UNA MADRE SOLTERA Y UN CONFUNDIDO IDIOTA.

UN HOMBRE DE BUENA FE.



UNA MADRE SOLTERA Y UN CONFUNDIDO IDIOTA.


La única forma que supe que estaba metido en un gran problema fue, cuando leí el e-mail que me envió, Penélope. Esa devastadora carta colgada en mi ordenador fue para entender que ya Penélope sentía algo por mí. Y para qué negar que yo, al terminar de leer la carta, sentía lo mismo. Por otro lado, pero no alejada del problema, estaba la bella Giga, que no se iba a quedar tranquila y, para ser honesto, yo tampoco quería que se quede tranquila, lo “nuestro” recién estaba empezando, y valgan verdades, daba para más. En cambio con Penélope había otro feeling; digámoslo así: lo “nuestro” era más honesto, más protector, más cuajado y más bonito. Entonces, por ende había mucha química entre los dos. Pero lamentablemente yo ya estaba jugando sucio. A pesar que con Penélope no había nada concreto, nada definido, pero mi conciencia me vulnera cada vez que pensaba en ella. Y para colmo de males, las dos mujeres que me tenían en ese momento entre la espada y la pared, eran amigas (ya no lo son, por la historia que les voy a contar más adelante, eso será en otros posts), amigas y cómplices de muchas aventuras, sobre todo, si hablamos del sexo opuesto: los hombres.
Realmente estaba metido en un gran problema. Esa mañana, después de leer el dichoso correo de Penélope, cerré mis cuentas, tanto de Hotmail y Gmail y me puse a trabajar. No le escribí a Penélope, el corazón no me dictaba nada, quise ganar tiempo para poder pensar en cómo iba a solucionar el problema en el cual estaba metido.
Cuando llegué a mis aposentos, lo único que hice es meterme a la ducha, necesitaba relajarme, pensar y planear algo para salir airoso de esta situación. Cuando salí del baño, ya más tranquilo y, sobre todo, muy relajado; escuché que llamaban a la puerta. Me puse algo ligero, y corrí abrir la puerta; primero, miré por el ojo mágico para ver de quién se trataba.
-¿Tanto te demoras en abrir la puerta, Iván?-¡Giga!... hola…
-Ah, ya veo, has estado bañándote…
-Sí, pasa… discúlpame por el desorden.
-Estás disculpado, hombre… es normal, vives solo, ¿no?…
-Cómo se nota que has visitado muchos departamentos de hombres que viven solos.
-No te olvides que he convivido mucho tiempo con mi último novio, y para variar, era un desordenado de mierda, en fin… al menos veo que tú tienes un poco de orden aquí.
-Gracias, lo tomaré como un halago…
-De nada, Iván.
-¿Cuánto tiempo conviviste con Rogelio?...
-A ver, sacando mis líneas, dos años y meses… sí, dos años y cuatro meses.
-Vaya, mujer, eso fue un matrimonio.
-Al principio fue lindo, pero al final ya nos habíamos aburrido.
-¿Cómo, no fue porque lo habías encontrado chapando a otra chica en una discoteca?...
-¿Quién te dijo eso, Iván?... ah, ya sé… Penélope. Nadita discreta mi amiga, eh.
-Sólo me lo comentó… fue un simple comentario.
-La conozco mejor que tú, y sé que no fue un simple comentario…
-¿A qué te refieres con que no fue un simple comentario?...
-Sí, fue cierto, encontré a Rogelio agarrando con otra chica… pero eso fue la gota que derramó el vaso. Ya teníamos problemas, mucho problemas. Y por lo que veo eso no te contó Penélope.
-Bueno, tampoco no tenía por qué hacerlo, ¿no?...
-No te digo, yo la conozco más que tú, Iván…
-¿Por qué dices que no fue un simple comentario?... ahora sí respóndeme, no te hagas la loca…
-Tú no me quisiste responder cuando te pregunté ayer si te habías acostado con Penélope. Entonces, estamos a mano…
-A ya, una con otra…
-Mira, Iván. Hagamos una cosa… tú me respondes y yo hago lo mismo… y acabamos con esto de una buena vez…
-Me parece muy bien, empieza tú primero.
-Qué chistoso… mejor, tú primero, porque tu respuesta tiene que ver mucho con tu pregunta…
-Ya está bien… sí, sí me acosté con Penélope. Creo que ya te lo imaginabas, ¿no?...
-Sí, pero… una cosa es escucharlo de tu propia boca.
-Ah… ya pues, ya cumplí con mi parte… ahora, te toca…
-Entonces, ahora confirmo lo que estaba pensando…
-¿Qué?...
-Que Penélope está enamorada de ti…
-¿De mí?...
-Sí, cuando nos presentó allí en la estación del aeropuerto, Penélope se dio cuenta que nosotros nos estábamos mirando, por decirlo así, con fuego.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-¡Maldición!... a veces los hombres no se dan cuenta de nada, sólo cuando les conviene…
-¿A qué te refieres, Giga?...
-Ya pues lorna, Penélope nos interrumpió porque vio que nos estábamos mirando muy fuerte, y eso sólo tiene un solo nombre: celos.
-Creo que estás confundiendo las cosas, no es para tanto, Giga.
-Y ahora que me cuentas que Penélope sólo te dijo que Rogelio me sacó la vuelta en una discoteca con otra chica… y que no te contó la historia completa, ya veo por dónde van los tiros, Iván…
-Eso, sólo son conjeturas, Giga. Nada revelador.
-Bueno, en fin, a ya tú… sólo pasé para saludarte para ver cómo estabas… me voy…
-¿Sabes?... me gustó lo de ayer… fue impresionante.
-A mí también, Iván. Pero hombre, estás en un grave problema… y de verdad no me quiero ilusionar contigo, ni mucho menos, enemistarme con Penélope, bye, y mucha suerte…
-Giga, espera…
-¿Qué, Iván?...
-No, nada… olvídalo… chau.
Giga, se fue de mi casa y yo sentí que ya todo estaba solucionado. Solté en vano un sinfín de conjeturas al aire para que al final una mujer muy bella e inteligente me hiciera pisar tierra. Valgan verdades, los problemas se habían solucionado sólo en el papel, porque yo lamentablemente estaba con un millón de problemas en mi cabeza y en mi corazón. Necesitaba ver a Penélope con mucha urgencia, necesitaba saber qué es lo que realmente sentía por ella, sólo así, tendría la seguridad de luchar por algo, por alguien. Me gustó la salida de Giga, fue y es muy inteligente para salir de los problemas. Y, sobre todo, muy leal con Penélope y, dicho sea de paso, conmigo también. Giga, sabía que yo no tenía nada definido con Penélope, pero para ella, Penélope ya estaba conmigo. Y esa noche quiso saber toda la verdad, por eso fue a visitarme, para saber si me había acostado con Penélope. Consiguió lo que quiso conseguir y se fue.
Aquella noche miraba la televisión sin mirarla, aquella noche sólo tenía un pensamiento, una sola imagen, un sólo nombre en mi cabeza: Giga. Programé la televisión hasta una hora y sin saber lo que estaba mirando me quedé dormido pensando en Giga.
(…)
El sábado de esa misma semana, a dos días del retorno de Penélope a la capital, no me aguanté, y por la mañana la llamé a Giga. Ya no podía con todo esto, ya no podía con nada. Ella me contestó a la quinta timbrada.
-¡Hola, Iván!...
-Hola, Giga. ¿Estás ocupada?.
-No te contesté de inmediato porque estoy manejando… pero ya me estacioné.
-A ya, discúlpame… no lo sabía.
-No te preocupes…
-Te estoy llamando para saber si podemos salir hoy en la noche…
-¿Hoy?...
-Sí hoy… pero si ya tienes planes, normal, lo dejamos para otro día…
-No es eso, hoy es el Baby Shawer de una amiga…
-A ya…
-Ahora, ¿si quieres ir conmigo?… no me molesta, ah
-Ja. Ya pues…
-¿En serio?...
-¿Sabes?... nunca he ido a un: Baby Shawer…
-Ja. Bueno, siempre hay una primera vez, ¿no?...
-Listo, entonces, ¿cómo hacemos?...
-Paso por ti a las seis de la tarde.
-Perfecto, a esa hora está bien, Giga.
-Bueno, entonces continuo manejando, me voy a comprarle el regalo…
-¿Va a ser hombrecito o mujercita?...
-Hombrecito…
-Ah ya, yo por acá le compro algo.
-No es necesario Iván. Yo voy a comprar dos regalos, a demás, como dices tú que nunca has ido a un: Baby Shawer, no quiero ni imaginarme lo que vas a comprar…
-Ja. Sí, tienes toda la razón. Ni idea…
-No te digo… bueno, nos vemos a las seis.
-Listo, Giga. Cuídate mucho.
-Gracias, igual tú, bye, bye…

Nunca imaginé, ni se me pasó por la cabeza, ir a mi primer Baby Shawers, con la bella Giga. A veces me sorprendo mucho cuando las cosas me salen de cuadro. Aquel sábado a Giga la llamé para salir por ahí a tomar y a bailar si fuera el caso, y resultó que ya estaba “obligado” (obligado por mí mismo) para ir a un Baby Shawer con ella. Cosa que me gustó mucho la idea, sobre todo, si mi compañera iba a ser, Giga. No tuve ganas de escribir, sólo tuve ganas de escuchar música, y si era romántica, mucho mejor.

Efectivamente, Giga llegó a las seis de la tarde a recogerme. No hizo falta que la hiciera pasar, yo ya estaba listo y con ganas de verla. Me subí a su auto y nos fuimos a la casa de su amiga.
Cuando llegamos, Penélope recogió los regalos que estaban en los asientos de atrás, y sin decirme nada, me dio uno.
-Toma, Iván, este es tu regalo…
-Ah, ni cuenta, Giga. ¿Qué es?...
-Un conjunto de color azul…
-Qué lindo…
-Entonces, vamos… ya todos deben estar ahí…
-Sí, vamos…
Entramos a la casa de la amiga de Giga, todos los invitados se alegraron de verla, sobre todo Mariela, la que estaba a semanas para traer a un hombrecito a este mundo.
-¡Giga! Ya era hora, mujer… ya estábamos a punto de abrir los regalos.
-¿Sí?, pero en la invitación dice que el Baby Shawer es a la seis de la tarde.
-A la seis se iba abrir los regalos, ja.
-Ah, bueno… Mariela, te presento a Iván…
-Hola, Iván…
-Qué tal, cómo estás… mira, para tu bebé…
-Gracias, Iván… no te hubieras molestado.
-No qué va. Es un placer estar aquí…
-Gracias, Iván.
Giga, hizo un saludo general para todos los que estaban ahí en la casa. Mejor, porque saludarlos a todos, iba a ser una odisea salival.
-¿De dónde conoces a toda esta gente agradable?...
-Somos compañeros de trabajo…
-Ah… me lo imaginaba.
-Sí pues, con Mariela somos muy buenas amigas… nos conocemos mucho tiempo, casi cinco años…
-Ya veo…

Mariela, se puso en el medio de la sala y agradeció la presencia de todos los invitados, estuvo a punto de llorar, pero salió airosa. Y de inmediato empezó a abrir todos los regalos que estaban adentro de una cajota forrada con papel de regalo de bebé. Algo que me extrañó mucho es no ver al padre de la criatura que estaba a semanas de nacer. Antes de ser malos juicios, pensé que el padre estaba en el baño, o seguro salió a comprar algo faltante, o se estaba bañando, en fin… pero lo que me llamó más la atención fue que él (el padre) se estaba perdiendo el momento más impórtate del Baby Shawer, que era abrir los regalos de todos los invitados, momento crucial para la bella Mariela y para el supuesto padre que brillaba por su ausencia.
Cuando Mariela abrió el regalo de Giga, ella, o sea Giga, se paró y se fue abrazarla con mucho afecto, como si fueran hermanas de sangre. Es ahí donde entendí que Mariela, lamentablemente, iba a ser una madre soltera. Aquel abrazo para mi entender, quiso decir: Fuerza amiga, a tu hijo nunca le va a faltar nada, y no necesitas a nadie más para salir adelante, estoy contigo en las buenas y en las malas. Cuando regresó Giga a mi lado, no pudo evitar esconder algunas lágrimas que le salieron a raíz de ese abrazo tan efusivo que le dio a Mariela. Cuando me miró me dijo: después te cuento, Iván. Yo le dije: no te preocupes, Giga, a buen entendedor pocas palabras, todo está bien.
-No lo conozco, pero desde ya le digo, si es amigo de Giga, entonces es mi amigo, también. Gracias Iván, muy bonito tu regalo…
-De nada Mariela, te vuelvo a repetir lo que te dije en antes: es un placer estar aquí compartiendo este momento que es muy importante para ti.
-Gracias…
-De nada.
Mariela, no paró de agradecer por tanto cariño, por tantos regalos y por tanto amor. Nos tomamos muchas fotos, mis ocurrencias estaban atinadas, y mis estupideces, también. Yo estaba feliz, porque sentía que Mariela también lo estaba, y feliz porque la bella Giga estaba conmigo, estaba a su lado, estábamos juntos.
Al despedirnos de Mariela, volvieron los abrazos efusivos y, al decir verdad, me contagiaron tanto que yo mismo las abrace a las dos, mejor dicho, a los tres, porque Mariano también era participe de su misma fiesta, de su misma presencia. Mariano se llama el hijo de Mariela, ya tendrá un añito, y seguro, muy pronto protegerá a su madre, porque a falta de él, está Mariano, EL HIJO DE MARIELA.

Giga, se estacionó muy sigilosamente en el frontis de mi casa, la noté extraña, no molesta, pero sí extraña. Casi no hablamos en todo el trayecto hacia mi casa. Para mí, fue extraño verla así. Entonces, quería saber lo que estaba pasando y fui yo quien rompió el hielo.
-Te veo cansada, Giga.
-Algo…
-La pasé muy bien, Giga. De verdad, gracias.
-No, Iván. Gracias a ti. Yo también la pasé muy bien.
-Y Mariela ni que se diga… ¿no?...
-Ay mi amiga… ¿Sabes?... ese imbécil, al final las va a pagar…
-Siempre la vida nos pasa la factura… siempre.
-Ese mal nacido hizo lo que hizo y cuando vio que el paquete ya estaba grande, voló a otro país…
-Ya, ya Giga, no reniegues más. Tranquila… lo que te debe importar ahora es Mariela y su bebito…
-Sí, ya me dijo Mariela que yo voy a ser la madrina…
-Mira tú… qué honor.
-Estoy feliz, será mi primer ahijado… será el más consentido.
-Marianito se merece una Madrina como tú…
-Gracias, Iván.
-No tienes nada que agradecerme, nada, porque es una gran verdad.
-Cambiando de tema, ¿Qué sabes de Penélope?, ¿Cuándo regresa?...
-Me escribió, según ella regresa este lunes. Y está bien, trabajando y conociendo esa bella ciudad.
-Qué bien… bien por ella, bueno, Iván, me voy…
-Giga, espera… mira, toda esta semana he pensado en ti… y créeme que lo que siento por ti es más fuerte que todo…
-Iván, Iván… ya lo conversamos… para mí ya estás con Penélope… y no me quiero meter en problemas.
-Yo no estoy con Penélope…
-Para mí es como si ya lo estuvieras.

La besé, no aguanté más. Sentí que las palabras estaban sobrando, ella me correspondió, pero sólo por un momento, y volvió a decirme que no estaba bien lo que estábamos haciendo.
-No, no Iván. No me quiero ilusionar contigo, no, por favor…
-Está bien, Giga. Ya no insistiré. Que quede claro que sólo lo hago porque yo también creo que estoy confundido, muy confundido con todo esto… y sé que cuando vea otra vez a Penélope todo se va a aclarar…
-Yo no estoy confundida, Iván. Tan sólo no me quiero ilusionar contigo.
-Haces bien, Giga… pero yo sí necesito estar acorde con lo que quiero, con lo que siento.
-Mientras tanto yo me mantendré alejada, Iván. No sé, pienso hacer un viaje…
-Eres libre, Giga… eres libre… me voy, cuídate mucho.
-Tú también, Iván… Bye…
Salí del auto de Giga más confundido de lo que estaba. La impaciencia me agobiaba, la impotencia de no hacer nada que pudiera cambiar las cosas, de no poder quitarme estas dudas de mierda, la disyuntiva de la amistad y del amor. Volví a ver la televisión sin mirarla y volví a dormirme sin quitarme la ropa.
(…)
-¿Aló?
-¡Iván!... hola, te habla Penélope…
-Hola, Penélope…
-Vaya, para ser domingo te levantas muy temprano.
-Para que veas…
-Hijo, mañana regreso a Lima. Estaré a las diez de la mañana.
-Perfecto. Ahí estaré esperándote…
-Oye, y tú nunca me escribiste…
-Ah, verdad, pucha, he estado con un montón de trabajo…
-Te no raro, Iván, como si no te alegrara que regrese a Lima…
-Nada que ver, sabes muy bien que no me gustan los domingos…
-Ah, con razón… entonces te dejo… ya sabes, mañana lunes a las 10 de la mañana…
-Listo, Penélope… buen viaje.
-Gracias, hijo… bye…

(Fuerza Gustavo Cerati)

(Más fuerza Gus.)

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