UN MAR DE FOTOS

UN HOMBRE DE BUENA FE.

UN MAR DE FOTOS.
Mar, es muy bella. Más bella que Giga. Mar, le lleva dos años a Giga, y el 5 de julio se toca ya con los 27 años. Mar se divorció hace poco, para ser más preciso, se divorció en el mes de agosto del año pasado. Ella me contó que el motivo de su ocaso matrimonial fue porque encontró a su ex esposo, en la misma cama donde ellos pasaron tres años de matrimonio, con otra mujer en pleno acto sexual. De inmediato Mar sacó sus cosas de la habitación y, sin decir palabra alguna a los presentes, se fue de su ex casa dejándolos a los dos anonadados y sorprendidos por la presencia de la bella Mar. Ya en el hotel, Mar, llamó a su abogado para decirle que proceda con el divorcio lo más rápido posible. Mar es una mujer de armas tomar, y lo he podido comprar sin que ella ni nadie me cuenten nada. Se divorció de su ex esposo con la pena del caso; pero, sin mucho llanto, sin mucha parafernalia junta y nada de escándalos y nada de nada. Se divorciaron en común acuerdo. Parece que el ex esposo de Mar, ya andaba enamorado de la otra mujer y prácticamente le cayó como anillo al dedo la presencia de Mar aquella noche del engaño. Mar, es fotógrafa profesional. No sabía que se estudiaba para eso. Pero conversando con ella largo y tendido, más tendido que largo; me sorprendí tanto, al ver y sentir, cómo una mujer le puede apasionar tanto el mundo de la fotografía. Me sorprendió saber, cómo algo corriente, algo del día a día puede convertirse en algo fascinante cuando lo miras de un punto de vista personal. La posición, la distancia, el lente, el margen y la técnica, forman parte de un mundo alucinante y real, dentro de una burbuja con un lenguaje, un sueño y un arte: La fotografía.

-A ver Mar, explícame cómo es ese mundo que tanto te apasiona; la fotografía… explícamelo sin dejarme de hacer piojito…
-Mira chico, no juegue… no estamos en la cama para explicar lo que significa mi carrera… no, no juegue…
-Mar, ya pues, quiero saber ese mundo, tú mundo…
-Bueno papito, está bien… pero ábreme una fría, que me muero de sed, chico…
-¿Una fría es una cerveza, no?...
-Eso mismo, no juegue…
-Espérame, voy a sacar una fría del refrigerador…


Mar, era (es) fabulosa, fabulosa en la cama y en persona. Por primera vez sentí que me estaba acostando con una mujer que tenía los mismos gustos que yo. Prácticamente era la horma de mis zapatos. Cuando le hablaba de mi blog me prestaba una atención como si fuera ella una de mis protagonistas, como si fuera la mujer de mi vida. Y cuando ella me hablaba de su carrera de fotógrafa, caía con la misma suerte de sentir esa carrera como parte de mi alma. Una vez leí en una revista que, la fotografía puede llegar a ser el espejo del alma. ¡Dios!... todas esas noches de amor y de pasión que pasamos Mar y yo en mi cama, afortunadamente pude llegar a ver su alma y, ella con su cámara en mano, pudo ver mi nostalgia y todas las ganas perdidas de amar a alguien; pudo ver mi alma en un montón de fotos y de suspiros hormonales.
-Oe mi pana, tú sí que llevas la tristeza por dentro… No juegue.
-¿Eso es lo que ves en mí en tus fotos, Mar?…
-Pana, no me juegue así, eh… usted sufre mucho, eh…
-Todos sufrimos Mar, todos…
-Mi chamo, mi chamo, no… mira pana, que yo también tengo un divorcio y no se me ha caído el mundo, chico… no juegue.
-No hablemos de mí, Mar, hablemos de ti, ¿me vas a contar toda la parafernalia de tu trabajo, de tu carrera?
-Ya, está bien chamo. La fotografía es burdo pana, muy burdo, burdo…
-¿Qué quiere decir burdo, Mar?…
-Algo como… grande, bueno, chévere, mi pana…
-Ah, superlativo…
-¿Superla la quéeeee, mi pana?...
-Olvídalo… yo ya te entendí.
-A ya chico…
Mar, sólo había vivido tres años en Venezuela-Caracas. El dejo de los venezolanos se le había pegado muy fuerte. Y no sólo el dejo, sino también las costumbres de ese país. Y al decir verdad, las costumbres, son muy diferentes a las costumbres de Lima. Vamos a dar tres ejemplos, dicho sea de paso, invitarlos, ojo, esa invitación va para mí también, a conocer el bello y hermano País de Venezuela. Y joder con tu chamo, y joder con tu pana, y joder…
Mar, en las horas de reposo de los almuerzos, pues ella se quedó en mi departamento todo un mes, me hablaba mucho de las costumbres que hay en Venezuela y en sus bellos pueblos. Me hablaba de: Los Cantos de Velorio. Esto consiste que en algunas poblaciones, tanto hombres y mujeres rodean a una cruz con flores cantando hasta la amanecer, sin instrumentos ni nada que se le parezca, sólo con la voz. También me hablaba mucho de los Bailes del Cumaco, es celebrado por el día de San Juan, casi en toda la costa del país de Venezuela y se baila al ritmo de los tambores. La Llora, es una danza folklórica parecida al vals, aunque la mujer debe realizar ciertos movimientos para lograr hacer caer a su pareja, este baile se realiza en un valle de Aragua. Cuenta con dos espacios uno pequeño para los músicos y otro más amplio para los danzantes. Los hombres deben usar ropa de vestir color blanco, sombrero y un pañuelo en el cuello. Las mujeres blusa blanca y falda de muchos colores. En fin… entre fotos y relatos yo mismo en ese momento me quería ir a Venezuela y ver todas esas costumbres hermosas y ricas en cultura; claro está, ver todo eso al lado de Mar. Porque si no era así, no tendría sentido estar en Venezuela. Y para qué… en fin.
En una noche de aquel mes donde Mar solía dormirse en mi cama, agarré su cámara fotográfica y empecé a chismosear cómo era toda esa parafernalia de tomar fotos por doquier y tomarse fotos; creo que fue el instinto de la profesión que, Mar en un abrir y cerrar de ojos se despertó y al verme que estaba mosqueando con su cámara fotográfica, me metió una grita de padre y señor mío:
-¡Hey carajo!... ¡Qué estás haciendo mi pana!... ¡No se juega con eso!... ¡Cónchale vale y madre!...
-Mar, sólo estaba probando…
-¡Qué probando y qué carajos!… ¡dame mi cámara, chico!…
-Toma, y de verdad Mar, fue sin querer…
-No juegue… sin querer, no juegue…
No me habló toda la noche, y es más, no hicimos el amor. Cuando despertó yo le había preparado el desayuno y se lo había llevado a la cama. Unos huevos a la inglesa con juego de papaya (era lo único que había y, dicho sea de paso, era lo único que sabía hacer) y cuatro panes. Ella se despertó y cuando vio el rico desayuno me miró y me dijo:
-Estás perdonado, chico…
Separé el desayuno de su cuerpo y lo puse sobre la mesa y le hice el amor como si fuera ayer, hoy y mañana. No la dejé ir, no nos dejamos ir ni mucho menos nos dejamos levantarnos. Lamentablemente mar puso sus condiciones, sus reglas de juego. Ella tenía que retornar a Venezuela a lo suyo, a su trabajo a su nuevo país. En este juego no se podía uno enamorar ni mucho menos ilusionarse. Y yo como siempre, para variar, todo lo que no se podía hacer y sentir, lo llegué a hacer, lo llegué a sentir. A Giga le faltaba un parte de meses más para salir de la clínica de reposo y se le notaba que ya andaba bien. A Penélope le faltaban dos quimioterapias más para acabar con el cáncer, la amputación fue inevitable; pero, de que se iba a salvar, eso sí era un hecho. Víctor siempre estuvo a su lado, nunca he conocido a un hombre que ame tanto a una mujer y no lo digo por la enfermedad sino por todo el concepto del amor. Yo tomé mi distancia, mejor dicho, la distancia siempre estuvo ahí, sólo que nunca me acerqué a Penélope. Creo que fue lo mejor. Penélope le había contado a Victor sobre mí y no quería incomodarlo ni mucho menos que pensara mal de mí. Algo que siempre voy a respetar es que yo soy de esas personas que no se mete en una relación muy a sabiendas de que la chica que me gusta tiene una pareja. Eso lo aprendí de mamá, a ser un buen perdedor, muy a mi pesar, aunque de verdad cueste mucho serlo. Y todo por respeto a Víctor y, más aún, por respeto a Penélope y, mucho más aún, por respeto a mí.
Mar, se fue de mi departamento, de la ciudad de Lima y de mí. Cuando nos despedimos nos dimos un beso de telenovela, de final de telenovela. Antes de alejarse de mí con todo el equipaje de mano, me dio una carta pequeña y me dijo que lo abriera cuando ya no estaba a su lado, cuando el avión estaba por los aires. Y eso hice, lo abrí cuando ya Mar no estaba a mi lado, cuando el avión ya había desaparecido por los aires. El papel blanco con su letra decía:


Si regreso a tu lado es porque te quiero y, si no, es porque lo que siento por ti no es lo suficientemente fuerte para empezar una relación. Aunque no me creas chico, me siento entre la espada y la pared… no juegue, qué va, no juegue… mi chamo… se me cuida, ya?…

Mar.



(QUE BUENA CANCIÓN)

(MAR MIRO EN LOS OJOS DE IVAN LA TRISTEZA CON ESTA CANCIÓN)

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