SÓLO UN PARECIDO.
UN HOMBRE DE BUENA FE.

(No hay nada mejor que pensar en AMOR)
(Muchas veces me sentí vivo; pero no como ahora)

SÓLO UN PARECIDO.
Martín, me estaba esperando dentro de su auto, a su lado estaba Carolina, su futura esposa. Me esperaban los dos estacionados en todo el frontis del edificio donde vive Giga. Yo acababa de entrar al edificio. Había quedado en recogerla diez de la noche y ya pasaban las once de la noche. Toqué el timbre del departamento número siete y de inmediato escuché desde afuera hacia a adentro unos zapatos de taco cinco muy apresurados y decididos. Cuando Giga abrió la puerta de su departamento, llevaba una cara de pocos amigos, la entendí y la comprendí. Cómo decirle que la culpa no fue mía sino de Martín y de Carolina, ellos son los que se habían demorado en llegar a mi casa. No le expliqué, porque ya el daño estaba hecho, sólo le dije que ya estábamos con retraso y que nos teníamos que apurar, que Martín y Carolina nos estaban esperando para ir a bailar a Casa Grande. Ella soltó a reír, olvidando, su malestar por mi tonta tardanza, claro está, sin querer queriendo.
-¿Ahora yo soy la tardona?... ¿jajajaja te pasas Iván?...
Giga, echó tres llaves a su puerta, y sin mirarme me alcanzó. Llamamos al ascensor y, ya adentro del mismo, la miré detenidamente y me pude dar cuenta que estaba muy linda de como acostumbra a estar. Se había laciado el cabello y se había puesto extensiones muy largas, se había teñido el cabello de negro y pintado las uñas tanto de las manos como de los pies del mismo color. Llevaba puesto un jean apretado casi desteñido pero paja y una blusa vaquera al fiel estilo de las campechanas del mero México. Nunca la había visto tan linda, será porque fue la primera vez que salimos a bailar, ya que todos los bailes los hacíamos en mi cama y sin ropa.
-Giga, te queda bien esa blusa…
-Gracias, Iván… me la trajo mi tía de los Estados Unidos.
-No pudo escoger mejor…
-Gracias… ¿Y tus amigos?...
-Están abajo… ya los vas a conocer… son lindas personas.
-Eso espero…
Bajamos hasta el primer piso, y cuando salimos del edificio, sorprendimos a Martín que le robaba largamente un beso a Carolina.
-¡Ajá!… arriba las manos…
-Idiota me has asustado-expresó Martín-
-Sorry, Sorry… -me disculpé-
-Ay Iván, siempre tú con tus bromas. –dijo Carolina-
-Bueno, les presento a Giga…
-Hola Giga-Carolina salió del coche de Martín y la saludó-
-Hola Giga-lo mismo hiso Martín-.
-Hola, hola… -Giga saludó con sus respectivos besitos en las mejillas-
-Bueno muchachos nos vamos… -sugerí-
-Claro, faltaba más… -dijo Martín como invitándonos a que todos subieran a su auto-
Martín, maneja muy rápido. Siempre le gustó manejar así. Me acuerdo que un sábado saliendo de Casa Grande habíamos bebido más de la cuenta. Y, más de la cuenta nos iba a costar nuestras vidas o quizás parte de ellas. Fue una mala experiencia que, aunque me den todo el oro del mundo, no quisiera otra vez pasar algo similar. En fin, cuando llegamos esa noche a Casa Grande, estaban como siempre los fortachones de seguridad tanto afuera como adentro de la Peña-Discoteca. Hay un fortachón que ya nos conoce. Y siempre se admira al vernos porque quizás somos los que siempre nos acabamos todos los tragos de la barra. Quizás somos los caseritos sino, ya somos parte de la familia de Casa Grande. Martín tiene un feo defecto, siempre se agarra su parte íntima, cada vez que conversa con alguien, el pobre no se da ni cuenta que la gente lo mira con extrañeza y con un poco de repugnancia. Pero a pesar de eso, Martín es un conquistador de aquellos, creo que se habrá agarrado (besado) en esa discoteca fácil a cien (100) mujeres. Y mujeres muy bellas. Martín tiene un parecido al actor de cine George Clooney, quizás sea ese (el parecido) su éxito con las mujeres. Una noche, dejando mi orgullo a un lado, le dije a Martín que si me podía dar algunos consejos para tener, al menos, un pequeño éxito con algunas mujeres, el más mínimo detalle, para saber cómo relacionarme con algunas de ellas y tener un romance de aquellos. Me acuerdo que Martín cursaba los veinte años y yo los veintidós y, a pesar de eso, no dudó en darme algún consejo cazador.
-A ver canoso feo… Mira, lo primero que debes tener en cuenta es, nunca dejar de mirar a la chica cuando hablas con ella. Trata de mirarla fijamente y de tratar de descifrar lo que dicen sus ojos, eso es lo más importa. Segundo: nunca dejes que ella tome la iniciativa, trata de impresionarla con palabras de seguridad, por ejemplo: cuando estés bailando con ella trata de decirle al oído que baila muy bonito, pero con voz de hombre canoso ah, con voz de hombre. Tercero: cuando sientas que tú le gustas a ella, nunca dudes en robarle un beso, porque si dudas, es ella la que va a pensar que eres un indeciso y que no la quieres. Y bueno, los demás ya es criterio ¿no?, o sea… estar limpio, vestirse bien, tener buen aliento, en fin, en fin…
-Está bien Martín eso haré, justo, hoy es el cumpleaños de Marisol…
-Bien canoso feo, así me gusta que obedezcas todos los consejos de tu maestro…
Esa noche de mis veintidós años, hice todo lo que Martín me había dicho, y sólo conseguí una choteada de aquellas con la chica que me gustaba por ese momento, Marisol. ¡Nada qué ver y mucho qué dar!. Pero en fin, nunca me voy a olvidar lo que me enseñó Martín, aunque no me haya servido de nada, basta que un amigo de buena fe como él, me haya dado algunos consejos para conquistar a una chica, para tenerlo presente en todos mis años de supervivencia emocional. ¡Gracias Martín!.
Bueno, la cosa es que llegamos a la discoteca-Peña, Peña-Discoteca, Casa Grande. Llegamos a ese lugar, Martín y Carolina; Giga y yo. Ya Martín había llamado antes para separar una mesa para cuadro personas, y, efectivamente, la mesa para cuatro personas nos estaba ya esperando. La cantante de criollismo Bartola estaba a punto de subir al pequeño escenario, para deleitarnos con su voy y con las canciones de nuestra música criolla. A Giga la veía y sentía emocionada a Carolina También. Martín estaba un poco ahuesado (aburrido), ya sea porque no podía tomar (él era el único que en ese momento tenía brevete) y porque la música criolla no le gustaba mucho, y, lamentablemente, le sigue sin gustar.
Los tragos iban y venían desde nuestra mesa, Martín me miraba como diciéndome, quién como tú que puedes tomar todos los tragos que se te antoje, mientras yo sólo puedo mirar cómo ustedes se divierten. Lamentablemente Martín tenía que cuidar de Carolina y, sobre todo las cosas, cuidar de su pequeño hijo que ya se veía venir con destino y con mucho amor. La pasamos de maravilla, ellos (Martín y Carolina) bailaron mucho, bailaron sin probar ningún trago, y Giga, cigarro en mano ya absorbida por la cerveza, no paraba de coquearme y cotear a los demás. La señora Bartola cantó como nunca, cantó más entonado como de costumbre, y Giga en cada canción de Bartola dejaba el alma botada para después recogerla y seguir cantando, eso sí, ella (Giga) cantaba totalmente desentonada.
Martín y Carolina se fueron de la Discoteca-Peña, a las dos de la mañana, suficiente para ellos, sobre todo para Carolina que a pesar de su sobrepeso se había divertido de lo lindo. Pero tenían que cuidar la salud de su neonato de dos meses.
-Iván, nosotros nos vamos, Carolina tiene que descansar…
-Listo Martín, pierda cuidado, hombre…
-Un gusto, Giga…
-Igual Martín…
-Que se diviertan…
-Gracias…
Carolina, se despidió de nosotros totalmente muda, se le notaba que estaba cansada. Nos quedamos los dos, Giga y yo. Giga seguía bebiendo y fumando sin parar, yo sólo tomaba cerveza, una cerveza que a la larga cada vez se me hacía muy amarga. Aprovechamos para conversar muy pegaditos, muy borrachitos y muy coquetones.
-¿Sabes Iván?... Este lugar me gusta mucho…
-¿Sí?... y se puede saber, por qué…
-No sé, aquí me siento libre.
-Vamos a bailar Giga, ya me cansé de estar sentado y tomando cerveza…
-Noooo, no lo puedo creer, tú pidiéndome que baile contigo… jajajaja eso es algo nuevo para mí, ah…
-Siempre hay una primera vez, ¿no?.
-Es por eso que siempre me sorprendes, Iván… no eres predecible… y eso, a cualquier mujer le gusta… yo creo que a todas las mujeres le gusta eso, lo impredecible… lo fantástico.
-Me podrás creer Giga que yo no busco eso, y mira tú, salgo con lo que tú me dices...
-Anda, no te creo, pero en fin, vamos a bailar, y si no sabes bailar, yo te enseño…
-Sí vamos, seremos el alumno y la maestra en la pista de baile.
Bailamos sin parar, casi una hora de baile y de cerveza. Giga baila muy bonito, tiene cuerpo para el baile, mueve sus caderas al compás de las olas del mar, se detiene, se apura y vuelve a meterse al asunto de la música. Un pasito para adelante y otro para atrás y ya me llevaba cuatro largas cuadras de ventaja. En cambio yo, lenteja como siempre, pero seguro, seguro de estar con una mujer que sólo, ahora en ese momento, me coqueteaba a mí, sólo a mí. Me acordé de Penélope; pero me acordé de una manera lejana, la aluciné en una carretera, caminaba lejos, lejos y lejos… yo quería correr hacia ella, pero estaba lejos, más lejos que todos los tiempos, y en un beso robado por parte de Giga, volví a despertar de ese letargo pensamiento. Ya no podía hacer nada, Giga era mi presente y, a la vez, las locuras de cualquier noche sedienta de cerveza.
-¿Iván, vamos a mi departamento?...
-Estás segura… Mira que cuando yo entro ya no salgo, ah…
-Tontito, eso precisamente quiero que hagas… que ya no salgas.
-Entonces vamos, si es así, vamos pues.
Giga, extrañaba mucho su auto, no me lo decía, pero se le notaba a simple vista. Cuando salimos de Casa Grande, como de costumbre buscaba sus llaves de su auto, cuando se acordaba que ya no tenía auto, que ya lo había vendido, volvía otra vez a sumergirse en la tristeza su bello rostro. Me entró unas ganas de ayudarla, de darle todos mis ahorros para que se comprara aunque sea un escarabajo, con tan solo verla manejar, me era suficiente. Lamentablemente mis ahorros no llegan ni siquiera para eso, sólo para las cuatro llantas de un auto. Esos ahorros, según yo, serán para mandar a publicar mi primera novela, corregirla y todo lo que se pueda hacer en un libro. Toda la parafernalia de la vida de un escritor, toda la esencia de una vida al borde del abismo. Tomamos el primer taxi de esa noche y nos dejamos llevar por el alcohol hasta llegar al departamento de la bella Giga. Entramos al edificio y en el ascensor nos faltó el aliento, el aire, la respiración. Entramos y nos hicimos el amor en todas partes de su departamento. Por primera vez no use condón, ni ella quiso que lo usara. –Confía en mi Iván, no estoy en mis días-, ya echados sobre su cama, desnudos y con la luz del amanecer, ella sacó un cigarro de marihuana, y empezó a fumar en mi presencia, me invitó, y también yo fumé.
-Fumar marihuana me relaja, Iván…
-Ya veo…
-Tú no eres de tomar drogas ¿no?...
-Tengo la imaginación muy aguda, así que no me hacen falta…
-Sí, se nota, tienes unas historias en tu blog, ¡Dios mío!… no tienes porqué decírmelo… se nota.
-Bueno me voy a bañar, tengo regresar a mi casa…
-No Iván, quédate todo el domingo conmigo…
-Sabes muy bien que los domingos son muy tristes para mí… no salgo y prefiero deprimirme en vez de estar activo…
-Tontito, déjame enseñarte que un domingo puede ser tan original como lo que acaba de pasar esta noche…
-¿Estás segura?...
-Claro, quédate y ya lo verás…
-Está bien, me quedo. Pero eso sí, déjame bañarme…
-Mejor nos bañamos juntos…
-Sale, Giga.
-Ok…
-Ah, pero yo me baño con agua caliente, ah…
-Sólo los serranos se bañan con agua caliente, Iván…
-Bueno yo tengo de serrano y de cholo…
-Jajajajaja tontito….
-No, no te rías, es verdad, mi madre es Piurana, norteña, es una cholita linda y mi padre es limeño pero mi abuela es serrana, de Junín, mezclada con un japonés…
-Ah, es por eso que eres medio achinado y canoso…
-Así es mujer, soy más peruano que la papa.
-Ay Iván… me haces reír, jajajaja tontito…
-En fin, ahora cómo hacemos, ¿nos bañamos con agua caliente o con agua fría?…
-Con agua calienta, Iván…
-Total, no que los serranos se bañan con agua caliente jajajajaja…
-Bueno, Iván, siempre hay una primera vez jajajaja…
-Entonces, si es así, voy en busca de un condón…
-No tontito, ya te he dicho que esta noche nada de condón…
-Entonces, no esperemos más, ven…
Nos bañamos con agua caliente; pero al decir verdad, no la necesitábamos, bastaba con el agua fría, ya nuestros cuerpos emanaban calentura y la atmosfera era insoportable por tanto calor, ardor y sudor limpio. Después de bañarnos con agua caliente, caímos sobre la cama y nos quedamos dormidos por horas de aquel domingo por la tarde. Me desperté primero y me doy cuenta que Giga es más bonita dormida que despierta. Voy en busca de mi celular, lo busco en mi pantalón azul y cuando le encuentro acuso que hay una llamada perdida. Miré de quién se trataba y, al mirar, salió el nombre de Liseth… de inmediato entré al baño y con la misma devolví la llamada.
-¡Iván!...
-Liseth… ¿qué pasó?.
-¿Es verdad que Grover fue a tu trabajo para minimizarte?...
-¿Quién es Grover?... ah, ¿el Ingeniero?…
-Sí... ¿Fue?...
-Sí, me dijo que te dejara tranquila, que ya no te llamase, en fin…
-Ese ¡imbécil!…
-¿Cómo, Liseth, tú no sabías nada?...
-Iván, yo no sabía nada… te lo juro.
-Como te fuiste de mi vida sin decirme nada y sin dejar rastro alguno… pensé que tú lo sabías…
-Nada Iván, me fui de viaje y él me cambió de celular, me compró uno mejor, con el pretexto de cambiar mi número. Ahora ya veo porqué lo hizo… Iván ya no estoy con él… no sabes cómo me revienta su altanería y se creé uffffff, no sabes, no lo aguanto… ya le devolví su carro, es un patán en todos los sentidos…
-Noooooooooooooo de verdad…
-Mira paso por tu casa ahorita, ya le hablé a Carolina y a Martín, tengo una buena historia para tu blog Iván jajajaja… así que te busco, espérame lo que demore en llegar a tu casa…
-Liseth, no, lo que pasa, es que no estoy en mi casa…
-¿Qué, domingo trabajando?...
-No precisamente trabajando, pero…
-Entonces te espero en la casa de Carolina cuando te desocupes, ya, Iván, escúchame… respóndeme… ¿todavía te sigo gustando?…
Salí sigilosamente del baño para mirar el cuerpo de Giga sobre la cama, ella estaba de espaldas, dormía desnuda como un ángel en pecado, volví al teléfono y le respondí a Liseth…
-Bueno, Liseth, lo que pasa es que…
-¿Ahora yo soy la tardona?... ¿jajajaja te pasas Iván?...
Giga, echó tres llaves a su puerta, y sin mirarme me alcanzó. Llamamos al ascensor y, ya adentro del mismo, la miré detenidamente y me pude dar cuenta que estaba muy linda de como acostumbra a estar. Se había laciado el cabello y se había puesto extensiones muy largas, se había teñido el cabello de negro y pintado las uñas tanto de las manos como de los pies del mismo color. Llevaba puesto un jean apretado casi desteñido pero paja y una blusa vaquera al fiel estilo de las campechanas del mero México. Nunca la había visto tan linda, será porque fue la primera vez que salimos a bailar, ya que todos los bailes los hacíamos en mi cama y sin ropa.
-Giga, te queda bien esa blusa…
-Gracias, Iván… me la trajo mi tía de los Estados Unidos.
-No pudo escoger mejor…
-Gracias… ¿Y tus amigos?...
-Están abajo… ya los vas a conocer… son lindas personas.
-Eso espero…
Bajamos hasta el primer piso, y cuando salimos del edificio, sorprendimos a Martín que le robaba largamente un beso a Carolina.
-¡Ajá!… arriba las manos…
-Idiota me has asustado-expresó Martín-
-Sorry, Sorry… -me disculpé-
-Ay Iván, siempre tú con tus bromas. –dijo Carolina-
-Bueno, les presento a Giga…
-Hola Giga-Carolina salió del coche de Martín y la saludó-
-Hola Giga-lo mismo hiso Martín-.
-Hola, hola… -Giga saludó con sus respectivos besitos en las mejillas-
-Bueno muchachos nos vamos… -sugerí-
-Claro, faltaba más… -dijo Martín como invitándonos a que todos subieran a su auto-
Martín, maneja muy rápido. Siempre le gustó manejar así. Me acuerdo que un sábado saliendo de Casa Grande habíamos bebido más de la cuenta. Y, más de la cuenta nos iba a costar nuestras vidas o quizás parte de ellas. Fue una mala experiencia que, aunque me den todo el oro del mundo, no quisiera otra vez pasar algo similar. En fin, cuando llegamos esa noche a Casa Grande, estaban como siempre los fortachones de seguridad tanto afuera como adentro de la Peña-Discoteca. Hay un fortachón que ya nos conoce. Y siempre se admira al vernos porque quizás somos los que siempre nos acabamos todos los tragos de la barra. Quizás somos los caseritos sino, ya somos parte de la familia de Casa Grande. Martín tiene un feo defecto, siempre se agarra su parte íntima, cada vez que conversa con alguien, el pobre no se da ni cuenta que la gente lo mira con extrañeza y con un poco de repugnancia. Pero a pesar de eso, Martín es un conquistador de aquellos, creo que se habrá agarrado (besado) en esa discoteca fácil a cien (100) mujeres. Y mujeres muy bellas. Martín tiene un parecido al actor de cine George Clooney, quizás sea ese (el parecido) su éxito con las mujeres. Una noche, dejando mi orgullo a un lado, le dije a Martín que si me podía dar algunos consejos para tener, al menos, un pequeño éxito con algunas mujeres, el más mínimo detalle, para saber cómo relacionarme con algunas de ellas y tener un romance de aquellos. Me acuerdo que Martín cursaba los veinte años y yo los veintidós y, a pesar de eso, no dudó en darme algún consejo cazador.
-A ver canoso feo… Mira, lo primero que debes tener en cuenta es, nunca dejar de mirar a la chica cuando hablas con ella. Trata de mirarla fijamente y de tratar de descifrar lo que dicen sus ojos, eso es lo más importa. Segundo: nunca dejes que ella tome la iniciativa, trata de impresionarla con palabras de seguridad, por ejemplo: cuando estés bailando con ella trata de decirle al oído que baila muy bonito, pero con voz de hombre canoso ah, con voz de hombre. Tercero: cuando sientas que tú le gustas a ella, nunca dudes en robarle un beso, porque si dudas, es ella la que va a pensar que eres un indeciso y que no la quieres. Y bueno, los demás ya es criterio ¿no?, o sea… estar limpio, vestirse bien, tener buen aliento, en fin, en fin…
-Está bien Martín eso haré, justo, hoy es el cumpleaños de Marisol…
-Bien canoso feo, así me gusta que obedezcas todos los consejos de tu maestro…
Esa noche de mis veintidós años, hice todo lo que Martín me había dicho, y sólo conseguí una choteada de aquellas con la chica que me gustaba por ese momento, Marisol. ¡Nada qué ver y mucho qué dar!. Pero en fin, nunca me voy a olvidar lo que me enseñó Martín, aunque no me haya servido de nada, basta que un amigo de buena fe como él, me haya dado algunos consejos para conquistar a una chica, para tenerlo presente en todos mis años de supervivencia emocional. ¡Gracias Martín!.
Bueno, la cosa es que llegamos a la discoteca-Peña, Peña-Discoteca, Casa Grande. Llegamos a ese lugar, Martín y Carolina; Giga y yo. Ya Martín había llamado antes para separar una mesa para cuadro personas, y, efectivamente, la mesa para cuatro personas nos estaba ya esperando. La cantante de criollismo Bartola estaba a punto de subir al pequeño escenario, para deleitarnos con su voy y con las canciones de nuestra música criolla. A Giga la veía y sentía emocionada a Carolina También. Martín estaba un poco ahuesado (aburrido), ya sea porque no podía tomar (él era el único que en ese momento tenía brevete) y porque la música criolla no le gustaba mucho, y, lamentablemente, le sigue sin gustar.
Los tragos iban y venían desde nuestra mesa, Martín me miraba como diciéndome, quién como tú que puedes tomar todos los tragos que se te antoje, mientras yo sólo puedo mirar cómo ustedes se divierten. Lamentablemente Martín tenía que cuidar de Carolina y, sobre todo las cosas, cuidar de su pequeño hijo que ya se veía venir con destino y con mucho amor. La pasamos de maravilla, ellos (Martín y Carolina) bailaron mucho, bailaron sin probar ningún trago, y Giga, cigarro en mano ya absorbida por la cerveza, no paraba de coquearme y cotear a los demás. La señora Bartola cantó como nunca, cantó más entonado como de costumbre, y Giga en cada canción de Bartola dejaba el alma botada para después recogerla y seguir cantando, eso sí, ella (Giga) cantaba totalmente desentonada.
Martín y Carolina se fueron de la Discoteca-Peña, a las dos de la mañana, suficiente para ellos, sobre todo para Carolina que a pesar de su sobrepeso se había divertido de lo lindo. Pero tenían que cuidar la salud de su neonato de dos meses.
-Iván, nosotros nos vamos, Carolina tiene que descansar…
-Listo Martín, pierda cuidado, hombre…
-Un gusto, Giga…
-Igual Martín…
-Que se diviertan…
-Gracias…
Carolina, se despidió de nosotros totalmente muda, se le notaba que estaba cansada. Nos quedamos los dos, Giga y yo. Giga seguía bebiendo y fumando sin parar, yo sólo tomaba cerveza, una cerveza que a la larga cada vez se me hacía muy amarga. Aprovechamos para conversar muy pegaditos, muy borrachitos y muy coquetones.
-¿Sabes Iván?... Este lugar me gusta mucho…
-¿Sí?... y se puede saber, por qué…
-No sé, aquí me siento libre.
-Vamos a bailar Giga, ya me cansé de estar sentado y tomando cerveza…
-Noooo, no lo puedo creer, tú pidiéndome que baile contigo… jajajaja eso es algo nuevo para mí, ah…
-Siempre hay una primera vez, ¿no?.
-Es por eso que siempre me sorprendes, Iván… no eres predecible… y eso, a cualquier mujer le gusta… yo creo que a todas las mujeres le gusta eso, lo impredecible… lo fantástico.
-Me podrás creer Giga que yo no busco eso, y mira tú, salgo con lo que tú me dices...
-Anda, no te creo, pero en fin, vamos a bailar, y si no sabes bailar, yo te enseño…
-Sí vamos, seremos el alumno y la maestra en la pista de baile.
Bailamos sin parar, casi una hora de baile y de cerveza. Giga baila muy bonito, tiene cuerpo para el baile, mueve sus caderas al compás de las olas del mar, se detiene, se apura y vuelve a meterse al asunto de la música. Un pasito para adelante y otro para atrás y ya me llevaba cuatro largas cuadras de ventaja. En cambio yo, lenteja como siempre, pero seguro, seguro de estar con una mujer que sólo, ahora en ese momento, me coqueteaba a mí, sólo a mí. Me acordé de Penélope; pero me acordé de una manera lejana, la aluciné en una carretera, caminaba lejos, lejos y lejos… yo quería correr hacia ella, pero estaba lejos, más lejos que todos los tiempos, y en un beso robado por parte de Giga, volví a despertar de ese letargo pensamiento. Ya no podía hacer nada, Giga era mi presente y, a la vez, las locuras de cualquier noche sedienta de cerveza.
-¿Iván, vamos a mi departamento?...
-Estás segura… Mira que cuando yo entro ya no salgo, ah…
-Tontito, eso precisamente quiero que hagas… que ya no salgas.
-Entonces vamos, si es así, vamos pues.
Giga, extrañaba mucho su auto, no me lo decía, pero se le notaba a simple vista. Cuando salimos de Casa Grande, como de costumbre buscaba sus llaves de su auto, cuando se acordaba que ya no tenía auto, que ya lo había vendido, volvía otra vez a sumergirse en la tristeza su bello rostro. Me entró unas ganas de ayudarla, de darle todos mis ahorros para que se comprara aunque sea un escarabajo, con tan solo verla manejar, me era suficiente. Lamentablemente mis ahorros no llegan ni siquiera para eso, sólo para las cuatro llantas de un auto. Esos ahorros, según yo, serán para mandar a publicar mi primera novela, corregirla y todo lo que se pueda hacer en un libro. Toda la parafernalia de la vida de un escritor, toda la esencia de una vida al borde del abismo. Tomamos el primer taxi de esa noche y nos dejamos llevar por el alcohol hasta llegar al departamento de la bella Giga. Entramos al edificio y en el ascensor nos faltó el aliento, el aire, la respiración. Entramos y nos hicimos el amor en todas partes de su departamento. Por primera vez no use condón, ni ella quiso que lo usara. –Confía en mi Iván, no estoy en mis días-, ya echados sobre su cama, desnudos y con la luz del amanecer, ella sacó un cigarro de marihuana, y empezó a fumar en mi presencia, me invitó, y también yo fumé.
-Fumar marihuana me relaja, Iván…
-Ya veo…
-Tú no eres de tomar drogas ¿no?...
-Tengo la imaginación muy aguda, así que no me hacen falta…
-Sí, se nota, tienes unas historias en tu blog, ¡Dios mío!… no tienes porqué decírmelo… se nota.
-Bueno me voy a bañar, tengo regresar a mi casa…
-No Iván, quédate todo el domingo conmigo…
-Sabes muy bien que los domingos son muy tristes para mí… no salgo y prefiero deprimirme en vez de estar activo…
-Tontito, déjame enseñarte que un domingo puede ser tan original como lo que acaba de pasar esta noche…
-¿Estás segura?...
-Claro, quédate y ya lo verás…
-Está bien, me quedo. Pero eso sí, déjame bañarme…
-Mejor nos bañamos juntos…
-Sale, Giga.
-Ok…
-Ah, pero yo me baño con agua caliente, ah…
-Sólo los serranos se bañan con agua caliente, Iván…
-Bueno yo tengo de serrano y de cholo…
-Jajajajaja tontito….
-No, no te rías, es verdad, mi madre es Piurana, norteña, es una cholita linda y mi padre es limeño pero mi abuela es serrana, de Junín, mezclada con un japonés…
-Ah, es por eso que eres medio achinado y canoso…
-Así es mujer, soy más peruano que la papa.
-Ay Iván… me haces reír, jajajaja tontito…
-En fin, ahora cómo hacemos, ¿nos bañamos con agua caliente o con agua fría?…
-Con agua calienta, Iván…
-Total, no que los serranos se bañan con agua caliente jajajajaja…
-Bueno, Iván, siempre hay una primera vez jajajaja…
-Entonces, si es así, voy en busca de un condón…
-No tontito, ya te he dicho que esta noche nada de condón…
-Entonces, no esperemos más, ven…
Nos bañamos con agua caliente; pero al decir verdad, no la necesitábamos, bastaba con el agua fría, ya nuestros cuerpos emanaban calentura y la atmosfera era insoportable por tanto calor, ardor y sudor limpio. Después de bañarnos con agua caliente, caímos sobre la cama y nos quedamos dormidos por horas de aquel domingo por la tarde. Me desperté primero y me doy cuenta que Giga es más bonita dormida que despierta. Voy en busca de mi celular, lo busco en mi pantalón azul y cuando le encuentro acuso que hay una llamada perdida. Miré de quién se trataba y, al mirar, salió el nombre de Liseth… de inmediato entré al baño y con la misma devolví la llamada.
-¡Iván!...
-Liseth… ¿qué pasó?.
-¿Es verdad que Grover fue a tu trabajo para minimizarte?...
-¿Quién es Grover?... ah, ¿el Ingeniero?…
-Sí... ¿Fue?...
-Sí, me dijo que te dejara tranquila, que ya no te llamase, en fin…
-Ese ¡imbécil!…
-¿Cómo, Liseth, tú no sabías nada?...
-Iván, yo no sabía nada… te lo juro.
-Como te fuiste de mi vida sin decirme nada y sin dejar rastro alguno… pensé que tú lo sabías…
-Nada Iván, me fui de viaje y él me cambió de celular, me compró uno mejor, con el pretexto de cambiar mi número. Ahora ya veo porqué lo hizo… Iván ya no estoy con él… no sabes cómo me revienta su altanería y se creé uffffff, no sabes, no lo aguanto… ya le devolví su carro, es un patán en todos los sentidos…
-Noooooooooooooo de verdad…
-Mira paso por tu casa ahorita, ya le hablé a Carolina y a Martín, tengo una buena historia para tu blog Iván jajajaja… así que te busco, espérame lo que demore en llegar a tu casa…
-Liseth, no, lo que pasa, es que no estoy en mi casa…
-¿Qué, domingo trabajando?...
-No precisamente trabajando, pero…
-Entonces te espero en la casa de Carolina cuando te desocupes, ya, Iván, escúchame… respóndeme… ¿todavía te sigo gustando?…
Salí sigilosamente del baño para mirar el cuerpo de Giga sobre la cama, ella estaba de espaldas, dormía desnuda como un ángel en pecado, volví al teléfono y le respondí a Liseth…
-Bueno, Liseth, lo que pasa es que…
(No hay nada mejor que pensar en AMOR)
(Muchas veces me sentí vivo; pero no como ahora)
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