¿SERÁ AMOR?
UN HOMBRE DE BUENA FE.

Hace un par de meses recibí un correo de mi hermana Omayda. Ella radica en España. Ella se casó allá con Joaquín, un español de la vieja ola. Joaquín, conoció a Omayda en una de las tantas visitas que él se da al Perú. Se conocieron en el Cusco. Omayda, es periodista y se fue hacer un reportaje escrito sobre esa linda ciudad, ciudad que, dicho sea de paso, no conozco. Se conocieron en el hotel Paraguay, un hotel muy lujoso y acogedor. Omayda es extremadamente nerviosa, sobre todo, cuando cae un temblor en la ciudad. Ella pensó, cuando el tren corría por el hotel Paraguay, que se estaba produciendo un temblor sobre la ciudad del Cusco. Salió asustada, gritando y corriendo. Es allí que Joaquín salió de su habitación con toda la curiosidad de saber qué estaba pasando.
-¡Hombre!, qué pasa mujer…
-Es un temblor… hay que salir…
-Oiga, ese es el tren… ¡hombre!, usted no conoce ésta Ciudad…
-¿No es un temblor?…
-¡Vamos!... usted se ha asustado…
-Algo, bueno… lo siento.
-Nada… pierda cuidado… y vaya hacer la siesta, eso la calmará…
-Está bien… gracias.
Al día siguiente Joaquín le mandó flores a mi hermana, dentro de ellas una tarjeta que decía:
Lamentablemente no soy Dios para desaparecer los temblores.
Joaquín.
Omayda, no sabía de quién se trataba pero le faltaron unos minutos para saber que el señor del temblor se llamaba Joaquín. Omayda, le tocó el timbre de su habitación para agradecerle por las flores y por la preocupación. Cuando Joaquín abrió la puerta de su habitación cayó en silencio por la presencia de mi hermana. Él la invitó a cenar y después a quedarse una semana más en el Cusco y así entre salidas nocturnas y miradas de un español hacia una peruana se llagaron a enamorar.
Abrí mi bandeja de entrada de mi cuenta de correo del Hotmail y empecé a leer lo que Omayda me había escrito:
Querido Ivancito:
Hermano mío, se me es tan difícil saludarte porque sabes muy bien que yo no soy como tú, nunca me gustó escribir, salvo mis reportajes escritos, como tú comprenderás, es parte de mi trabajo, y si de saber se trata, mucho menos enterarme que estamos tan lejos y, más aún, saber que te extraño a mares y océanos. Pero siempre hago un esfuerzo cuando se trata de ti. A pesar que tú en estos tiempos has estado muy flojito si de correos electrónicos se trata.
Pero bueno, vayamos al grano hermano mío. Viajo a Lima el próximo mes. Tengo un seminario internacional en el hotel Bolivar. Así que prepara todo, no te preocupes no viajo con Joaquín, él está en Italia de comisión y, bueno, la idea era viajar juntos pero lamentablemente por los cruces de nuestros horarios se nos es muy difícil viajar juntos a Lima. Así que prepárame cama, agua y comida. Yo te llamo en el transcurso de la semana para coordinar cuando llego. Ah, cuando te escribo que no viajaré con Joaquín es para que no te preocupes, sólo lo hago porque sé que te gusta vivir en un desorden total. Yo soy tu hermana y te conozco. Por mí no hay problema. Bueno Ivancito espera mi llamada, cuídate mucho. No dejes de tomar tus pastillas para el hígado, para tus migrañas y, sobre todo, para tus depresiones. Un beso como solía darnos mamá y papá. Tu hermana que te quiere,
Omayda.
Posdata: espero que ya estés con alguien hermanito a tus 32 años ya me estás preocupando… soltero maduro… ja, hablamos.
Cerré mi correo después de leer el mismo de mi hermana Omayda y me eché sobre mi cama a pensar en ella. Omayda, lamentablemente no puede lograrse como mamá. Problemas en las Trompas de Falopio le impidieron ser mamá. Ella con Joaquín se han ido a los mejores ginecólogos del Perú y de España y lamentablemente han fracasado con todos. Y a pesar de eso, mi hermana ve la vida con optimismo y sabiduría. Tengo que darle gracias a Dios que Joaquín se ha comportado a la altura de la circunstancia. Se nota que la quiere mucho; él es consciente que nunca Omayda le dará un hijo, y que de todas las formas originales y en tiempos oscuros, pase lo que pase, está con ella amándola y pensando que, si existe un futuro para él, ese futuro se llama Omayda. Cuando mamá murió, Omayda cayó en una depresión total, no era para menos, madre es madre. En mi caso, también estuve destrozado y no salí a la calle por un año. Solo y encerrado en depresiones constantes y lágrimas tanto por dentro, como por fuera. Cuando murió papá, Omayda aceptó vivir con Joaquín en España, ya no podía estar en Lima soportando tanto dolor. Joaquín se la llevó y ahora viven en ese país casi ya tres años. Yo estuve presente cuando papá murió, se desplomó de un momento a otro, el corazón le falló, lo traicionó. Sólo recuerdo que mi padre me agarró muy fuerte la mano derecha y, después, de un par de minutos, lentamente su fuerza decayó, hasta caer al suelo y soltarse de mi mano. Otra vez caí en depresiones agudas, no quería ver a nadie; yo también quería que el corazón me traicione. Yo también quería morirme. Yo también quería darle una solución a tanta mierda junta, tomar el camino más fácil, tomar el camino más depresivo… pero no lo hice. Nunca vi esa luz, la que todos comentan, las que todos dicen que siempre se te aparece cuando estás pasando por momentos muy difíciles. En mi caso, no la llegué a ver. Cuando volví a mi presente, me di cuenta que Martín estaba a mi lado y Carolina también. Cuando volví a mi realidad, no sabía que había gente a mi lado, gente que me quería y me quiere, gente extraña, gente que nunca había visto en mi vida, gente sin rostro, gente con agallas y gente y más gente. Asocié toda esa gente con esa luz salvadora, con la esperanza de tener que soportar la vida solo y ya sin mis padres. Quizás, toda esa gente, me llegó a salvar y sacar de ese abismo y de esa muerte segura. En fin y sin fin… nada está escrito, y esa nada, nunca llegará a conocer la verdad.
(…)
A Omayda yo le conté cómo había conocido a Penélope. Ella, entre risas, no podía creer que Penélope me había llamado al celular porque simple y llanamente se había leído todas mis historias en mi blog:
-¡Vamos hombre… sólo una loca puede hacer eso!... ni que fueras Mario Vargas Llosa, hermanito, joder…
Al fin y al cabo, Omayda, me dijo que tuviera mucho cuidado con ella:
-Piano, piano hermano, piano, piano-
Al final de la historia no se equivocó. Ahora, está Giga en mi vida, y bueno, ojalá que cuando la conozca se lleve una gran impresión de ella. Giga ha ordenado la casa, ha limpiado las ventanas y ha mandado toda mi ropa a la lavandería. Me cocina rico, a pesar que no sabe nada de cocina, bueno, vale el intento. Le gusta mucho caminar, busca siempre besarme, algo que aprendí a la perfección es que una cosa es besar y otra es tener la seguridad de besar a alguien. Giga me enseñó que mediante los besos podemos obviar el sexo. A veces no hacíamos el amor por semanas, sólo besos y más besos. Uno nunca deja de aprender. Nos gusta ver el Chavo del Ocho, el capítulo de Acapulco ya no recuerdo cuantas veces lo hemos visto juntos y siempre matándonos de la risa, siempre haciendo pausa a la televisión para volver a besarnos para volver a amarnos. Pero lamentablemente, nada es perfecto. Giga tiene problemas de drogas, y en nuestras tertulias las discusiones han sido muy fuertes, muy tristes, muy hirientes:
-Ya no fumes, Giga…
-No me jodas… tú me conociste así… la marihuana no me hace daño, me relaja…
-Yo veo que sí te hace daño. Te estás haciendo daño, Giga…
-Vete a la mierda… yo no me meto en tus cosas, Iván…
-Te das cuenta, mira cómo te pones… eso es producto del estupefaciente…
-Mejor me voy a fumar a otra parte…
-Eso no es el problema, Giga… el problema es que no quieres reconocer que necesitas ayuda…
-No me vengas a joder la mañana, Iván…
-Pasado mañana me visita mi hermana Omayda, y no quiero que sepa que eres una adicta a la marihuana…
-¿Y qué?, ¿se va a venir a hospedar aquí?… eso quiere decir que me estás botando de tu casa…
-Yo no he dicho eso… simplemente que no quiero que sepa que estoy con una chica que tiene problemas con las drogas…
-¡Te avergüenzas de mí!... ¡no me jodas!…
-No, pero sí me avergüenzo que fumes aquí… vamos a pedir ayuda Giga, todavía estás a tiempo.
-Yo controlo mi ansiedad Iván… las drogas no me hacen nada.
-Ya veo que no, pero sí disminuyen mis ahorros… ¿qué pasó con la plata que era predestinada para pagar la luz y el agua?…
-Sabes muy bien que por ahora no tengo trabajo… necesito tiempo.
-No me cambies el tema, ni te vayas por la tangente…
-Cuando vuelva a trabajar te pienso devolver todo…
-Nadie te está pidiendo plata, simple y llanamente que ya dejes de fumar y que me haces daño cuando te veo que estás por las nubes, entiéndeme Giga…
-¡No puedo dejar de fumar!... lo necesito, no entiendes…
-Bueno, creo que la que no está entendiendo eres tú… pero ya sabes, no te quiero ver con ese problema delante de mi hermana…
-Me sigues botando…
-Piensa lo que quieras Giga… ahora voy a salir a comprar algo de comida para tener en el refrigerador…
-Me voy, si eso es lo que quieres, me voy…
-Que conste que yo no te he echado de aquí, si te vas es porque tú lo quieres…
Giga, se fue como un mes de mi casa, no conoció a mi hermana Omayda, a pesar que yo le hablé de ella con todo mi corazón, a pesar que me dijo que tenía muchas ganas de conocerla. Había noches que no pude dormir pensado en Giga, preocupado, por sus problemas emocionales y adictivos. Pero mi hermana Omayda es mi única familia y por ende tenía que estar con ella pase lo que pase. Cuando Omayda retornó a España, no perdí más tiempo y enseguida busqué a Giga. Ella ya no vivía en su departamento, lo estaba alquilando para tener plata y así consumir las drogas que quisiera. La busqué por los acantilados de toda la Costa Verde y por los puentes de consumo masivo de marihuana. Totalmente rendido y cansado de buscarla, ya la había buscado cielo y tierra, y nada, no la hallaba en ningún lado, aluciné lo peor, incluso, veía todos los noticieros, algo que no me gusta hacer, mis depresiones van por ahí; pero, por esa búsqueda, hice una excepción para enterarme si había una muerte rara o extraña de alguna mujer. Mas nada y nada. Una noche sonó mi celular con el número no identificado, contesté y caigo con la voz de una mujer conocida en el olvido.
-¿Aló?...
-Hola, hijo…
-No, esto ya es el colmo… ¿qué quieres?...
-No tienes porqué tratarme así, Iván…
-Lo mismo digo… no tuviste que tratarme así… Bueno, ¿qué quieres?...
-Iván, ya me enteré que estás con mi ex amiga, Giga.
-Cómo vuelan las noticias… sí estoy con ella ¿algún problema?.
-Ella no te conviene, tú te mereces a otra persona, ella no te llega ni a los talones…
-Eso es ya mi problema, Penélope. Yo elijo quién me conviene o no…
-Lo hago por tu bien… nunca te lo dije… pero ella es adicta a la marihuana…
-Lo sé. Pero yo la voy a ayudar a salir de esta. Así que te agradezco tu preocupación y bueno sigue disfrutando de tu lindo matrimonio…
-No te entiendo, Iván…
-Yo menos. ¡Qué haces llamándome!… ¡respeta a tu esposo!… ¡a tu familia!.
-Sólo te llamo para decirte que a Giga la he visto con Cesar, un ex amor, por las calles de Barranco drogándose a más no poder…
-No te creo…
-Anda y confírmalo tú mismo...
-No te creo…
-Bueno Iván, que conste que te lo advertí… allá tú…
-¿Y me imagino que te tengo que dar las gracias?...
-Por favor abstente de ironías, ¿quieres?…
-Cuídate Penélope y espero que no me vuelvas a llamar.
-No te preocupes, ya veo que te ha lavado el cerebro la loca de mi ex amiga.
-Ja, disfruta de tu matrimonio… adiós…
-Adiós, Iván.
No perdí más tiempo y salí de mi casa apurado a tomar el primer taxi hacia Barranco. Cómo no se me había ocurrido antes, Barranco. En el trayecto pensé en la conversación que tuve con Penélope. Cómo saber si es cierto que a pesar de todo ella todavía se preocupa por mí, por mi tranquilidad. Al menos tengo que reconocer que su voz sigue siendo cautivadora y placentera. Nunca le había hablado así, claro está, hasta ese día. Creo que ella también se sorprendió. Al menos le hice sentir que ya no todo giraba alrededor suyo, que yo ya no era el mismo idiota que corría a sus pies a penas ella levantaba un dedo. Que los tiempos habían cambiado y que Giga me importaba lo suficiente para quererla y protegerla.
La mesa de piedra en el medio del ovalo de la plaza mayor de ese distrito, ya no se pronunciaba como antes, sobre todo, como en la década de los ochentas. La casa blanca me daba la espalda y la iglesia cerrada por un simple día particular. Caminé sin contar los tiempos, ya estaba desesperado, llegué al famoso Puente de los Suspiros, que ahora es el famoso puente de los manoseos y asaltos. Bajé hasta llegar a ver el mar, había gente indecente, había gente de mal vivir y sin pestañar ahí también estaba ella. Sí, ahí estaba Giga con tres tipos más, estaban drogándose y riéndose de todo, incluso de las sombras imaginarias que ellos veían en ese lugar. Me acerqué y la encaré como se encaran dos sujetos en una pelea de box.
-Giga, vámonos a casa…
-¡Iván!... ¡Qué sorpresa!... ¿no quieres fumar?…
-Giga, vamos a casa… ya es suficiente, ¿no?...
-No, nada es suficiente Iván, aquí me siento libre… ¡Vamos anímate!, fuma con nosotros…
-Chiquita, vamos a casa. Te he preparado algo rico… las ensaladas que tanto te gustan… los postres… en fin…
-No, Iván… aquí me siento feliz…
-Te prometo que fumamos toda la marihuana en mi casa, toda chiquita… y así seremos libres, vamos a casa…
-¿En serio?... ¿no me estás mintiendo?…
-No chiquita, para nada… vamos…
-Te he extrañado mucho, Iván…
-Y yo a ti… párate y vámonos de aquí…
-Y si no es así… si me estás mintiendo…
-No te estoy mintiendo. Qué te parece si nos vamos de viaje, vamos a Argentina, Buenos Aires, ahí la marihuana está casi legalizada… y podemos fumar todos los porros que se nos antoje…
-Argentina… sí, sí, sí, sí… ¿no me estás mintiendo?...
-Para nada, ahí tengo algo ahorrado, estaba ajuntando para mandar a publicar mis novelas, pero eso puede esperar si se trata de ti… vamos a Argentina y seremos libres fumando toda la marihuana del mundo.
-Ok, Argentina, la Boca… la Bombonera… sí vamos…
-Ven chiquita te cargo…
La cargué como si fuera una niña de cinco años. La cargué como se carga la inocencia en una cajita dentro de un corazón. Ella se despidió de sus “amigos” y me dijo si yo le podía dejar algo de dinero para que sigan fumando. Me acerqué a ellos con Giga en brazos saque veinte soles y se los di a los tres señores para que compren mas hierva y sigan fumando. Tomé el primer taxi que me interceptó y ya la bella Giga dormía como un ángel en pecado. Sólo en mis brazos repetía a cada raro: Argentina, Argentina, la Boca, la boca, la bombonera, el Diego…
Nunca fuimos a Argentina, al día siguiente la tuve que internar, con todo el dolor del mundo, con todo el odio que esa mañana transmitían sus ojos hacia mí. Todos mis ahorros sirvieron para pagar la mitad del hospital de reposo, pedí un préstamo en el banco, mi jefe me avaló el préstamo, y así fue como pagué una carísima suma de dinero. Hasta Omayda y Joaquín me mandaron una fuerte suma de dinero para pagar la Internación. Lo que sí no pude pagar (hasta hora) es el odio de Giga hacia mi persona. Cuando quise visitarla, ya los doctores me habían dicho que no quería ni verme, que sufría un ataque de ansiedad, cada vez que en su delante pronunciaban mi nombre. A veces pienso si fue un error haberla dejado ahí tan sola e indefensa. Pero ya no podía soportar verla destruyéndose, verla tan descuidada y totalmente fuera de su presente; todo eso a mí, me destrozaba el corazón y el alma. A veces me pregunto si todo lo que hice, hago y haré por Giga es amor ó sólo lo hago por lástima ó sólo porque simple y llanamente no puedo dejar de ser un hombre de buena fe. ¿Quién sabe?... si ni yo mismo sé… en fin.
(…)
-¿Aló?...
-¿Señor Iván?...
-Sí, soy yo…
-Cómo le va… le habla el doctor Parodi…
-¡Doctor!... ¡Qué paso?…
-Mire, lo siento, se acaba de escapar del hospital la señorita, Giga…
-¡Qué!...
(Y NADIE LO PENSABA: O&A, I&K)
(QUE BUENA CANCIÓN)

¿SERÁ AMOR?
Hace un par de meses recibí un correo de mi hermana Omayda. Ella radica en España. Ella se casó allá con Joaquín, un español de la vieja ola. Joaquín, conoció a Omayda en una de las tantas visitas que él se da al Perú. Se conocieron en el Cusco. Omayda, es periodista y se fue hacer un reportaje escrito sobre esa linda ciudad, ciudad que, dicho sea de paso, no conozco. Se conocieron en el hotel Paraguay, un hotel muy lujoso y acogedor. Omayda es extremadamente nerviosa, sobre todo, cuando cae un temblor en la ciudad. Ella pensó, cuando el tren corría por el hotel Paraguay, que se estaba produciendo un temblor sobre la ciudad del Cusco. Salió asustada, gritando y corriendo. Es allí que Joaquín salió de su habitación con toda la curiosidad de saber qué estaba pasando.
-¡Hombre!, qué pasa mujer…
-Es un temblor… hay que salir…
-Oiga, ese es el tren… ¡hombre!, usted no conoce ésta Ciudad…
-¿No es un temblor?…
-¡Vamos!... usted se ha asustado…
-Algo, bueno… lo siento.
-Nada… pierda cuidado… y vaya hacer la siesta, eso la calmará…
-Está bien… gracias.
Al día siguiente Joaquín le mandó flores a mi hermana, dentro de ellas una tarjeta que decía:
Lamentablemente no soy Dios para desaparecer los temblores.
Joaquín.
Omayda, no sabía de quién se trataba pero le faltaron unos minutos para saber que el señor del temblor se llamaba Joaquín. Omayda, le tocó el timbre de su habitación para agradecerle por las flores y por la preocupación. Cuando Joaquín abrió la puerta de su habitación cayó en silencio por la presencia de mi hermana. Él la invitó a cenar y después a quedarse una semana más en el Cusco y así entre salidas nocturnas y miradas de un español hacia una peruana se llagaron a enamorar.
Abrí mi bandeja de entrada de mi cuenta de correo del Hotmail y empecé a leer lo que Omayda me había escrito:
Querido Ivancito:
Hermano mío, se me es tan difícil saludarte porque sabes muy bien que yo no soy como tú, nunca me gustó escribir, salvo mis reportajes escritos, como tú comprenderás, es parte de mi trabajo, y si de saber se trata, mucho menos enterarme que estamos tan lejos y, más aún, saber que te extraño a mares y océanos. Pero siempre hago un esfuerzo cuando se trata de ti. A pesar que tú en estos tiempos has estado muy flojito si de correos electrónicos se trata.
Pero bueno, vayamos al grano hermano mío. Viajo a Lima el próximo mes. Tengo un seminario internacional en el hotel Bolivar. Así que prepara todo, no te preocupes no viajo con Joaquín, él está en Italia de comisión y, bueno, la idea era viajar juntos pero lamentablemente por los cruces de nuestros horarios se nos es muy difícil viajar juntos a Lima. Así que prepárame cama, agua y comida. Yo te llamo en el transcurso de la semana para coordinar cuando llego. Ah, cuando te escribo que no viajaré con Joaquín es para que no te preocupes, sólo lo hago porque sé que te gusta vivir en un desorden total. Yo soy tu hermana y te conozco. Por mí no hay problema. Bueno Ivancito espera mi llamada, cuídate mucho. No dejes de tomar tus pastillas para el hígado, para tus migrañas y, sobre todo, para tus depresiones. Un beso como solía darnos mamá y papá. Tu hermana que te quiere,
Omayda.
Posdata: espero que ya estés con alguien hermanito a tus 32 años ya me estás preocupando… soltero maduro… ja, hablamos.
Cerré mi correo después de leer el mismo de mi hermana Omayda y me eché sobre mi cama a pensar en ella. Omayda, lamentablemente no puede lograrse como mamá. Problemas en las Trompas de Falopio le impidieron ser mamá. Ella con Joaquín se han ido a los mejores ginecólogos del Perú y de España y lamentablemente han fracasado con todos. Y a pesar de eso, mi hermana ve la vida con optimismo y sabiduría. Tengo que darle gracias a Dios que Joaquín se ha comportado a la altura de la circunstancia. Se nota que la quiere mucho; él es consciente que nunca Omayda le dará un hijo, y que de todas las formas originales y en tiempos oscuros, pase lo que pase, está con ella amándola y pensando que, si existe un futuro para él, ese futuro se llama Omayda. Cuando mamá murió, Omayda cayó en una depresión total, no era para menos, madre es madre. En mi caso, también estuve destrozado y no salí a la calle por un año. Solo y encerrado en depresiones constantes y lágrimas tanto por dentro, como por fuera. Cuando murió papá, Omayda aceptó vivir con Joaquín en España, ya no podía estar en Lima soportando tanto dolor. Joaquín se la llevó y ahora viven en ese país casi ya tres años. Yo estuve presente cuando papá murió, se desplomó de un momento a otro, el corazón le falló, lo traicionó. Sólo recuerdo que mi padre me agarró muy fuerte la mano derecha y, después, de un par de minutos, lentamente su fuerza decayó, hasta caer al suelo y soltarse de mi mano. Otra vez caí en depresiones agudas, no quería ver a nadie; yo también quería que el corazón me traicione. Yo también quería morirme. Yo también quería darle una solución a tanta mierda junta, tomar el camino más fácil, tomar el camino más depresivo… pero no lo hice. Nunca vi esa luz, la que todos comentan, las que todos dicen que siempre se te aparece cuando estás pasando por momentos muy difíciles. En mi caso, no la llegué a ver. Cuando volví a mi presente, me di cuenta que Martín estaba a mi lado y Carolina también. Cuando volví a mi realidad, no sabía que había gente a mi lado, gente que me quería y me quiere, gente extraña, gente que nunca había visto en mi vida, gente sin rostro, gente con agallas y gente y más gente. Asocié toda esa gente con esa luz salvadora, con la esperanza de tener que soportar la vida solo y ya sin mis padres. Quizás, toda esa gente, me llegó a salvar y sacar de ese abismo y de esa muerte segura. En fin y sin fin… nada está escrito, y esa nada, nunca llegará a conocer la verdad.
(…)
A Omayda yo le conté cómo había conocido a Penélope. Ella, entre risas, no podía creer que Penélope me había llamado al celular porque simple y llanamente se había leído todas mis historias en mi blog:
-¡Vamos hombre… sólo una loca puede hacer eso!... ni que fueras Mario Vargas Llosa, hermanito, joder…
Al fin y al cabo, Omayda, me dijo que tuviera mucho cuidado con ella:
-Piano, piano hermano, piano, piano-
Al final de la historia no se equivocó. Ahora, está Giga en mi vida, y bueno, ojalá que cuando la conozca se lleve una gran impresión de ella. Giga ha ordenado la casa, ha limpiado las ventanas y ha mandado toda mi ropa a la lavandería. Me cocina rico, a pesar que no sabe nada de cocina, bueno, vale el intento. Le gusta mucho caminar, busca siempre besarme, algo que aprendí a la perfección es que una cosa es besar y otra es tener la seguridad de besar a alguien. Giga me enseñó que mediante los besos podemos obviar el sexo. A veces no hacíamos el amor por semanas, sólo besos y más besos. Uno nunca deja de aprender. Nos gusta ver el Chavo del Ocho, el capítulo de Acapulco ya no recuerdo cuantas veces lo hemos visto juntos y siempre matándonos de la risa, siempre haciendo pausa a la televisión para volver a besarnos para volver a amarnos. Pero lamentablemente, nada es perfecto. Giga tiene problemas de drogas, y en nuestras tertulias las discusiones han sido muy fuertes, muy tristes, muy hirientes:
-Ya no fumes, Giga…
-No me jodas… tú me conociste así… la marihuana no me hace daño, me relaja…
-Yo veo que sí te hace daño. Te estás haciendo daño, Giga…
-Vete a la mierda… yo no me meto en tus cosas, Iván…
-Te das cuenta, mira cómo te pones… eso es producto del estupefaciente…
-Mejor me voy a fumar a otra parte…
-Eso no es el problema, Giga… el problema es que no quieres reconocer que necesitas ayuda…
-No me vengas a joder la mañana, Iván…
-Pasado mañana me visita mi hermana Omayda, y no quiero que sepa que eres una adicta a la marihuana…
-¿Y qué?, ¿se va a venir a hospedar aquí?… eso quiere decir que me estás botando de tu casa…
-Yo no he dicho eso… simplemente que no quiero que sepa que estoy con una chica que tiene problemas con las drogas…
-¡Te avergüenzas de mí!... ¡no me jodas!…
-No, pero sí me avergüenzo que fumes aquí… vamos a pedir ayuda Giga, todavía estás a tiempo.
-Yo controlo mi ansiedad Iván… las drogas no me hacen nada.
-Ya veo que no, pero sí disminuyen mis ahorros… ¿qué pasó con la plata que era predestinada para pagar la luz y el agua?…
-Sabes muy bien que por ahora no tengo trabajo… necesito tiempo.
-No me cambies el tema, ni te vayas por la tangente…
-Cuando vuelva a trabajar te pienso devolver todo…
-Nadie te está pidiendo plata, simple y llanamente que ya dejes de fumar y que me haces daño cuando te veo que estás por las nubes, entiéndeme Giga…
-¡No puedo dejar de fumar!... lo necesito, no entiendes…
-Bueno, creo que la que no está entendiendo eres tú… pero ya sabes, no te quiero ver con ese problema delante de mi hermana…
-Me sigues botando…
-Piensa lo que quieras Giga… ahora voy a salir a comprar algo de comida para tener en el refrigerador…
-Me voy, si eso es lo que quieres, me voy…
-Que conste que yo no te he echado de aquí, si te vas es porque tú lo quieres…
Giga, se fue como un mes de mi casa, no conoció a mi hermana Omayda, a pesar que yo le hablé de ella con todo mi corazón, a pesar que me dijo que tenía muchas ganas de conocerla. Había noches que no pude dormir pensado en Giga, preocupado, por sus problemas emocionales y adictivos. Pero mi hermana Omayda es mi única familia y por ende tenía que estar con ella pase lo que pase. Cuando Omayda retornó a España, no perdí más tiempo y enseguida busqué a Giga. Ella ya no vivía en su departamento, lo estaba alquilando para tener plata y así consumir las drogas que quisiera. La busqué por los acantilados de toda la Costa Verde y por los puentes de consumo masivo de marihuana. Totalmente rendido y cansado de buscarla, ya la había buscado cielo y tierra, y nada, no la hallaba en ningún lado, aluciné lo peor, incluso, veía todos los noticieros, algo que no me gusta hacer, mis depresiones van por ahí; pero, por esa búsqueda, hice una excepción para enterarme si había una muerte rara o extraña de alguna mujer. Mas nada y nada. Una noche sonó mi celular con el número no identificado, contesté y caigo con la voz de una mujer conocida en el olvido.
-¿Aló?...
-Hola, hijo…
-No, esto ya es el colmo… ¿qué quieres?...
-No tienes porqué tratarme así, Iván…
-Lo mismo digo… no tuviste que tratarme así… Bueno, ¿qué quieres?...
-Iván, ya me enteré que estás con mi ex amiga, Giga.
-Cómo vuelan las noticias… sí estoy con ella ¿algún problema?.
-Ella no te conviene, tú te mereces a otra persona, ella no te llega ni a los talones…
-Eso es ya mi problema, Penélope. Yo elijo quién me conviene o no…
-Lo hago por tu bien… nunca te lo dije… pero ella es adicta a la marihuana…
-Lo sé. Pero yo la voy a ayudar a salir de esta. Así que te agradezco tu preocupación y bueno sigue disfrutando de tu lindo matrimonio…
-No te entiendo, Iván…
-Yo menos. ¡Qué haces llamándome!… ¡respeta a tu esposo!… ¡a tu familia!.
-Sólo te llamo para decirte que a Giga la he visto con Cesar, un ex amor, por las calles de Barranco drogándose a más no poder…
-No te creo…
-Anda y confírmalo tú mismo...
-No te creo…
-Bueno Iván, que conste que te lo advertí… allá tú…
-¿Y me imagino que te tengo que dar las gracias?...
-Por favor abstente de ironías, ¿quieres?…
-Cuídate Penélope y espero que no me vuelvas a llamar.
-No te preocupes, ya veo que te ha lavado el cerebro la loca de mi ex amiga.
-Ja, disfruta de tu matrimonio… adiós…
-Adiós, Iván.
No perdí más tiempo y salí de mi casa apurado a tomar el primer taxi hacia Barranco. Cómo no se me había ocurrido antes, Barranco. En el trayecto pensé en la conversación que tuve con Penélope. Cómo saber si es cierto que a pesar de todo ella todavía se preocupa por mí, por mi tranquilidad. Al menos tengo que reconocer que su voz sigue siendo cautivadora y placentera. Nunca le había hablado así, claro está, hasta ese día. Creo que ella también se sorprendió. Al menos le hice sentir que ya no todo giraba alrededor suyo, que yo ya no era el mismo idiota que corría a sus pies a penas ella levantaba un dedo. Que los tiempos habían cambiado y que Giga me importaba lo suficiente para quererla y protegerla.
La mesa de piedra en el medio del ovalo de la plaza mayor de ese distrito, ya no se pronunciaba como antes, sobre todo, como en la década de los ochentas. La casa blanca me daba la espalda y la iglesia cerrada por un simple día particular. Caminé sin contar los tiempos, ya estaba desesperado, llegué al famoso Puente de los Suspiros, que ahora es el famoso puente de los manoseos y asaltos. Bajé hasta llegar a ver el mar, había gente indecente, había gente de mal vivir y sin pestañar ahí también estaba ella. Sí, ahí estaba Giga con tres tipos más, estaban drogándose y riéndose de todo, incluso de las sombras imaginarias que ellos veían en ese lugar. Me acerqué y la encaré como se encaran dos sujetos en una pelea de box.
-Giga, vámonos a casa…
-¡Iván!... ¡Qué sorpresa!... ¿no quieres fumar?…
-Giga, vamos a casa… ya es suficiente, ¿no?...
-No, nada es suficiente Iván, aquí me siento libre… ¡Vamos anímate!, fuma con nosotros…
-Chiquita, vamos a casa. Te he preparado algo rico… las ensaladas que tanto te gustan… los postres… en fin…
-No, Iván… aquí me siento feliz…
-Te prometo que fumamos toda la marihuana en mi casa, toda chiquita… y así seremos libres, vamos a casa…
-¿En serio?... ¿no me estás mintiendo?…
-No chiquita, para nada… vamos…
-Te he extrañado mucho, Iván…
-Y yo a ti… párate y vámonos de aquí…
-Y si no es así… si me estás mintiendo…
-No te estoy mintiendo. Qué te parece si nos vamos de viaje, vamos a Argentina, Buenos Aires, ahí la marihuana está casi legalizada… y podemos fumar todos los porros que se nos antoje…
-Argentina… sí, sí, sí, sí… ¿no me estás mintiendo?...
-Para nada, ahí tengo algo ahorrado, estaba ajuntando para mandar a publicar mis novelas, pero eso puede esperar si se trata de ti… vamos a Argentina y seremos libres fumando toda la marihuana del mundo.
-Ok, Argentina, la Boca… la Bombonera… sí vamos…
-Ven chiquita te cargo…
La cargué como si fuera una niña de cinco años. La cargué como se carga la inocencia en una cajita dentro de un corazón. Ella se despidió de sus “amigos” y me dijo si yo le podía dejar algo de dinero para que sigan fumando. Me acerqué a ellos con Giga en brazos saque veinte soles y se los di a los tres señores para que compren mas hierva y sigan fumando. Tomé el primer taxi que me interceptó y ya la bella Giga dormía como un ángel en pecado. Sólo en mis brazos repetía a cada raro: Argentina, Argentina, la Boca, la boca, la bombonera, el Diego…
Nunca fuimos a Argentina, al día siguiente la tuve que internar, con todo el dolor del mundo, con todo el odio que esa mañana transmitían sus ojos hacia mí. Todos mis ahorros sirvieron para pagar la mitad del hospital de reposo, pedí un préstamo en el banco, mi jefe me avaló el préstamo, y así fue como pagué una carísima suma de dinero. Hasta Omayda y Joaquín me mandaron una fuerte suma de dinero para pagar la Internación. Lo que sí no pude pagar (hasta hora) es el odio de Giga hacia mi persona. Cuando quise visitarla, ya los doctores me habían dicho que no quería ni verme, que sufría un ataque de ansiedad, cada vez que en su delante pronunciaban mi nombre. A veces pienso si fue un error haberla dejado ahí tan sola e indefensa. Pero ya no podía soportar verla destruyéndose, verla tan descuidada y totalmente fuera de su presente; todo eso a mí, me destrozaba el corazón y el alma. A veces me pregunto si todo lo que hice, hago y haré por Giga es amor ó sólo lo hago por lástima ó sólo porque simple y llanamente no puedo dejar de ser un hombre de buena fe. ¿Quién sabe?... si ni yo mismo sé… en fin.
(…)
-¿Aló?...
-¿Señor Iván?...
-Sí, soy yo…
-Cómo le va… le habla el doctor Parodi…
-¡Doctor!... ¡Qué paso?…
-Mire, lo siento, se acaba de escapar del hospital la señorita, Giga…
-¡Qué!...
(Y NADIE LO PENSABA: O&A, I&K)
(QUE BUENA CANCIÓN)
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias.