme de ti y de tu familia.
-¡Qué, mañana negrito...! no, así no es negrito...
-Hoy me acaban de dar a mi también la noticia... no me lo esperaba.
-¿Y cuándo regresas...? ¿Cuánto tiempo te quedarás en Huancayo...?
-Mmmm... Regreso en dos años Lucho... pero todo depende del programa que vamos a hacer allá... hay muchos casos de niños con problemas de la labio leporino.
-Y sin cobrar nada negrito... Dios te proteja negrito, por tu buen corazón...
-...
-Sí negrito, tu vocación es eterna... y tu buen corazón también...
-Sólo te perece Luchito, yo tan sólo cumplo con mi deber.
-No, carajo, hombre... tu trabajo es muy digno de imitar y no lo digo porque eres un doctor de primera, sino, porque a pesar que te puedes dar el lujo de trabajar sólo en clínicas y hacerte rico, prefieres ayudar al prójimo... sobre todo, a los niños que tanto te necesitan. Si todos te imitáramos negrito, el Perú sería otro...
-Hay una ventaja Lucho. Yo soy soltero... porque si tuviera una familia, quizá lo pensaría...
-Y te apuesto que igual irías... te conozco muy bien negrito.
-Sí, igual me iría con toda mi familia... Pero, igual me llevo a mis dos gatos que de cierta manera son como mi familia. Mi verdadera familia...
-Jajajaja te voy a extrañar mucho negrito... pero ni modo pues, cuídate mucho, escríbeme, cuéntame de las huancaynas, que sé que son muy buenas mujeres... y de Huancayo ni hablar... cómo ha progresado esa ciudad, cómo olvidarme de aquél zoológico que lo hizo un gran amigo mío, el señor Talavera... que buenas épocas...
-Jajajaja se me había olvidado que te instalaste un buen tiempo en Huancayo... jajajaja escritor de cuarta... jajajaja.
-De quinta negrito, que no se te olvide. Y sí pues negrito, Huancayo fue el escenario de mi segunda novela...
-Bueno hermano, es una pena que no esté tu mujer ni tu hijo... me hubiese gustado mucho despedirme de ellos, pero en fin, le das mis saludos...
-Gracias negrito, se los haré presente. Pero hay una personita que está en la cocina y que sí se va a poner triste por tu partida y, que de hecho, te tienes que despedir de ella...
-Aaaah... Cómo pensaste que me iba a olvidar de la gata Amanda Luchito... Ni hablar...
-Entonces pase usted y despídase de la gata...

El doctor Richard cuando se dirigió a la cocina, mi padre cerró los ojos para botar un par de lágrimas, y de inmediato se dirigió hacia el baño para lavarse la cara. El doctor Richard acarició a Amanda de una manera única y singular. Amanda creo que ya sabía que iba a ser la última vez que iba a ver a su amigo, porque al ser acariciada por el doctor Richard cerró los ojos y descansó en su regazo dejándole toda la ropa sucia, como pidiéndole que no se vaya. Cuando el doctor Richard terminó de acariciar a mi gata, de inmediato caminó hacia la sala, para recoger su la maletín negro y de una vez despedirse de mi padre. Mi padre ya lo esperaba no si antes obsequiarle sus propios binoculares de dos kilómetros de ventaja. Pero el doctor Richard no quiso aceptarlo, pero mi padre insistió tanto que el doctor Richard tuvo que ceder.

-Negrito, por favor, Huancayo es para mirarlo por todos los lados... así que acepta este regalo.
-Está bien Luchito, que conste que si le pasa algo, ya no es mi culpa...
-Si le pasa algo a los binoculares, entonces eso quiere decir que lo has usado... jajajaja
-Jajajaja hasta pronto Luchito...
-Hermano mío, hasta pronto negrito...

Mi padre y el doctor Richard se abrazaron como los dos hermanos que siempre fueron, dos hermanos de sangre, de padre y de madre y de todo también, cien por ciento indiscutible. En esa relación amical y fraternal sólo faltaba que la misma madre los hubiese traído al mundo, porque ya eran hermanos, por siempre y para siempre. Ya mi padre presentía algo, pero nunca se lo dijo, ni siquiera a mi madre Liz, que también presentía algo, intuición de mujer, ella sólo atinó a abrazar a Amanda porque veía que su gata ya no comía por la pena, estaba muy entristecida por la partida del doctor Richard.

-Estás pensando lo mismo que yo Amanda...

La gata seguía sin comer.

-Espero con todas mis fuerzas que esta vez sí te equivoques Amanda... espero que sí...

(...)

Ya no la besaba a Roxana. ¿Por qué? Porque ella ya me esperaba con su carita provocativa. Yo no estaba preparado para eso. Ya era ella quien llevaba la situación. Y siempre me buscaba la mirada, o siempre quería sentarse conmigo. Yo siempre me escapaba, con el presto de jugar con Mario y Leonardo.
Un día después del recreo Mario me salió con una pregunta impertinente:

-¿Santiago por qué ya no le das besos a Roxana?

Yo le respondí, con una mentira, pero, más que una mentira, fue para salir del paso.

-Porque ahora ya me gusta otra chica...
-Sí... ¿Y cómo se llama?
-Mmmm es una amiguita que vive por mi casa...
-¿Pero cómo se llama...?

No podía inventar en ese instante un nombre, así que le tuve que decir el nombre de mi abuela.

-Se llama Isabel...
-Ah... ¿Entonces ahora yo puedo darle besos a Roxana...?

Yo siempre dije que no, pero lamentablemente para mí solo. Y volví a responderle a Mario con otra mentira:

-Claro Mario... anda siéntate con ella.

Y efectivamente, eso hizo Mario, se sentó en la misma carpeta donde estaba Roxana, al lado de ella. Y a mí los celos me mataban, ya nada podía hacer, sólo mirar desde atrás, cómo Mario conversaba muy alegre con mi musa de sueños azules.
En ese mirar de celos y respuestas para salir del paso, observé que Mario sin querer o quizás queriendo le robó un beso a Roxana en plena clase de bolitas y palitos. Roxana no lo podía creer, que de inmediato y con un fuerte grito lo hizo correr a Mario de su lado. Roxana se empezó a limpiar su carita con sus dos manitos. Se molestó tanto, que de inmediato se paró de la clase para acusarle de lo sucedido a la profesora Frida.

-Señorita Frida, Mario está molestando...
-¿Mario...?
-Si señorita Frida.
-¿Y qué te ha hecho?
-Me acaba de dar un beso en la mejilla...
-Con que esas tenemos... A ver Mario ven aquí.

Mario muy tímido y confuso caminó hasta donde estaba Roxana y la profesora.

-¿Es verdad Marito lo que Roxana me ha dicho... que le has dado un beso en la mejilla?
-Sí profesora...
-Bueno, niños, un beso no es para asustarse, ni es nada malo, al contrario, es una forma de expresar tiernas emociones, mucho cariño, mucha ternura y mucho amor... Pero siempre y cuando las dos personas estén de acuerdo, ya amores, sólo te pido Marito que no sorprendas a Roxana con otro beso, se pueden saludar, siempre y cuando los dos estén de acuerdo... Así que vayan a sus asientos que en un ratito, paso a corregir sus cuadernos...
-Sí señorita –dijo Mario-
-Ya terminé la tarea señorita –dijo Roxana-
-Muy bien, eso me gusta escuchar...

Al terminar la clase otra vez Mario se me acercó y me dijo:

-¿Por qué no me dijiste la verdad...?
-¿Qué verdad...?
-Que Roxana ya no se deja besar en la mejilla... ahora te acusa con la profesora...
-Recién me acabo de enterar...
-¿O no será que Roxana sólo quiere que tú la beses...?
-No lo sé Mario...
-Entonces lo que dice papá es cierto...
-¿Y qué dice tu papá...?
-Que las mujeres son muy complicadas y que nadie las puede entender...
-¿Mujeres? Roxana es una niña... todos somos niños...
-Pero las niñas también son mujeres...
-Entonces Marito, tu papá tiene razón... las mujeres son complicadas y las niñas también...
-Sí Santiago... Mira ahí está Leonardo... está llorando...
-Como siempre... pero vamos a jugar con él
-Sí, vamos…

(…)

-¡Luís, te tengo una mala noticia...!
-¡Qué pasó Liz... es Santiago!
-No Luis... es sobre Richard...
-¡Qué le pasó a Richard...!
-Ha sufrido un infarto...
-¡No! ¡Y cómo sabes tú eso... quién te lo ha dicho...?
-Acaba de llegar una carta desde Huancayo...
-¿Y cómo está él...?
-...
-¡Vamos Liz...! ¡No te quedes callada...!
-Richard, está muerto Luís... ¡Está muerto...!
-¡No! ¡No! ¡No! ¡No! Él no... Mi hermano no...

Tan exacto no puede ser lo que acabo de escribir. Claro, eso si la memoria no me falla. Yo estaba en mi cuarto cuando mi madre le dio la noticia a mi padre del fallecimiento del Doctor Richard. Yo ya tenía seis años, estaba en el colegio. Como ya dije antes mi padre nunca más fue el mismo. Ustedes señores se preguntarán ¿por qué?, ¿por qué tanto así...? Bueno pasó a contarles el porqué del asunto:
Fue verdad que el doctor Richard se fue a Huancayo a hacer una obra de caridad con los niños de aquel lugar. Pero más que la caridad, estaba, aquella retirada voluntaria cuando uno sabe, presiente y atina que va a morir. El doctor Richard sufría del corazón, y el único que sabía eso era él y, claro, sus dos gatos. Pero, nadie más. Es por eso que cada vez que el doctor Richard nos visitaba siempre le traía a mi padre una buena botella de vino, y aludía siempre con mucho ahínco que el vino era muy bueno para el corazón. Y no se equivocaba. Quizá él así mataba a su conciencia, cuando ésta le decía que se haga ver, que el estar mal del corazón no es un juego. Los que estuvieron ahí con él, dijeron que murió sin sufrir, pues amaneció muerto, muy sereno. También dijeron que dos meses antes de morir había regalado a sus dos gatos a dos niños que él había operado, se lo había prometido a los niños para que se dejaran operar. Y también la casa de Lima la había vendido, y con ese dinero había ayudado a mucha gente que necesitaba otras operaciones allá en Huancayo. Y nadie sabía nada, sólo él y, claro sus dos gatos. Si Dios no hubiese querido que el Doctor Richard muriera, prácticamente se hubiese quedado en la calle, sin nada.... Como solía decir mi abuela: “El que sabe no tiene miedo, el que no, pide ayuda”
Lo enterraron en Huancayo, mi padre fue al entierro, estaba destrozado, mi madre Liz también quería ir, pero mi padre le dijo que no porque no quería que faltara a su trabajo y también porque yo todavía era muy pequeño. Me acuerdo que mi padre dejó de escribir por varios meses, y mi madre Liz, muy molesta, siempre le decía que estaba echando a perder su carrera de escritor, que Richard desde el cielo se iba a molestar. Pero mi padre seguía metido en su cuarto de creación sin escribir, sin salir, sin nada... Hasta que un día, resucitó mi padre... y volvió la calma a la casa. Pasamos muchos días difíciles, las peleas eran muy fuertes. Mi padre cayó en un mutismo total, y mi madre Liz hablaba como una loca, porque nadie le respondía. Pero, mi padre despertó, ¿Cómo así? Se preguntarán otra vez ustedes señores, bueno, otra vez, paso a contarles: dicen que la gata Amanda un día apareció en el cuarto de creación de mi padre. –a la gata Amanda no le gustaba estar en ese lugar tan oscuro- y no sé cómo entró la gata, eso fue muy raro, la gata llegó a botar al suelo la máquina de escribir de mi padre, y no sé cómo pudo mover la máquina de escribir para que ésta se destruyera en el piso de ese lugar... Mi padre empezó a gritar como loco: ¡Amanda te voy a matar!, ¡Voy a matar a esa gata...! Pero mi padre, por obvias razones felinas, nunca la pudo atrapar a la gata Amanda, hasta horita la está buscando... Ya más calmado, al regresar a su cuarto de creación, se quedó con la boca abierta, pues resultó que la máquina de escribir seguía en su escritorio sin haberle pasado nada... Mi padre sorprendido, de inmediato, se fue a buscar a mi madre para preguntarle si ella había recogido la máquina de escribir, pero ella no sabía nada señores, nada de nada.

-No me mientas Liz... ¿Cómo recogiste la máquina de escribir, si la puerta la había dejado yo con llave...?
-No sé de qué me estás hablando Luís...
-¿Qué, no fuiste tú...?
-Ya te he dicho que no...Vaya hasta que por fin sales de ese cuarto.
-¿Así que no fuiste tú...?
-No mi amor...
-Entonces Santiago... ¿Dónde está Santiago...?
-Jajajaja Luís fíjate en la hora... las diez de la mañana amor... tu hijo está en el colegio...
-¿Entonces...?

Creo que empezaron los milagros amor... si estás aquí hablando conmigo es seguro por Richard... que, en paz descanse...
-....
-Te amo Luís...
-Liz perdóname...
-Yo no te puedo perdonar Luís, porque te amo...
-Mi bella Liz...

Mi padre volvió a escribir y mi madre otra vez empezó a reír y cada vez que yo voy a visitarlos, siempre llegamos a conversar sobre el Doctor Richard Tamayo, de lo bueno que era, y de aquel milagro que les hizo a los dos. Y siempre, cada vez que puede, mi padre alza su copa llena de vino, que dicho sea de paso, le hace tanto bien al corazón, para aflora sus más benditas palabras hacia el cielo: ¡Salud negrito...! ¡Hermano mío...!
Y yo sigo, ahora, jugando con aquel juguete de madera que me regaló en aquel cumpleaños mi tío Richard, donde Roxana brilló por su ausencia, para alzar mi copa llena de vino y sin pestañar mirar aquel techo celestial para también decir: ¡Salud negrito...! ¡Tío mío!...
Para todos mis amigos y enemigos.



Comentarios

  1. Hola Ivan, como estás, linda foto de la portada de este post y el video también, leo detenidamente y valgan verdades siempre en nuestras vidas estarán presentes aquellas personas que no se encuentren fisicamente entre nosotros, solo nos queda recordarlos con mucho cariño. Saludos, un beso y abrazote con mucho aprecio.

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  2. Ya te extrañaba amiga. Gracias por todo, como siempre tú, tan buena conmigo. Cuidate mucho y mucha suerte en todo. Un fuerte abrazo.

    Iván.

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